"El éxito se mide por el número de ojos que brillan a tu alrededor". Benjamin Zander
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Arrancó una nueva edición del Rugby Championship, el viejo 3 Naciones, que cambió su denominación tras admitir a Argentina la temporada pasada. Y lo hizo con un clásico, un partido de altos vuelos como el Australia-Nueva Zelanda en Sídney, partido que no tuvo mucha historia tras la paliza de los All Blacks a sus eternos rivales, contundente resultado de 29-47 para los visitantes. La nueva Australia de Ewan McKenzie se presentaba al certamen muy renovada, con nuevos jugadores dispuestos a debutar y honrar la camiseta de los Wallabies. En pleno cambio generacional, y con algunas bajas de jugadores importantes, la savia nueva liderada por Matt Tomua tenía una buena oportunidad de dejarse notar en el rugby mundial. Por otra parte, debutaban los actuales campeones, los All Blacks, que arrasaron el torneo del año pasado ganando todos los partidos y dejando claro que los actuales campeones mundiales son los reyes de éste deporte. Lo hicieron con una gran noticia, la vuelta de su eterno capitán, Richie McCaw, tras medio año sabático para descansar y volver más fuerte. A algunas bajas ilustres por decisión táctica, había que unir la baja de su apertura estrella, Daniel Carter. El jugador de los Crusaders está lesionado en el muslo y se perderá el principio del torneo. Igualmente, Nueva Zelanda tiene piezas suficientes para suplir cualquier baja, y la de Carter no iba a ser menos, con el fabuloso Aaron Cruden, bicampeón del Super XV con los Chiefs, tras ganar la final de 2013 precisamente a los Brumbies de Matt Tomua, el rookie wallabie. Un seguro de vida.
El partido arrancó muy lanzado y en la primera jugada ya pudimos ver lo que fue el resto del partido: gran manejo de Aaron Smith y de Aaron Cruden en la sala de máquinas de los All Blacks y debilidad defensiva en la zaga australiana. Nueva Zelanda se aprovechó del agujero en la parte izquierda de la defensa local para que Ben Smith penetrase y sumara al luminoso el primer ensayo del torneo, uno de los tres que anotaría, buen comienzo para el ala de los All Blacks. Nueva Zelanda cogió ventaja pese a que la posesión era local. Una posesión estéril, ya que no eran capaces de penetrar en la zaga All Black salvo una ocasión en la que Adam Ashley-Cooper pudo romper el muro, pero sin ideas, no supo cómo aprovechar la ventaja. Nueva Zelanda jugaba duro, con placajes contundentes. A eso pudo agarrarse Australia, ya que el árbitro sudafricano no concedía mucho a Nueva Zelanda y señalaba las infracciones visitantes. Christian Lealiifano, perfecto mirando a palos, puso por delante a Australia con un 4/4 en golpes de castigo tras el fallo del primer golpe de castigo local, sorprendentemente ejecutado por Jesse Mogg, la única manera en la que Australia podía producir en el marcador.
Por aquel entonces, rozando el descanso, Australia lideraba el partido por 12-10. Sin embargo, daba la sensación de que Nueva Zelanda se activaba cuando veía a Australia acercándose o por delante en el marcador. Esa ventaja aussie casi no pudo ser disfrutada, ya que Cruden taponó una patada defensiva de Lealiifano y McCaw volvió a aprovechar otro error en la zaga para devolver la tranquilidad en el marcador. 12-22 para Nueva Zelanda y el partido se rompió para los visitantes. Por suerte para Australia, Will Genia dejó en evidencia a Israel Dagg, que no supo defender la línea de ensayo. Previamente, Cruden no llegó a ejecutar la zancadilla francesa y la esperanza volvió a instalarse en el ANZ Stadium de Sídney con ese esperanzador 19-22. Al descanso, los visitantes lideraban el partido por 19-25 tras un golpe de castigo posterior con el que Cruden estiró la ventaja un poco más. Pese a las lagunas defensivas de los locales y la posesión poco aprovechada por Australia, el marcador aún estaba apretado y las opciones, abiertas.
