1.- “Walk on through the wind, walk on through the rain, though your dreams be tossed and blown”. Anfield no se rindió. Ni siquiera cuando bajó el telón de la temporada 2013-2014 con ese sabor agridulce, el mismo que dejó la reconquista de la Premier League a solo tres puntos de alcance. Es posible que en la dilatada trayectoria de Steven Gerrard no llegue a existir jamás un momento tan doloroso como este. Ni siquiera cuando el legendario centrocampista de Whiston sopese una retirada que, por el momento, aún no asoma en el horizonte. Muchos le darán las gracias por haber sacado a relucir su extraordinario talento. Otros, quizá, por mantener con 33 años la ilusión del primer día en una última jornada en la que, a sabiendas de que el Manchester City partía con ventaja, el Liverpool mantuvo la mitad de su concentración en saber qué ocurría en el Etihad Stadium.
2.- Pese a que el nivel de sofisticación del fútbol los ha dejado en un segundo plano, hoy era día de transistores. De rumores en las gradas. También de caras de emoción y desesperación. Esa expresividad que transmite la hinchada de Anfield Road encontró hoy –una vez más– un espejo en un Luis Suárez que, pese a no lograr perforar la portería de Tim Krul, mantuvo en tensión constante al entramado defensivo conformado por Alan Pardew.
3.- Con nada que perder y sin Loïc Rémy en la convocatoria, el técnico de los magpies dio entrada a un once muy físico con una consigna muy clara: líneas juntas y contragolpes rápidos buscando la espalda de Agger y Škrtel. Por su parte, Rodgers mantuvo a su trío maravilla en ataque: Sterling, Sturridge y Suárez. Pese a que no fue su mejor tarde a la hora de buscar automatismos entre ellos, bastó la versión más peleona del ariete charrúa para poner en jaque a la zaga comandada por Fabricio Coloccini. Algo ocurre cuando Suárez toca el esférico. El tiempo se detiene, las defensas rivales guardan la posición y, entre ellas, vuelan las consignas contrarreloj para evitar lo que esta temporada ha aupado al punta oriundo de Salto a lograr el MVP de la Premier League: sus 31 goles y 12 asistencias. La pillería de Suárez pudo anotar en su cuenta un tanto más tras un libre directo en el que el delantero uruguayo sorprendió a Krul lejos de su portería, pero que Phil Dowd anuló tras considerar inválida la jugada.
4.- Como las adversidades nunca vienen solas, cinco minutos después de que un negro nubarrón cubriese Anfield llegó el primer tanto del Newcastle. Un centro en semifallo de Gouffran fue despejado hacia su propia portería por Škrtel. Así es el fútbol. En la última jornada, con opciones todavía matemáticas de alcanzar el título, uno de los jugadores que ha sido indispensable para comprender el retorno del mejor Liverpool alejaba aún más a los reds de un trofeo que tocaron por última vez hace veinticuatro años. Los intentos posteriores del Liverpool para devolver el equilibrio al marcador se estrellaron en dos muros difíciles de batir: Krul y el esporádico individualismo que, a menudo, brota fruto de la desesperación, personificada en Daniel Sturridge durante la primera parte. También buscó su propio camino Luis Suárez, que dejó nuevamente una jugada para la galería en la que, tras fintar sin balón a Coloccini, se zafó de tres rivales y buscó, sin fortuna, el fondo del arco del Newcastle. Para más inri, Nasri hacía estallar de alegría el Etihad en el minuto 40 con un estupendo tiro lejano desde la frontal que se coló en la portería de Adrián.
5.- El paso por vestuarios marcó un punto de inflexión. Lejos del conformismo que podría dictar la adversidad del resultado en Manchester, el equipo comandado por Brendan Rodgers olvidó sus miedos en el túnel y subió las líneas de presión para encerrar al Newcastle en su propio campo. Gerrard tomó el mando y Agger puso belleza a la anarquía apareciendo en ataque y defensa al más puro estilo box-to-box. Sin embargo, no fue por empuje como el Liverpool se reenganchó al partido, sino a balón parado. Sobre el peligro que entraña un libre directo botado por Steven Gerrard se podría escribir un auténtico best-seller, pero sigue siendo su increíble precisión en el pase largo lo que desnuda a las zagas del enemigo. En apenas dos minutos de juego –entre el 63 y el 64– el capitán red soltó las riendas para, en dos faltas casi idénticas, facilitar a Agger y Sturridge dos goles prácticamente iguales, casi sobre la línea de fondo y ganando la espalda a la defensa.
6.- Ya no importaba que quince minutos antes Kompany hubiese anotado el segundo y, a la postre, definitivo 2-0 ante el West Ham. Tampoco las expulsiones de Ameobi y Dummett. Nadie esperaba la fiesta en Anfield. Hace tiempo que había vuelto. Quizá porque, a pesar del segundo puesto final en liga, el Liverpool ha vuelto a sus orígenes. A su competitividad innata. La que ha devuelto a los hombres de Rodgers a la Champions League, un premio que muchos considerarán menor tras el mal trago del último tramo del curso, pero que vuelve a dar brillo a una competición en la que el Liverpool dejó varios de sus mejores momentos en este siglo XXI y de la cual también conoció el exilio.
y 7.- Ahora, tras una larga travesía que les ha dejado a las puertas de su meta, tras derramar lágrimas y explotar de satisfacción a partes iguales, Anfield vuelve a la primera plana. Pocos comprenden qué significa exactamente la canción cantada por Gerry and The Pacemakers, pero tiene mucho que ver con lo ocurrido esta tarde. Con fallar una vez, puede que más, pero siempre seguir adelante. Eso es el Liverpool. Y Steven Gerrard. También Luis Suárez. Y nunca caminaron solos.
* Pablo Varela.
– Foto: Matthew Ashton (AMA)
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