"La clave del éxito no es jugar como un gran equipo, sino jugar como si el equipo fuera una familia". Stephen Curry
Los hombres hacen buenos a los sistemas. Por más cruciales que sean algunos conceptos del juego o los diversos sistemas a emplear, son los intérpretes quienes otorgan armonía a la partitura.
Hace unos años, cuando Albert Capellas era el segundo entrenador del Vitesse neerlandés, hablé con él acerca de Nemanja Matić. El futbolista serbio acababa de ser traspasado al Benfica. Matić pertenecía al Chelsea, que desde hace tiempo utiliza al Vitesse como equipo en el que ensaya el rendimiento de jugadores de su propiedad. A veces se trata de jóvenes africanos que inician su camino europeo y son depositados un tiempo en Arnhem para romper el hielo. En otros casos, sencillamente son jugadores sin hueco en el Chelsea y que encuentran acomodo en el Vitesse mientras maduran. Matić era uno de estos. Tras media temporada cedido en el Vitesse, fue traspasado al Benfica en enero de 2011, como parte del fichaje de David Luiz por el Chelsea.
Albert Capellas fue muy rotundo al respecto: “Matić (22 años por entonces) será un gran jugador. Le falta un punto de velocidad para ser un gran interior o mediapunta, pero si lo trabajan bien y le dan buenos conceptos puede ser un mediocentro excelente”. Parecía un pronóstico demasiado atrevido, pero conservé la opinión de Capellas, que hoy en día es segundo entrenador del Brondby danés. Matić, desde luego, es ahora un mediocentro sobresaliente como preveía Capellas.
Matić es uno de esos futbolistas silenciosos que mueven equipos y hacen buenos los sistemas de juego. El formidable Chelsea de Mourinho costaría de comprender si no estuviera Matić. Sin duda, el equipo de Londres tiene otros futbolistas mucho más descollantes y que atraen los focos: Diego Costa y sus 8 goles en seis partidos o Cesc Fàbregas y esa personalidad desbordante que resurge en tierra inglesa. Todo gran equipo precisa jugadores de los dos tipos: de los silenciosos y de los brillantes. La armonía de la orquesta nace de la conjunción de estos distintos tipos de intérpretes. El fútbol europeo de hoy cuenta con un buen número de estos jugadores silenciosos: Milner, Lichsteiner, Piszczek, Alaba, Uchida, Rafinha… jugadores que se mueven fuera de los focos, pero que resultan esenciales para sus entrenadores. Quizás sea casualidad, pero muchos de ellos son laterales.
Los entrenadores viven del rendimiento de sus jugadores. Este fin de semana, José Mourinho ha disputado su partido número 250 como técnico del Chelsea. El balance es formidable: 165 victorias, 52 empates y 32 derrotas, con 452 goles a favor y 171 en contra. A su vez, Pep Guardiola ha cumplido 65 encuentros oficiales con el Bayern, con 50 victorias, 8 empates y 7 derrotas, 166 goles a favor y 48 en contra. Son balances excelentes ambos y que explicitan la doble necesidad: todo gran entrenador precisa jugadores formidables para expandir sus conceptos de juego; y toda suma de grandes futbolistas exige un líder técnico que una sus potencialidades y les convierta en un colectivo sólido. En esta ecuación, a menudo el entrenador tiende a ser el punto débil y, desde luego, es el más frágil. Mourinho y Guardiola han logrado hacerse fuertes bajo cualquier circunstancia, lo que es de reseñar ahora que Marco van Basten ha expuesto a la luz pública toda la presión y tensión que sufre un técnico.
Jürgen Klopp la está padeciendo al máximo en estas semanas en las que su Borussia Dortmund desfallece. Vive una epidemia de lesiones, sin duda, aunque no es el único equipo alemán que la padece, sirvan el Schalke 04 o el propio Bayern como otros ejemplos. En el caso del BVB, a las lesiones se ha unido su debilidad en el ataque organizado, que la ausencia inmensa de Gündogan está convirtiendo en un drama. Al Dortmund se le cierran los rivales y le arrebatan el oxígeno, de ahí que Klopp ansíe jugar contra rivales protagonistas. De momento ha cedido ya siete puntos respecto del líder y aún estamos en septiembre…
Al Bayern se le ilumina el rostro cuando Xabi Alonso aparece entre sus centrales para sacar el balón. Siete puntos sobre el Dortmund a 27 de septiembre era inimaginable hace pocas semanas, del mismo modo que avasallar al sólido Köln (había encajado un gol en cinco partidos) en su área sin permitirle salir de ella. Guardiola continúa redoblando su apuesta por los laterales (juega con cuatro de formación en cada partido) y va afinando lentamente a su equipo, incluso a Mario Götze, que hace unos meses parecía desnaturalizado y está regresando a su mejor nivel. Ahora llega Thiago y será muy interesante observar su mezcla con Xabi, Lahm y Götze. Entre tanto, Xabi se ha erigido en el “Chef“, como lo denominan en Alemania: desde que manda en el equipo, el Bayern solo ha encajado un gol (en seis partidos) y se ha hecho aún más dueño del balón. El sábado, Xabi superó la cifra de pases (175) y toques (204) en la historia de la Bundesliga, dato que no es más que curiosidad, aunque también refleja su personalidad sobre el césped. Como dijo Thomas Müller al terminar el partido de Colonia, “doscientos balones los toco yo en toda una temporada y él lo ha hecho en un par de horas…”.
La Juventus no ha encajado todavía ningún gol esta temporada (6 partidos). Mérito de Buffon y sus defensas, pero también de Allegri, que ha optado por no tocar nada de lo que dejó establecido Conte en su brillante periplo turinés. No hay una regla exacta que diga qué es mejor cuando se llega a un equipo campeón. A veces lo mejor es cambiar radicalmente el sistema de juego; en otras, lo mejor es conservarlo sin modificar. Nadie posee la receta mágica. Depende de las capacidades del técnico o del feeling que perciba en sus jugadores. Los hombres hacen buenos a los sistemas, aunque en ocasiones los sistemas ayudan a los jugadores a ser mejores. El 3-5-2 juventino continúa fluyendo y cada día que pasa Allegri tiene más argumentos para confiar en un esquema que sus jugadores sienten a flor de piel, valga Tévez como muestra.
De momento, los líderes Juventus y Roma se han distanciado siete puntos de los legendarios Inter y AC Milan y ocho puntos del Napoli de Benítez. Demasiado pronto todavía para considerar definitiva esta ventaja y ya no digamos los cinco puntos del Olympique de Bielsa sobre el París Saint-Germain o los cinco del Chelsea sobre el City y seis sobre el Arsenal. Pero siendo provisionales, son ventajas que generan dudas y duelen a los perseguidores. Las ligas se ganan al final, pero se pueden perder al principio.
– Fotos: Daily Mail – Chelsea.fc – Juventus.com
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