Oliver Torres es el cisne del lago rojiblanco. A sus 17 años es la raíz de un futbolista. Mediapunta o mediocentro creativo con desparpajo, calidad y confianza. Entiende el juego y domina los tiempos. Óscar Mena, su entrenador en el juvenil División de Honor, le ha convertido en un líder con derechos y obligaciones. Sumar responsabilidades le ha hecho madurar jornada a jornada.
A su espléndida temporada pone broche la convocatoria de El Cholo Simeone con el primer equipo rojiblanco. En poco tiempo ha vivido mucho. Internacional con la selección Sub-18 española, con quien se proclamó campeón de la Copa del Atlántico y fue elegido mejor jugador, y todo apunta a que estará en el Pre-europeo de Italia con el combinado nacional Sub-19, campeón de liga con el Juvenil y ahora podría debutar en Primera División.
FICHA TÉCNICA
• Nombre completo: Oliver Torres Muñoz
• Nombre futbolístico: OLIVER
• Fecha de nacimiento: 10/11/1994
• Nacionalidad: Española
• Altura: 1’78 m
• Peso: 70 kg
• Club: Atlético de Madrid
• Campeonato: Juvenil División de Honor, Grupo 5
PERFIL FUTBOLÍSTICO
• Ámbito físico
De apariencia frágil, centro de gravedad bajo y sensación de flaqueza, cuando rueda la pelota entra en “estado de flujo”. Aquel proceso al que llaman los psicólogos cuando el deportista se evade de todo y entra en trance: juega por instinto.
No hay barreras físicas en su juego porque tiene una fe ciega. Sus piernas se convierten en dinamos, se revolucionan cuando acelera. Y al choque ni se inmuta, a pesar de competir en el cuerpo a cuerpo con jugadores de más talla y peso.
Futbolista de fibras rápidas que contrae sus músculos como un motor V12, fluido y explosivo. La composición de su tren inferior le permite ser intenso y veloz, quizás no tanto para demostrar sprint en línea recta, sino para mantener una secuencia de acciones con o sin balón.
Ágil para saltar, presionar y después pasar. Fuerte y enérgico para luchar y encimar. Elástico para llegar al límite en su ritmo de juego a alto voltaje. Flexible para moverse al son de su cuerpo.
En su progresión debe hacer hincapié en la fortaleza física. En ocasiones, el desgaste al que somete su cuerpo y mente en un partido le agota rápido. Su fútbol baja puntos cuando carece de frescura. En definitiva, de sus neuronas bullen sus gestos y hierven sus músculos. Su cuerpo es sabio porque su cerebro mide sus capacidades.
• Ámbito técnico
Talento en tres dimensiones. Visión de juego, habilidad y ritmo. Domina el balón sin esperar de él nada a cambio. Siempre que juega forma parte de un lienzo en blanco. Oliver Torres tiene alma de artista. A veces pinta, otras tantas dibuja y casi siempre danza.
Controla el balón y lo pone a sus pies, como si fuera un pincel. Crea regates, amagues y fintas e imagina pases tanto de trazos cortos como de trazos largos. Cuando combina el robo con el control orientado, la conducción y el pase, su fútbol pinta y colorea el juego de su equipo.
Es un jugador que baila con balón. Gira, toca, se mueve y orienta, siempre para decidir la mejor opción. Preciso y diestro cuando ejecuta los gestos técnicos. Mide fuerza y velocidad, en un ejercicio de física y geometría.
Sobre el campo es un ejercicio de libre expresión, coordinado y relajado. Ataca el balón en lugar de esperarlo, sin miedo al fallo. Una amalgama de recursos que comienza mirando al plano, a sus compañeros, al rival y al balón. Nunca decide si no tiene la seguridad de que el juego va a continuar en favor de su equipo.
A veces, su primera opción es el control orientado; en otras pasar de primera; y en ocasiones, zigzaguear en carrera para dividir contrarios. Conduce rápido y eficaz. Sus pases son tensos y precisos y sus controles benefician al juego colectivo porque conoce la relación entre tiempo y espacio dentro del rectángulo de juego con un balón entre medias.
Trasportar la redonda de un lado a otro es su fin como centrocampista. Decide y se asocia con presteza. No tiene pierna activa ni pasiva: es ambidiestro. Lanza en largo con velocidad y precisión tanto con su pie izquierdo como con el derecho. No es un jugador con gran chut; al menos, no está entre sus pensamientos y los centrocampistas modernos necesitan gol para demostrar su valía. En defensa, por energía y decisión recupera balones, los intercepta y carga cuando hay lances en juego.
Todas sus dotes técnicas se basan en la sencillez. Quizás porque aparente facilidad para hacer las cosas o simplemente porque domina sus movimientos. Cuando controla, lo hace con la superficie de contacto más idónea; cuando pasa, lo hace con el interior del pie; y cuando conduce, dribla excepto en situaciones límite: entonces imagina.
