"Volved a emprender veinte veces vuestra obra, pulidla sin cesar y volvedla a pulir". Nicolás Boileau
En el verano de 2011, el Real Madrid de baloncesto anunciaba la contratación de Pablo Laso para el banquillo. Las voces críticas eran mayoría, nadie veía en el vitoriano al entrenador perfecto para reconducir una nave que llevaba años a la deriva, siempre a la sombra del gran enemigo azulgrana. A finales de 2013 nadie duda de que el movimiento fue el correcto, ahora es el blanco el que predomina en el parqué español.
Ya son veinticinco las victorias que ha sumado el Real Madrid en este inicio de temporada. La última, frente a un F. C. Barcelona Regal que se mantuvo siempre en el partido, pero sin claras opciones de poder llevarse el triunfo a casa. Algo impensable hace solo dos años. Ningún equipo español había tenido un arranque tan exitoso, un mérito que quizás ensombrece el otro gran hito: lo han hecho imponiendo un estilo en España y Europa que hace soñar con un cambio del paradigma baloncestístico a este lado del Atlántico.
Hace dos años, Pablo Laso era un hombre con cierta experiencia en el banquillo, aunque nunca en un equipo de la dimensión del Real Madrid. Tardó poco en acallar a sus detractores, guiando al Real Madrid hacia su primera Copa del Rey en veinte años; aunque caer en el quinto partido de la final de la Liga Endesa 2011/12 volvió a encender la llama crítica, agitada al tiempo que se pedía un entrenador de renombre.
En el club renovaron a Laso y el vitoriano se mantuvo al margen de las críticas. Siguió imponiendo su estilo al juego madridista, la base de lo que vemos este año y encandila a los aficionados de toda Europa. Caer en el primer partido de la Copa del Rey se compensó, con creces, conquistando el título liguero y, sobre todo, llegando a la final de Euroliga, escenario que el conjunto capitalino llevaba dieciocho años sin pisar.
El bebé que se estaba gestando es hoy todo un hombre. Ahora es mucho más que un equipo que juega bonito, es un equipo que juega bien y ha aprendido a luchar y ganar. Hace dos años nadie consideraba a este equipo como un serio aspirante a ganarlo todo, mientras que ahora es el rival a batir en el continente. Y todo con una mentalidad similar a la del Atlético de Madrid del Cholo Simeone, la del partido a partido, el mensaje que prima en cada rueda de prensa de Pablo Laso.
“Tenemos un pequeño colchón de dos partidos, pero todavía quedan treintaiuno y no hemos conseguido nada”, declaró el técnico en la rueda de prensa pospartido, tras sumar la victoria veinticinco y asegurarse ser cabeza de serie de la Copa del Rey a cuatro jornadas del ecuador del campeonato.
Si hace dos años Sergio Rodríguez era un jugador sin brillo, una temporada después de volver de la NBA, ahora es considerado uno de los mejores bases de Europa, con equipos estadounidenses buscando que el tinerfeño vuelva a probar suerte. De su evolución ya hemos hablado alguna vez aquí en el Magazine, pero no es la única que se ha producido desde la llegada de Laso.
Nikola Mirotic tenía entonces 20 años y ahora es todo un MVP liguero cuyo salto a la NBA se producirá más pronto que tarde. Allí estaba en el 2011 Rudy Fernández, que jugó a las órdenes de Laso durante el lockout –que coincidió con los primeros meses del vitoriano en el banquillo madridista– y volvió a España definitivamente para sentirse de nuevo un jugador total, un hombre capaz de darlo todo por el equipo. Estos tres, junto a Sergio Llull, son los principales responsables de la alegría blanca, aunque no los únicos.
Tampoco hay que olvidar a Jaycee Carroll, el principal revulsivo del equipo, pues sería totalmente injusto; igual que lo sería dejar de mencionar a hombres como Tremmell Darden, Dani Díez o Dontaye Draper, dispuestos a ayudar al equipo cuando sea necesario. Y por supuesto, en la temporada actual hay que elogiar a la batería interior con que cuenta Laso en su fondo de armario, la principal diferencia respecto a las dos temporadas anteriores.
El carácter de Ioannis Bourousis y Salah Mejri –quien hace dos años se encontraba jugando en Bélgica, su primera experiencia fuera de su Túnez natal– ha hecho olvidar a pívots como Ante Tomic y Mirza Begic, siempre criticados por su falta de intensidad. Estos dos han seguido la vía abierta el año pasado por Marcus Slaughter, uno de los más queridos de la afición, definido por Pablo Laso como el mejor defensor de Europa.
Y por último, pero no menos importante en este breve repaso a los hombres de Laso, Felipe Reyes. Desde que llegó en 2004, el Madrid ha fichado a hombres con mayores condiciones físicas y técnicas, pero el cordobés siempre se ha ganado sus minutos y cota de protagonismo, con una importancia indudable en la zona este equipo. Gran artífice del triunfo madridista en el último partido del pasado curso y en constante aprendizaje baloncestístico –así lo demuestran sus dos triples seguidos contra el Barça, algo impensable hace dos años–, encarna como nadie los valores del madridismo. Los valores que Laso ha impregnado en el vestuario madridista por primera vez en mucho tiempo.
Este curso ha arrancado con veinticinco triunfos, y quizá el que mejor sabor ha tenido para todo el entorno madridista es el último. El año pasado estaban invictos en liga hasta que llegó el Barça, el equipo que tantas veces se había cruzado en su camino en los últimos tiempos, el que no había encajado 98 puntos desde hacía más de seis años.
Esa anotación es el síntoma del cambio de paradigma en el baloncesto europeo, o al menos una muestra de que para ganar no hace falta ir a tanteos rácanos. Pablo Laso es el gran responsable, y por ello se ha ganado un sitio en los corazones de la afición y la directiva madridista, así como un lugar en los libros de historia, donde quiere seguir escribiendo con letras de oro. Aunque, a pesar de haber sumado tres victorias consecutivas ante el gran rival, los ánimos siguen contenidos en la capital, sabedores de que aún no se ha ganado nada.
La mentalidad del triunfo a triunfo les ha llevado a veinticinco victorias en este arranque de temporada, y quién sabe cuántas más están por venir. Dos años han bastado a Laso para cambiar en cierto modo la historia, ahora solo vale soñar con el triplete. La alternativa al tanteo bajo y el juego rácano parece revelarse como eficiente, la afición está ansiosa por baloncesto atractivo y, si este diese títulos, ¿cuál sería el argumento para mantener las rígidas estructuras y los tanteos bajos?
* Gonzalo Carpio del Saz es periodista.
– Fotos: Ángel Martínez (ACB Photo)
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