No es fácil ser el hermano pequeño. Quizás por eso se lleve tan bien con Jonathan dos Santos, que vive una situación parecida a la suya (y casi de manera contemporánea). El mundo suele conocer a estos jóvenes jugadores por ser el hermano de, y las comparaciones son, en la mayoría de los casos, inevitables.
Pero Rafinha tiene un nombre propio. Y su juego, también. Con la diversión y el descaro que suelen caracterizar al prototipo de futbolista brasileño, el pequeño de los Alcántara aúna junto a ello la pausa y el toque de la más pura esencia de La Masia. Durante sus años en Barcelona, donde se convirtió en la promesa que es a día de hoy, destacó por su gran técnica y rapidez. Más directo que Thiago, y con un desborde excelso, Rafinha continúa con su crecimiento como jugador. Aceptó el reto que suponía salir de los brazos de un club como el Barça, al que muchos se agarran lo máximo que les permiten, ante el miedo que provocan los resultados que tuvieron las últimas cesiones de jugadores del filial. Toda una demostración de aplomo y valentía por su parte.
Quizás tuvo que ver en su decisión el hecho de que el sitio a donde iba era Vigo. ¿Cuántas tardes de gloria dio Mazinho a Balaídos? Sin duda, este formó parte de una dorada época celeste. Tuve la suerte de ver a Mazinho en directo, hace muchos años, en un Trofeo Emma Cuervo perdido de la mano de Dios entre Celta de Vigo y Sporting de Gijón, mientras comía pipas con Diezma y Dutuel (que no Dutruel) en la grada. Si algo ha heredado Rafinha de su padre es su potente tren inferior, sin duda. Y el hispanobrasileño lo aprovecha para proteger muy bien el balón cuando está en su poder. Quizás también obtuvo Rafinha en los genes Alcántara ese sacrificio como centrocampista que demuestra sobre el césped, quién sabe. Lo cierto es que no solo produce en lo ofensivo, si bien la intensidad con la que pelea algunos balones le suele acarrear un problema: las tarjetas. Ya en el filial azulgrana mostró una tendencia a recibir demasiadas tarjetas, siendo uno de los que más amonestaciones acumulaba al final de temporada del total del equipo. Con el Celta ya se ha perdido un partido por culpa de este motivo, acumulando nada más ni nada menos que cinco tarjetas en nueve partidos.
El problema de la circulación de balón que sufre el Celta (del que se habló anteriormente aquí) desde inicios de temporada ha supuesto un obstáculo para Rafinha, pero tanto él como Luis Enrique han sabido sobreponerse al escollo. Como el balón no le llegaba a Rafinha tanto como sería de esperar, Lucho decide usarlo como extremo derecho, donde se han visto los mejores minutos de Rafinha en lo que va de liga. Situado allí, no solo recibe de espaldas y aguanta la pelota para dar un respiro a todo el equipo, sino que acto seguido se le abren diversas opciones para iniciar una jugada, ya sea tocando atrás o iniciando una diagonal en la que usualmente saca ventaja gracias a su dribbling.
Pregunta atrevida sin duda, para la que cada uno tendrá su respuesta. Lo que sí es seguro es que Rafinha, en caso de llegar, aportaría algo diferente. Es un tipo de mediocampista que el Barça ahora mismo no posee. Combina a la perfección el jugar al primer toque con la verticalidad hacia portería y una gran capacidad para el pase en largo mientras consigue un elevadísimo porcentaje de pases completados. Y todo esto mientras marca un gol cada tres partidos. No está nada mal, ¿verdad?
Conseguir un 85 % de acierto en pases en el Celta de Vigo no se antoja tarea fácil, sobre todo cuando tu lugar en el campo cada vez está más y más adelantado. Ese es otro de los aspectos en los que Rafinha destaca: su polivalencia. Puede jugar a ser Xavi (llevando el timón del equipo), a ser Iniesta (dando ese último pase milimétrico) o incluso a ese Messi de antaño, aquel de Rijkaard que se hacía un nombre mientras se pegaba a la banda derecha. Personalmente, creo que en el caso hipotético de que estuviera a día de hoy en la plantilla del Barça, habría sido todo un acierto hacerlo jugar de falso nueve durante la ausencia de Messi. Lógicamente, Rafinha no es el argentino, pero tampoco lo son otros jugadores que han intentado sustituirlo (Messi solo hay uno, aunque para algunos solo sea ese señor), pero las características intrínsecas del hermano de Thiago son las ideales para cubrir las exigencias de esa posición en el campo.
Teorías y especulaciones aparte, el futuro de Rafinha pasa por su presente. Y por suerte, él lo sabe. Será un verdadero placer observar cómo llega. Porque todo apunta a que llegará.
* Diego Basadre.
– Foto: EFE
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