1.- Heredar un equipo de autor, como el que armó Montanier en sus dos campañas en Donosti, era un reto de altura. Había formado parte del cuerpo técnico la pasada campaña y conocía el equipo y sus mecanismos, pero asumir la responsabilidad de liderar la ilusión de un pueblo entero en el año soñado por una generación entera dice mucho del coraje y la seguridad en sí mismo de Jagoba Arrasate.
2.- Y esa valentía la iba a mostrar de nuevo en el planteamiento del partido. El técnico vizcaíno diseñaba su 4-1-4-1 colocando a Markel por delante de una línea defensiva dañada por la baja de Mikel, reemplazado por el polivalente Cadamuro. En lo que iba a ser un pleno acierto, Arrasate apostaba por Zurutuza –en lugar del joven Rubén Pardo y del recién llegado Granero– para la posición de interior buscando mayor equilibrio, dejaba a Xabi Prieto como interior más descolgado, entregaba las bandas a Griezmann y Vela y la punta de ataque al recién llegado Sefarovic.
3.- La Real descubrió pronto sus cartas. La salida de balón del equipo francés era presionada en bloque por todo el equipo de forma cuadriculada desde el primer minuto. Pura asfixia. Pura coreografía. A los 6 minutos de partido, de un robo de Xabi Prieto en la primera línea de presión del conjunto realista nació una jugada que acabó en un lanzamiento de Carlos Vela que escupió el poste. Iba a ser el primer y último aviso.
4.- Pasados los 11 minutos, un genial pase con el exterior desde la línea divisoria de Zurutuza, a la espalda de la zaga francesa, habilitaba a Vela para atacar la línea de fondo por el carril izquierdo y, de primeras, templar un balón para Griezmann, que en un escorzo imposible se levantaba metro y medio del suelo para ejecutar una media tijera que ponía el balón fuera del alcance del meta francés. El mismo jugador que, con 13 años, y siendo hincha del Olympique Lyon, había sido rechazado por el club francés por su limitado físico. El mismo que con su gol en Riazor, en la última jornada de Liga, había llevado a los donostiarras a cotizar por metas más ambiciosas que nunca.
5.- El Olympique estaba desbordado. Cuando conseguía superar el primer escalón de presión, se encontraba con un desdibujado Gonalons, encimado constantemente cada vez que recibía –casi siempre de espaldas–, o con el exquisito Grenier, incómodo, sin margen de maniobra, eclipsado por un Markel Bergara sublime. El ataque francés se volcaba por la derecha, donde Lacazette, portento en carrera lanzada, no encontraba metros, frenado una y otra vez con un sistema de constantes ayudas entre De la Bella e Iñigo Martínez que, aun lastrado con tarjeta amarilla desde el inicio, firmó un encuentro impecable.
6.- La Real dominaba todos los registros ofensivos. En estático, velocidad de circulación, dinamismo y permuta de posiciones de todos los hombres de arriba, mostrando cada uno una facilidad pasmosa para participar en cada zona del ataque. Todo con una técnica depurada. A la contra, velocidad: de despliegue, de circulación y de toma de decisiones. Vértigo. Eran belleza.
7.- Tras el descanso, el equipo francés salió en tromba en busca del empate a través de un juego más directo, pero el arreón local lo iba a cortar de raíz una jugada de la Real para guardar en la filmoteca. De un saque de banda en su propio campo de De la Bella se iniciaba una combinación de cinco pases al primer toque, que iniciaba un taconazo de Xabi Prieto, y que definía el suizo Seferovic con un zambombazo que dinamitaba la eliminatoria, ponía la guinda a una actuación individual fantástica y plasmaba en el marcador la realidad de lo visto sobre el campo hasta ese momento.
8.- Remi Garde quemaba las naves dando entrada a Bahlouli y Danic, con el objetivo de espolear a un equipo abatido. La Real bajó la intensidad, el Olympique le ganó metros, y producto de la desconcentración, dos remates en sendos córners botados por Grenier bordearon el gol local, ambos a remate de Gonalons, el primero al larguero y el segundo, desviado cuando se encontraba totalmente solo. Por último, en el minuto 74, un remate al aire de Iñigo Martínez en su único error del partido, acababa con un mano a mano de Miguel Lopes que sacaba brillante el meta Bravo, inconmensurable toda la noche.
9.- Un minuto después sucedía la jugada que cerraría el partido para el Olympique. Carlos Vela, que había amargado la noche a Bisevac ganándole la partida cada vez que le había encarado en banda, terminaba por desquiciar al central serbio que, tras ser driblado, derribó en el borde del área al mexicano, que ya le había forzado una tarjeta en la primera parte. El colegiado no dudó y expulsó a Bisevac, que será baja para el partido de vuelta, en el que Fofana se verá forzado a volver a jugar de central, obligado a jugar en esa posición por la baja de Umtiti.
10.- Poco antes de la expulsión, Arrasate había hecho debutar a Granero, que entró por Seferovic –lo que provocó que Vela pasara a la punta del ataque–, y había metido al ‘Chori’ Castro por un Griezmann que, por el rostro, no se distinguía si le aquejaban molestias o fatiga. Tras la expulsión, divertidos diez minutos de Rubén Pardo que, fresco y con el Olympique roto, abusó de su calidad inmensa, esbozada en una doble finta en el centro del campo que concluyó con un pase al que le faltó fuerza para ser crucial y en un recorte dentro del área que sentó a portero y defensa, pero que Bedimo salvó bajo los palos.
y 11.- Queda la vuelta en Anoeta para estar en el sorteo de la fase de grupos, pero el compromiso de este grupo hace difícil imaginar una hipotética remontada. Lo dijo Luis García tras el encuentro ante el Getafe, “la Real es de los pocos que pueden meter la quinta marcha”. Y en quinta puede circular por Europa con la misma personalidad que con la que ha pasado por Lyon.
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