Sin embargo, la segunda parte fue otra historia. Australia se fue del partido y esas lagunas defensivas se agrandaron. Nueva Zelanda aprovechó la disyuntiva para hacer sangrar a sus eternos enemigos y no perdonaron ni un metro de campo. Australia casi no vio la 22 rival. Tres ensayos más de Nueva Zelanda, auspiciados por otro golpe de castigo de Cruden, incrementaron la ventaja hasta el 22-47 en el minuto 72 de partido. Sólo Lealiifano pudo producir puntos para los locales en casi toda la segunda parte, al comenzar dicha segunda mitad con un golpe de castigo. De hecho, hasta el minuto 78 el parcial de la segunda parte era de 3-22. Un último ensayo de O’Connor, tras una buena jugada local, maquilló levemente el resultado, sonrojante igualmente para la exigente parroquia aussie.
Tiene pinta de que Nueva Zelanda se va a pasear por el torneo nuevamente, y veremos cuánto tarda McKenzie en dar con la tecla de la nueva Australia, pero parece que no será pronto. En la próxima jornada, Australia devuelve la visita a Nueva Zelanda con la incertidumbre de la sede tras el terremoto que sacudió Nueva Zelanda estos últimos días. Volver a llegar a la jornada tres con dos derrotas parece lo más probable. ¿Tomará la titularidad Quade Cooper ante Nueva Zelanda? Seguramente McKenzie decida tirar de experiencia en la salida más complicada para Australia en el torneo. Más morbo no podremos tener.
En el segundo partido del día, Sudáfrica humilló a los Pumas, que llegaban a Johannesburgo en un ambiente festivo. Todo era homenaje al gran Nelson Mandela, pero acabó siendo una fiesta que terminó casi antes de empezar. Sudáfrica ganó a la selección argentina por 73-13. Tras un ilusionante estreno en la competición la temporada pasada, rascando incluso un empate contra la propia Sudáfrica en suelo argentino, Argentina llegaba al torneo con la idea de buscar su primera victoria. Algo posible en estos días, tras acumular mucha experiencia en los últimos años. Sin embargo, todo salió mal. Y eso que al principio fueron manteniéndose en el partido con un par de golpes de castigo de Felipe Contepomi, histórico capitán, que estaba de vuelta en la selección albiceleste. Sin embargo, el partido se le escapó a Argentina por el sumidero cuando en el minuto 30 Eusebio Guiñazú recibió un sin bin y su equipo fue penalizado con un ensayo de castigo. Hasta esa infracción, la albiceleste aguantaba en el marcador (9-6). A raíz de ese momento, el sumidero se agrandó y Argentina desapareció del partido, de hecho, su delantera nunca se presentó en el encuentro y eso lo notó un equipo que trabaja mucho con sus delanteros. En sólo 10 minutos, Sudáfrica se fue en el marcador (26-6 al descanso).
La segunda parte directamente no existió. Sudáfrica humilló a los Pumas sin compasión, anotando 47 puntos consecutivos. Mención especial para Morné Steyn, el apertura sudafricano, que estuvo impecable mirando a palos desde cualquier posición. Cerró una jornada con una estadística casi perfecta: 11 de 12. Sólo al final el propio Contepomi honró a los Pumas sumando el primer y único ensayo para su equipo en el partido. Además, logró transformar y sumó dos cifras al marcador. Tras esta jornada triste para el rugby argentino, seguro que ya velan armas buscando revancha. La tendrán en siete días, cuando Argentina y Sudáfrica se citen en el Estadio Malvinas Argentinas, dónde los Pumas guardan un bonito recuerdo del año pasado. Será otra guerra, en la que seguro que los Pumas limpiarán su honorable nombre.
* Andrés Marchante.
– Fotos: Reuters – Olé
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