"Hay que recordar que quienes escriben para los imbéciles siempre tienen un numeroso público de lectores". Arthur Schopenhauer
Campeón de liga en Israel al frente del Maccabi Tel Aviv, Óscar García (Sabadell, 1973) ha desembarcado en Inglaterra tras no aceptar hasta tres ofertas de Primera División en Suiza y Bélgica y descartar discutir otras tres en España, una de ellas de Primera. El entrenador catalán ni se lo pensó cuando recibió el ofrecimiento del Brighton, un club que se quedó a un paso de la Premier League la pasada temporada y que le daba la oportunidad de trabajar en un país que adora futbolísticamente y donde se le otorga libertad absoluta para implantar su idea.
Al igual que hace un año en Tel Aviv, Óscar aceptó el reto en cuanto vio que los dirigentes de los Seagulls estaban convencidos de ante quien estaban. “Sabían el cómo. A partir de ahí estaba todo claro”, advierte hoy el catalán, para el que ese cómo no tiene discusión posible. Discutir los términos del contrato fue asunto secundario una vez entendió que la idea, firme, no tenía discusión posible. El Brighton le elegía por lo que él representa y desde ese momento el reto era, es, un hecho.
El fútbol en Inglaterra es otra historia. Mejor o peor puede especularse, pero la pasión y entrega que se observa en las gradas llenas de los estadios suple con creces otras carencias que puedan existir. “Quería vivir este ambiente”, admite Óscar, resaltando, eso sí, que su filosofía no se discute y que los resultados los buscan “desde un principio básico: el balón”. Si la pelota la tenemos nosotros, no la tiene el contrario, decía en sus buenos tiempos Johan Cruyff, el padre de la revolución. Y esta obviedad, esta simpleza, fue adquirida como dogma de fe por sus seguidores. Entre ellos el entrenador de Sabadell, dispuesto a ir al límite en su apuesta.
Así es desde el primer día. Y nada parece que vaya a cambiar. En Leeds, en la jornada inaugural de la liga, se vivió un ejemplo tan cruel como evidente. Frente a un rival empujado por más de 34.000 fervorosos hinchas que llenaban las gradas y con el empate en el bolsillo, un Brighton agobiado físicamente no dejó de buscar la victoria ni en el tiempo añadido. Falló un gol cantado (el 1-2) en el minuto 91… y cayó derrotado en el 94. Por no encerrarse, por no practicar el pelotazo ni poner el autobús en el área de Kusczcak, el Albion se estrenó con una derrota tan inmerecida como injusta (el gol de la victoria del Leeds llegó precedido de una mano escandalosa). Pero mostró qué pretende.
“Es duro perder de esta manera, pero es un aprendizaje para todos”, aseguró Óscar García minutos después, en el mismo césped de Elland Road. La idea no se discute. Y en el entorno se diría que se va dando por sentada. “Hay cosas diferentes. Se entrena mucho más con la pelota, se toca mucho y se nota a la gente expectante. Hay confianza en él porque se conoce y se admira de donde viene”, asevera Brian Owen, periodista de Brighton que sigue al equipo desde hace años y que, sin ocultar sus dudas, también confía en la novedad.
“Es un fútbol que no se ve en Inglaterra. Apuestan por el pase y eso un equipo que juega fuera de su casa no lo hace aquí si no es un grande como el Arsenal”, resaltaba en la zona de prensa El Hadji Diouf, veterano y brillante futbolista que explotó hace una década en el Liverpool y que hoy es una de las estrellas del Leeds. El senegalés, que no jugó en el estreno por arrastrar una sanción de la pasada temporada, no dudó en elogiar al Brighton: “Si mantiene esta forma de jugar. La tocan rápido, buscan los espacios y no chutan la pelota desde la defensa, sino que buscan la llegada en combinación. Es uno de los mejores equipos que he visto en esta categoría, seguro”.
