“Los catalanes somos así: siempre creemos que el de fuera es mejor”. Bueno, ya no es tan así como decía Xavi Hernández. Por una vez, el Barça valora tanto lo que ha crecido en casa que lo reviste de eternidad. Ni siquiera brota el viejo colmillo retorcido: ¿Guardiola o Xavi? ¿Iniesta o Xavi? Hoy se entiende que la continuidad de los brillantes hijos de casa es sanísima y que la coincidencia de talentos no ha de suponer ninguna exclusión automática.
Siguen Puyol y Xavi (Messi posee comedor aparte) y eso, sobre cien lecturas más, deja una reflexión: cuando un chaval de la cantera cruce el umbral del vestuario, más que dos capitanes encontrará dos padres que le marcarán el camino a seguir. De Puyol y Xavi tenemos garantizado que se echarán a un lado si Bartra o Samper precisan hueco para triunfar y el equipo necesita sangre fresca. Y la certidumbre de que acogerán a todos con la misma rectitud con que juegan: “Los chavales -decía Xavi una mañana- suben asustados pero entre Puyol y yo procuramos llevarlos entre algodones, decirles dónde deben colocarse, que estén tranquilos y relajados, sin miedo. A mi me pasó lo mismo y ahí estaba Guillermo Amor para ayudarme”. Se ha inaugurado otra etapa: hombres de un club, padres del vestuario.
– Foto: Miguel Ruiz (FC Barcelona)
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