• Ámbito táctico
Hipnotizado por el fútbol, el tiempo tiene otra secuencia para él. Mientras sus rivales juegan aprisa, Oliver Torres es un reloj de arena. Fluye en el centro del campo. Pide el balón, lo lleva de un compañero a otro para que todos sonrían: es la felicidad del mediocentro.
Corazón y cerebro del Atlético de Madrid campeón juvenil, en el grupo V de División de Honor. Bombea ideas, riega pases y sus movimientos dictan la frecuencia cardiaca, el ritmo de juego. Hace latir al juego de su equipo, con sangre y materia gris. Piensa y ejecuta, brega y crea, presiona y pasa.
Es un futbolista que, por encima de todo, entiende el contexto. Actúa y resuelve en función de los elementos presentes en el tablero (compañeros, rivales, balón, porterías y espacios libres). Mira de perfil pero, por su visión juego, decide en alzado.
Con balón, le gusta construir el ataque. Toca y se mueve o toca y se queda. Como un yoyó, sus compañeros siempre pueden volver a él para seguir jugando. Por ende, su fútbol se resume en desmarques conjugados por apoyos permanentes. Yuxtapone el regate a una pared cuando entra en relación con todo su equipo.
En defensa, roba por impulso e intuición. Intenso en sus movimientos. Lee las intenciones del rival y se aproxima al poseedor del balón. A veces se anticipa pero cuando no, presiona. Como defensor resta tiempo para pensar al adversario. Disciplinado tácticamente, actúa como hilo defensivo, haciendo coberturas y permutas cuando se le requiere.
Vidente del robo y tramoyista del pase, su comprensión del juego le lleva a tener su propia táctica en función del partido. Para Oliver Torres no hay tres líneas ni estructuras sobre el campo. Hay lugares que ocupar, espacios a los que llegar, balones que trasportar y otros que lanzar, compañeros a los que apoyar y otros a los que hacer correr.
Haber:
• Su calidad técnica. Dotado de tantos recursos que sabe utilizar la mejor opción para solucionar un problema.
• Apasionado del fútbol y sin miedo a fallar. Se divierte jugando y hace disfrutar a los demás. No rehúye la responsabilidad de conducir cada ataque de su equipo, pase a pase. Si se equivoca lo vuelve a intentar porque confía en su manera de decidir y actuar.
• Su alto ritmo de juego. Talento y sacrificio. Se muestra ante sus compañeros para que el balón corra rápido y vuele por su rapidez de pensamiento. Sin la posesión de la pelota, es un futbolista de pierna fuerte, explosivo en el cuerpo a cuerpo.
Debe:
• Resistencia. Su fútbol desgasta. Se mantiene muy concentrado y tremendamente intenso hasta que le dura el fuelle. Debe prepararse para mantener su nivel en las situaciones de estrés y exigencia física que demanda la élite.
• Abuso de la conducción. Cuando no está seguro de la construcción del ataque de su equipo pasea con la pelota hasta que la marea. Termina por perder la iniciativa del juego y desaparecer su efectividad.
• Carece de gol. En el fútbol de hoy en día un centrocampista sin gol es como una serpiente sin veneno: no da tanto miedo. Cuando actúa de mediapunta tiene más presencia en el área contraria pero tampoco termina de pisarla, prefiere ser una lanzadera de asistencias.
VALORACIÓN FUTBOLÍSTICA
Oliver juega al fútbol como quién baila un vals. Elegante en sus formas, con cierto donaire para pasar, ofrecer un apoyo o quebrar a un rival. Intenso en sus gestos, fluye alrededor de quienes le rodean. Donde hay imprecisión, duda, inquietud o agobio, él ve oportunidades. Detiene el tiempo con el balón a sus pies. Mientras para unos es un instante, para Oliver es tiempo de pensar y decidir. Al otro lado del balón sus ideas se convierten en pasos rápidos, de compás vivo y juego eficaz. Un yoyó con el 10 a la espalda que siempre quiere la pelota y la mueve de acá para allá.
Al máximo nivel se descubrirá su oficio como futbolista. Si es mejor jugador surfeando entre líneas o moviendo los hilos, mediapunta o mediocentro. Bailando con lobos. Veremos si su música amaestra fieras como lo ha hecho hasta con jugadores de sus edad. Es una incógnita que los minutos de juego resolverán. De momento, incluso Martin Ferguson, hermano de Sir Alex, ha mostrado públicamente su interés por Oliver acercándose en persona al Cerro del Espino para verle jugar.
* Miguel Ángel Montoya es Periodista. En Twitter: @Montini3 En la web: zidanesypavonesfc.blogspot.com
– Fotos: Miguel Ángel Montoya
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