Óscar viene de ganar la liga en Israel, pero eso en Inglaterra no tiene apenas eco. El peso de su currículum, breve, es superado por su procedencia. Futbolista del Barça de Cruyff y seguidor convencido de esa filosofía de juego como entrenador. Un personaje, salvando las distancias (obviamente), que puede equipararse a Pep Guardiola porque, como él, lleva en los genes la misma filosofía. “Yo me crié con una manera de jugar. Nunca diré que es la mejor pero sí que es la mía y es la que pretendo seguir. Así fue en el Juvenil del Barça y es aquí como fue en el Maccabi”, refrenda. En Brighton lo saben. Y esperan.
“El año pasado ya éramos un equipo que quería jugar el balón por el suelo, pero con él… es poco menos que obligatorio”, admite Andrea Orlandi, uno de los jugadores más destacados del Albion y a quien la llegada de Óscar le ha refrescado la memoria. “Trabajamos disfrutando, siempre con el balón, jugando a dos toques, asimilando el juego de posesión con más rapidez de lo que estábamos acostumbrados, hemos aumentado mucho la agresividad en la transición de ataque a defensa. Queremos mandar a través de la pelota… Me recuerda a La Masia. Es como cuando yo estaba allí”, asegura un futbolista, como tantos, que no olvida sus raíces en el Barça.
Esta es la idea que aceptó con los ojos cerrados Tony Bloom, un afamado jugador de poker apodado The Lizard, que trasladó la apuesta al club del que es dueño desde 2009. Para él, como para los cerca de 26.000 aficionados que de media se citan en cada partido de liga en el Falmer Stadium, trasladar el fútbol del Barça a su casa es un reto apasionante. Y ante ello, la paciencia se contempla obligada. “El aficionado del Brighton es tan fiel como cualquiera del país, pero es más frío”, apunta Owen, quien acoge con interés una novedad que a diario sigue sorprendiento: “Antes, con cualquier otro entrenador, veías cambios en la estrategia, en el juego. Dependía de cómo fuera un partido. Ahora, por lo que hemos visto en pretemporada y en el inicio de la competición, ves que hay un sistema y que el equipo siempre tiene la misma personalidad”.
“Cuando llegué a Israel ni por asomo pensé que íbamos a ganar la liga, así que ahora ni puedo plantearme que vayamos a ascender”, aclara Óscar, quien sin querer quejarse (“sería ridículo hacerlo tras aceptar el puesto”) admite que le gustaría apuntalar la plantilla con tres o cuatro futbolistas específicos. Con o sin ellos (y dando paso a algún canterano, como Solly March), el Brighton va tomando cuerpo en torno a su convencimiento.
“Si Dios hubiera querido que jugáramos al fútbol en las nubes, hubiera puesto hierba ahí arriba”, dijo un buen día Brian Clough, uno de los mejores entrenadores de la historia, que tuvo un corto y discretísimo paso por el Brighton y que destacó, además de por los títulos, por su apuesta firme por un juego más elaborado. Esa es la elaboración que representa el nuevo entrenador de ese club que hace treinta años que no juega en la máxima categoría y cuyo reto se presenta mayúsculo.
El Brighton, que de entrada no está entre los favoritos en las apuestas para el ascenso, tiene rivales del peso de Leeds, Wigan, Forest, QPR, Middlesbrough, Bolton o Watford, cuyas plantillas y presupuestos son superiores a la de este equipo que luchará con sus armas. Ni mejores ni peores, simplemente diferentes. “Nunca olvido una frase de Cruyff: ‘Si nos mantenemos firmes en la idea, la derrota de hoy se olvidará pero nuestro juego no’. No quiero ser pretencioso, pero lo que yo quiero es mantenerme fiel a mi idea. Quizá sea que no he conocido otra mejor en el fútbol porque es lo que mamé en La Masia y en el Barça. Y eso te marca”, dice con calma pero seguridad Óscar García.
En Brighton no dudan. Esperan. Y confían en la idea.
* Jordi Blanco es periodista. En la web: notas-de-un-forofo.blogspot.com.es
– Fotos: Óscar Cusidó
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