"La clave del éxito no es jugar como un gran equipo, sino jugar como si el equipo fuera una familia". Stephen Curry
Sorpresas te da la vida. Una rabona de Alex Song, por ejemplo.
Un futbolista no es solo su fútbol. Un futbolista es su talento más su trabajo, su ambición y su contexto. Ortega diría que un futbolistas es él y sus circunstancias.
Si le cambiamos el compañero a un defensa central, incluso el más rocoso puede cometer errores inadecuados por gelatinosos. Esa es una parte del contexto. Luego está el reconocimiento y la autoestima. Probablemente, Alex Song se siente importante en el West Ham con Sam Allardyce y se atreve a ser lo que pudo ser. Luego está la ambición y el deseo como motores que te hacen trabajar. Los mediapuntas del Real Madrid nos servirían de ejemplo: Modric, Kroos, Isco o James. Mediapuntas por vocación, pero capaces de sacrificar su ego por la cooperación en favor del objetivo común. Maticemos: si tuvieran que sacrificarse todos los minutos de todos los partidos como si fuesen simples peones, quizás dudarían. En este Madrid del dúctil Ancelotti (ductil como adjetivo elogioso) ellos cuatro saben que la mayoría de los días podrán lucir sus virtudes, con lo que se sacrifican gustosos sabiéndolo momentáneo.
Y solo al final está el talento, esa maravilla que no sirve apenas de nada sin trabajo, ambición y contexto. Balotelli posee un talento descomunal que arroja por el sumidero los días pares y también los impares. No es el primero ni será el último de los grandes talentosos en malgastar su capital innato.
Los grandes futbolistas son aquellos que aglutinan talento, trabajo, ambición y contexto y administran su ego en proporción similar a las necesidades del colectivo.
Mirémoslo también desde la vertiente opuesta: sin contexto no hay quien se salve. Drogba es Drogba en el Chelsea; Eto’o es Eto’o donde se le quiere (que no es donde más le pagan); y Christoph Kramer es un monstruo si su Mönchengladbach le arropa y protege, convirtiéndolo en el primer barrendero y el último zapador. Fuera de esos contextos favorables, ninguno de ellos alcanzaría su verdadero potencial, véase Song y su recital de juego, pases y recuperaciones.
En octubre, primer punto de control, hemos visto un Madrid imperial, un Chelsea formidable y un Bayern prometedor. También un City desleído, un Barça desconcertado y un Dortmund incomprensible. Pero octubre es solo eso, un punto de control, ni siquiera una meta volante. Hay ligas muy enfocadas (Premier y Bundesliga), una imprevisible (Ligue 1) y otras dos con promesa de emociones variadas (Serie A y Liga BBVA).
Pero todo está por hacer. Mourinho y Guardiola querrían sumar veinte puntos de ventaja sobre el segundo, pero aún no les alcanza. Bielsa es líder, pero menos y ya vaticinó Sagnol que el PSG no se rendiría. Allegri y Luis Enrique intuyen un largo sufrimiento por delante pese a marchar aún en cabeza. Un equipo ofuscado puede perder todas sus opciones ligueras antes de llegar a noviembre, pero lo que no resulta posible es ganar los títulos en octubre. Y haremos bien si, pensando en la Champions, desconfiamos del momento presente. Los equipos son momentos, del mismo modo que Europa se gana o pierde por detalles. Estamos demasiado lejos de la meta berlinesa como para imaginar lo que puede ocurrir dentro de muchos momentos. Las cartas apenas se están empezando a barajar.
– Fotos: Reuters – Getty Images – Juventus.com
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