"Lo que equilibra a un equipo es la pelota. Pierde muchas y serás un equipo desequilibrado". Johan Cruyff
A escasas jornadas para el debut en su Mundial, España pisa tan fuerte que provoca movimientos sísmicos perceptibles a miles de kilómetros de distancia. La Escala de Richter se queda pequeña para medir el nivel de superioridad de los pupilos de Valero Rivera sobre sus rivales en el Memorial Domingo Bárcenas. Un trofeo de vital importancia, pues es la antesala a las grandes citas y supone un buen aperitivo para saber cómo llega la Roja. En esta ocasión, el combinado nacional se ha deshecho sin despeinarse de dos participantes en el Mundial (Chile y Brasil) y de la jovencísima e inexperta Japón. Con los insultantes resultados cosechados (40-17 ante los chilenos, 40-12 frente a Japón y 31-22 contra la canarinha) y a la espera de empresas mayores, la selección ha demostrado ser un equipo. Un bloque por encima de las individualidades. Un conjunto que aplica una máxima espartana: “La verdadera fuerza de un espartano reside en el guerrero junto a quien combate”.
Valero va a sufrir el bendito quebradero de cabeza que supone alinear a siete de sus hispanos y relegar al banquillo a los nueve restantes. Por veteranía y galones, la portería lleva grabado el nombre de Arpad Sterbik. En caso de que el balcánico tenga un mal día, Sierra asegura la competitividad puesto que en el PSG ha crecido a pasos agigantados. Parecía impensable años atrás pero, con tal dupla en la portería, el equipo no echará en falta a todo un referente como J. J. Hombrados. En la pista, Sterbik puede y debe estar tranquilo. Le acompañará un Viran Morros que defenderá el título que le acredita como mejor defensor europeo. Premio a su grandísima labor en la retaguardia española durante el campeonato de Serbia 2012 y carta de presentación para sus rivales en el Mundial.
La convocatoria del míster ha logrado subsanar el principal punto débil de la selección en los JJ. OO. de Londres: la falta de lanzamiento exterior. Vuelve Alberto Entrerríos y lo hace por la puerta grande. Con su brazalete de capitán, señal inequívoca de su experiencia y liderazgo a la hora de tirar del carro. Pero que se prepare el mayor de la saga Entrerríos porque Antonio García llega al Mundial con inyecciones de motivación en vena. El destierro francés y una cruel lesión que le apartó de los JJ. OO. le dan suficientes argumentos como para querer comerse el mundo. Con el jugador de la Llagosta, la Roja suma un experto en el lanzamiento en suspensión. Capaz de armar el brazo desde cualquier distancia y con la habilidad de repartir juego a los centrales y al extremo izquierdo. Al otro lado del 40×20, Maqueda se ha ganado el puesto. El quereño llega a la cita mundialista en un estado de forma espectacular y con una eficacia demoledora. El banquillo no es lugar para él. Allí aguardará su oportunidad Montoro, un jovencísimo lateral derecho que, con sus 212 centímetros y a sus 23 años, está llamado a protagonizar grandes gestas en un futuro no muy lejano.
Para repartir juego, Valero cuenta con un triplete de lujo: Joan Cañellas, Dani Sarmiento y Carlos Ruesga. Los tres directores de orquesta de Atlético de Madrid, Barça y Ademar se han puesto de acuerdo para rayar a un nivel excepcional en la Asobal y complicar así la decisión sobre quién debe ser el central que marque la hoja de ruta de la selección. Este será el encargado de conectar con los pivotes en la línea de los seis metros. Gedeón Guardiola asume que la titularidad de Julen Aginagalde –mejor pivote en los JJ. OO. de Londres– no es discutible. El irundarra quiere demostrar, ante sus compatriotas, que merece el título de Mejor Jugador del 2012 por encima de Daniel Narcisse, Filip Jicha, Kim Andersson o Mikkel Hansen.
La dupla azulgrana Victor Tomás-Albert Rocas compite con una sana rivalidad por un puesto en el extremo derecho. Ambos alternan protagonismo en el Barça, por lo que es de prever que Valero aplique el mismo sistema que Pasqui. Los dos están de enhorabuena. Víctor alcanzó ante Japón su partido número 100 con la selección española. El barcelonés acaricia el cénit de su carrera tras convertirse en centenario con la Roja y erigirse como capitán en el Barça con tan sólo unos meses de diferencia. Su presión asfixiante y velocidad endiablada serán fundamentales para sentenciar al contrataque. Albert, por su parte, es un privilegiado. El de Palafrugell es uno de los dos supervivientes, junto con Alberto Entrerríos, de la generación que conquistó el Mundial de Túnez en 2005. Siempre le podrá explicar a su retoño Gonzalo que papá sabe lo que se siente al ser campeón del mundo.
En el extremo izquierdo, máxima presión para Valero Rivera Jr. y Aitor Ariño tras la ausencia en la convocatoria de Juanín Garcia. Valero Rivera ha considerado que el máximo goleador de la historia de la selección española no tenía sitio. El Artista no podrá tener la despedida que merece de la Roja. En su lugar, el míster apuesta por su talentoso hijo –nombrado mejor jugador de Francia la pasada temporada– y por un jovencísimo Ariño –segundo en la línea de sucesión de Juanín en el Barça tras Martin Stranovsky–.
El tiempo avanza. Ya no hay lugar para las lamentaciones. Las polémicas listas de convocados, los amistosos, la preparación, las dudas, los nervios, el miedo y la responsabilidad deben quedar atrás. España debe sacudirse la presión de jugar en casa. Francia busca sucesora.
* Noelia Quero es periodista.
– Foto: EFE
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