Dos fechas más pasaron y Argentina quedó más cerca del Mundial de Brasil. Triunfo claro ante Venezuela y valioso empate en La Paz, un reducto siempre complicado para la albiceleste. Más allá de lo numérico, del liderazgo en la tabla de posiciones, quizás la nota más destacada es que el equipo no extrañó en demasía las ausencias y mantuvo su línea.
En el primer partido, ante la vinotinto en el Monumental de Buenos Aires, los de Sabella salían a la cancha sin Sergio Agüero ni Ángel Di María, el primero ausente por lesión y el segundo suspendido por acumulación de amarillas. Si bien Lavezzi cumplió con su entrega, sorprendió la buena tarea de Walter Montillo, uno que seguramente no estaba en la cabeza de la mayoría pero sí de Sabella.
Montillo surgió hace tiempo ya en San Lorenzo como un enganche, una pieza tan argentina como el asado o el dulce de leche. Pero a diferencia de esas delicias culinarias, los propios (entrenadores) argentinos empezaron a desconfiar, en su mayoría, de estas piezas autóctonas y así jugadores como Montillo, Conca o Damían Díaz –por citar tres casos– debieron buscar su horizonte en otras latitudes latinoamericanas.
Con la ‘7’ en la espalda, Montillo fue un muy buen socio para Messi en ese primer juego. El volante del Santos de Brasil subió sus acciones de cara al Mundial y parece ponerse por delante de José Sosa, volante del Metalist de Ucrania, que había sido un habitual de las convocatorias de Sabella. Punto para el entrenador por pensar en un jugador que a priori no estaba en las apuestas para formar parte del seleccionado.
Victoria casi de oficina luego del primer gol aquella ante Venezuela. La defensa volvió a mostrar grietas en los pocos avances visitantes cuando, es cierto, Argentina había dejado de presionar la salida de su rival, al mismo tiempo que ya se había replegado para salir de contra. Lo que sí fue una constante en ese avance final venezolano y en todo el juego en Bolivia fue la buena prestación de Sergio Romero.
El arquero de la Sampdoria comenzó a develar respuestas de un arquero de equipo grande. Esto quiere decir pocas intervenciones pero decisivas. Es cierto que en el Hernando Siles fue mucho más exigido, pero las circunstancias eran totalmente diferentes. De cualquier forma, el futbolista surgido en Racing ratificó que es el portero titular.
Hablar de Messi parece redundante pero su juego ante Venezuela fue otra muestra de que es el líder futbolístico del equipo, marca los tiempos y lo hace definitivamente detrás de los puntas. Precisamente uno de ellos, Gonzalo Higuaín, parece haber nacido para jugar en la selección: es el goleador de las eliminatorias tras su doblete ante los caribeños.
Pero el delantero del Real Madrid se ganó una amarilla (pareció adrede) y se perdió el juego en Bolivia. Quizás a la distancia no se tenga la magnitud de lo que implica para un equipo del llano ir a jugar a la altura. Dejando a un lado las estúpidas polémicas en torno a si Bolivia puede o no actuar en los 3.600 metros de La Paz (queda claro que sí; más allá de la ventaja que obtengan, es su lugar en el mundo el Altiplano), para los argentinos siempre fue un problema, casi un fantasma, presentarse allá.
El último antecedente de Argentina en La Paz no ayudaba: en el 2009 Maradona sufrió su primera derrota como técnico argentino al ser humillado el conjunto albiceleste por 6-1. En la previa Diego había hablado de “gambetear a la altura”.
Sabella dispuso ocho cambios y sólo Romero y los dos líderes del equipo, Messi y Mascherano, repitieron titularidad con respecto al partido de cuatro días antes. Luego de un mal arranque Argentina terminó dibujando una actuación aceptable y estuvo cerca de llevarse la victoria. El ya citado Romero, Mascherano, Banega (autor de un gol de cabeza), pero en especial Ángel Di María –quien tuvo un despliegue conmovedor– fueron los más destacados. Messi, por otro lado, padeció el partido y le costó horrores cada esfuerzo físico que realizaba.
El volante del Real Madrid volvió a la actividad luego de su lesión en Old Trafford y fue la figura de la cancha, el abanderado de la reacción argentina. Peruzzi, Banega, Campagnaro y Basanta (el defensor del Monterrey, otra sorpresa de la lista de Sabella) demostraron en La Paz que pueden ser piezas de recambio para próximas convocatorias. También es necesario mencionar que, más allá de los problemas que genera la altura, del otro lado estaba la selección más floja de la Conmebol.
El balance es positivo, sin ser extraordinario. Eso en sí mismo es una buena noticia, el camino (gustos personales a un lado) parece estar trazado. La selección argentina transita por esa senda y a poco más de un año para el Mundial aún tiene cosas por mejorar, el techo aún está alto.
* Diego Huerta es periodista y editor del sitio web Cultura Redonda.
– Foto: EFE
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