No te la paso (o quizás sí)
Una de las cosas que nos dejó Guardiola fue la salida de balón desde atrás. Fue algo que se hacía sí o sí. Ver a Valdés jugar un balón largo era más difícil que encontrar un taxi libre en hora punta en día de lluvia.
Como con muchas cosas, esto ha tenido gente a favor y en contra. Los que están a favor dicen que es la manera de conservar el balón y poder construir el juego. Los detractores dicen que es peligroso, que una presión bien aplicada puede provocar una pérdida en una zona muy cercana a la portería y provocar un gol en contra.
Sin embargo, antes de valorar si una es mejor o peor, si es más aceptable o no, deberíamos hacer otro planteamiento: ¿jugamos igual si hacemos una cosa o la otra?
Yo creo que no y ahí es donde radica una gran parte del problema. Si queremos tener el balón desde el principio y mantenerlo a cualquier precio, deberemos optar por esa salida desde atrás. Eso nos permitirá, en caso de llegar a un punto del campo donde no podemos continuar, volver atrás y empezar de nuevo a jugar. Como hemos dicho antes, tiene riesgos, a veces muy elevados, por esa posible pérdida en zona de creación. Tardaremos más, seguramente, en llegar a la zona de peligro contraria, pero por otro lado podemos tener una muy buena disposición táctica sobre el campo. Y eso siempre es bueno.
Por otra parte, podemos pensar en hacer un pase más largo (al compañero) y empezar a jugar desde mediocampo (aproximadamente); esto nos permite, de manera más rápida, llegar antes al área contraria y, consecuentemente, tener opciones, antes, para una jugada de gol. En este caso, los dos equipos estarán más estirados, lo que da para que haya más espacios y ya se sabe que el fútbol es una cuestión de espacio y tiempo.
Hay otra opción más: el saque en largo del portero, buscando la referencia arriba para que baje el balón y, a partir de ahí, buscar la jugada a la banda para un centro y posterior remate. Aquí, en general, existe muy poca construcción de juego elaborado y en pocos pases puede producirse un remate a gol.
Sin embargo, sí que hay una cosa muy clara: en función del tipo de salida escogida, nuestra manera de jugar será diferente. Y esto no hay quien lo cambie. No podemos querer hacer un juego posicional si la salida de balón es en largo, como no podemos jugar directo si empezamos desde atrás con los famosos quince pases. Pero que no se confunda una manera de jugar, como idea, con una solución puntual. No hay que despreciar las opciones de contraataque cuando se tienen, aunque juguemos más posicional. Como tampoco hay que quitarse el balón de encima porque lo nuestro sea jugar al contraataque. Es obvio que el equipo que juega posicional deberá ver muy clara dicha opción de contraataque para realizarla. Si no es así, empezará a tocar el balón, como es obvio.
También es obvio que no todos los jugadores sirven para cualquier manera de jugar. Los hay que gustan (se sienten más cómodos) de grandes espacios para recibir un balón largo y encarar la portería contraria. Otros son más de driblar para centrar posteriormente. Algunos tienen ese guante en el pie para distribuir a la derecha o a la izquierda según convenga. Hay defensas que no quieren complicaciones: balón para arriba y que jueguen otros. Otros defensas paran el balón, lo controlan y lo distribuyen, aunque sea siempre al mismo jugador o a su portero.
Y aquí volvemos al inicio de casi todo: qué jugadores tenemos, para poder jugar de una manera o de otra. Si nuestros defensas o nuestro portero no están dotados técnicamente, difícilmente les podemos pedir que construyan juego desde atrás; si nuestros delanteros no son excesivamente rápidos, difícilmente les podremos poner balones largos por detrás de la defensa.
Es decir, estamos en el modelo de juego. En la manera de jugar del equipo. En lo que queremos que se haga cuando se tiene la pelota y cuando no se tiene. Y ese modelo, entre otras muchas cosas, debe incluir cómo se empiezan las jugadas. Desde cualquier punto del campo. En campo propio o ajeno. Tras recuperación o tras pérdida por la banda o por el fondo del contrario.
En el fondo, siempre es lo mismo: decidir qué hacemos cuando tenemos el balón y cuando no lo tenemos. Cómo queremos recuperarlo, cómo queremos jugarlo. Qué opciones debemos tener para recuperar, dónde lo queremos recuperar. Qué haremos cuando lo hayamos recuperado y en qué zona del campo.
La salida en corto o en largo es toda una declaración de intenciones en ese aspecto. Indicamos cuál es nuestra idea, nuestra propuesta y nuestra filosofía. Indicamos si tenemos paciencia o nos gusta la velocidad pura y dura. Indicamos si queremos una pelea contínua por la pelota o, por el contrario, si la queremos monopolizar. Indicamos en qué circunstancias queremos tener a nuestro equipo bien puesto (¿ordenado, quizás?), qué zonas del campo queremos explotar y cuáles no queremos que nos exploten. Todo esto, y más, pasa cuando escogemos qué tipo de salida queremos hacer desde atrás.
Pero no confundamos ciertos términos. Hay equipos que dominan el balón, pero no el juego. Hay quienes dominan el juego sin dominar el balón y hay quienes dominan las dos cosas.
No entraré en cuál prefiero. Sólo diré, como Cruyff: “Si yo tengo la pelota, tú no la tienes y, por tanto, tienes dos problemas; el primero es tener la pelota”. Te la paso (o quizás, no).
* Jordi Pascual es entrenador y Director Técnico del FS La Massana.
– Foto: Claudio Chaves (Mundo Deportivo)
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