"Se llama genio a la capacidad de obtener la victoria cambiando y adaptándose al enemigo". Sun Tzu
El Real Madrid ha completado una de las temporadas más exitosas de los últimos años. A pesar de que tan solo se ha alzado con la Liga, tanto el juego exhibido y realizado como las estadísticas demuestran que este equipo, junto con un Barcelona en continuo proceso de renovación, se encuentran en cotas inalcanzables para el resto de clubes de Europa. Solo el Bayern de Munich demostró estar en ocasiones a la altura de los más grandes, permitiendo abrir la veda de la duda y dejar un resquicio por el que pudiese guarecerse en el Olimpo del fútbol, lugar de residencia de madridistas y culés.
Como en la vida misma, nunca nada es perfecto. El Real Madrid ha basado su estilo en un feroz ataque cimentado en una velocidad vertiginosa y un excelso y preciso movimiento de balón desconcertante para la defensa rival. Auspiciado por Cristiano Ronaldo, ese contraataque le ha valido para ganar partidos ante valientes tácticas de entrenadores contrarios dispuestos a derrocar al Madrid en el Santiago Bernabéu. Pero a la hora de poner la pausa, de calmar los ánimos, en ocasiones enrabietados y envalentonados, tan solo un jugador era capaz de tranquilizar el cuero, de domarlo y de evitar la catástrofe. Eran tan solo momentos puntuales, porque esta temporada en un pulso pocos han sido capaces de vencer al Real Madrid. Pero una de las pruebas más concluyentes fue la de la eliminatoria ante el Bayern, el gigante de Baviera, aún más claro el encuentro de ida en el Allianz.
Xabi Alonso, probablemente la pieza más importante de este Real Madrid de Mourinho, llegó asfixiado a un duelo donde su importancia era capital. El Allianz Arena recibía al equipo blanco en un ambiente hostil que buscaba el pase de su equipo a una final que se disputaría en ese mismo estadio. El encuentro estuvo marcado por la exigencia impuesta a Xabi Alonso y su tremendo agotamiento: una temporada llena de partidos donde el tolosarra, a sus casi 31 años, ha jugado más de 50 encuentros como mediocentro del Real Madrid. Xabi era la única brújula capaz de sostener a un equipo que llegaba a pecar en ocasiones de verticalidad. Y ante los pupilos de Heynckes se comprobó que el físico tiene un tope. Incluso unas reservas. Y Alonso las había agotado.
Tras esta reflexión, a uno lo único que se le ocurre es buscar las causas. Sale a la palestra tanto la mala planificación deportiva como la imagen de un jugador que ha pasado inadvertido esta temporada en el Real Madrid: Nuri Sahin. El jugador turco llegó procedente del Borussia Dortmund por 10 millones de euros. Tildado de mejor jugador de la Bundesliga, llegaba a la capital de España con la vitola del fichaje más ilusionante de la segunda campaña liderada por José Mourinho. Las dudas en la prensa era sobre si llegaba para dar descanso a Xabi u ofrecerle sus servicios como escudero.
Lesiones y catástrofes físicas aparte, Nuri Sahin ha sido la segunda decepción más grande del madridismo este año, detrás de la no consecución de ‘la Décima‘, ansiada hasta más no poder. Llegó lesionado. La pretemporada la inició lesionado y comenzó la temporada aquejado de un dolor en la rodilla que le impedía estrenarse. El Bernabéu, como cualquier público de un teatro exigente, esperaba expectante para comprobar si era de recibo lo que se había desembolsado por un excelso jugador de 22 años.
Arribaba en Madrid como el fragmento complementario a Xabi Alonso. Esa posición de mediocentro que tanta controversia había levantado los últimos años. Emerson, Diarrá, Van der Vaart, Sneijder, Gago, Lass, Khedira, Coentrao… la lista es extensa. Por ello había un miedo razonable, semejante al que ha existido respecto a la posición de central, que hasta la llegada de Pepe nadie se imponía como líder. Tras cada recuperación se escondía una decepción más. Tras cada ilusión urgía una negativa. No, Sahin no estaba al 100%. Si lo hubiese estado podría haber dado un descanso merecido a Xabi Alonso en distintas fases de la temporada o mismamente acompañarle ante equipos ofensivamente limitados pero que en la parcela defensiva anteponían el resultado a cualquier estilo anterior de juego. Férrea defensa, bloque compacto, pocos espacios. ¿Hubiese servido la pareja Sahin-Alonso? El aficionado al fútbol se quedó con las ganas.
Futbolísticos, físicos o personales, desconocemos los motivos que llevaron a Mourinho a prescindir de Sahin. Muchos dicen que ha sido una temporada aciaga para el turco; ha perdido un año de su vida profesional, corta y vertiginosa. Otros pocos creen que siempre es beneficioso entrenar al lado de los mejores, de los más talentosos. Pero en el fútbol, la experiencia prima sobre la calidad en ocasiones. Por ello, Sahin llegó a plantearse salir mientras que desde la cúpula merengue la duda se trasladó al jugador y no a su situación puntual. ¿Podrá alcanzar el nivel del Dortmund? Podría ser el mejor fichaje. O la peor venta.
* Carlos Jiménez Barragán es periodista. En Twitter: @CarlosJimenez_B
– Fotos: EFE
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