1.- Ni Francia, ni Inglaterra. Ninguno decidió cambiar el ritmo, alterar escenarios ni arriesgar el mínimo que podría precisar la victoria. No quisieron querer. Solo cuando los de Blanc perdían 1-0, insistieron y percutieron la portería de Hart. Solo con transiciones ofensivas quisieron los de Hogdson, altamente ‘chelseaficados‘ en una superpoblación de jugadores interiores y el candado echado en torno a la frontal del área, donde chocaban todas las asociaciones francesas.
2.- Como preveíamos, Francia buscó asociarse, con bastante más talento individual que colectivo, pero con la impregnación de Blanc y la prolongación de Benzema en el césped. Los laterales marcaron negativamente el estilo. Probablemente, por la voluntad de preservar, el temor a iniciar con una derrota. Las combinaciones interiores entre Benzema, Ribéry y Nasri existían, pero Inglaterra defendió lo más estrecho posible, no permitió un espacio y Francia chocó y chocó.
3.- Hablamos de laterales. Debuchy llegó durante la primera parte, apareció y se mostró con una actuación notable. Evra no estuvo, apenas sumó en ataque. Ellos marcaron la pauta. Con Ribéry, Nasri y Karim por el centro (más Cabaye y Malouda desde atrás), sin laterales largos e incisivos, Francia era previsible. Tremendamente previsible. Un mal que padeció España en determinadas fases contra Italia. Un mal ante un equipo ordenado, que amontona jugadores por el centro y une sus líneas hasta parecer una propia. Francia rebotó contra el muro inglés. Contexto esperado, soporífero para el espectador y agobiante para Benzema.
4.- Inglaterra formó con un 4-4-2 de base, plano, preocupado por defender, por no perder. Agazapar y lanzar, correr. Durante la primera parte, se atisbó; en la segunda, el orden fue absolutamente prioritario y solo pérdidas francesas permitieron alguna llegada. Incluso el descarado Oxlade-Chamberlain pareció encorsetado como interior izquierdo, oxigenando a Cole y cerrando a Debuchy. Hogdson no quiso perder; Blanc tampoco. Se olvidaron de ganar.
5.- En la primera parte, la única verdaderamente atractiva, Inglaterra sorprendió cerrando más arriba. Cabaye sufría para elaborar y Karim se limitaba a apoyar de espaldas. Un Benzema asociativo pero lejos del ‘9’. Un bailarín que no supo estirar a Terry y Lescott, para los que la tarde fue bastante plácida. Solo la desunión entre centro del campo y defensa ‘bleu‘ permitió correr a Inglaterra. Permutaban Milner y Young la posición, generaban atracción y espacio para Welbeck. Todo quedó más o menos en eso, un atisbo escaso de voluntad.
6.- Se puede creer en ambos. Existen motivos. La fase defensiva de Inglaterra pareció firme, cerró pasillos interiores e incluso, en los primeros 45′, se lanzó. Probablemente tenga que cambiar estilo ante Ucrania o Suecia, pero el efecto Chelsea parece bien asimilado para la ronda posterior… si llegase. El doble pivote Parker-Gerrard es interesante, pero uno necesita más libertad, porque ni Young, ni Milner, ni Oxlade son capaces de elaborar lo más mínimo.
y 7.- Francia es la sensación, la magia, la chispa que va a encenderse pero no lo hace; la asociación infinita, pero individual; los laterales largos, pero tardíos. Todo ello y Benzema, el jugador flotante, que aparece en todos los espacios para apoyar pero que hoy no leyó los movimientos para estirar y abrir grietas en favor de Nasri y Ribéry. No provocó tensión ni dolor en la expuesta pareja Lescott-Terry. Decidió horizontal cuando el partido requería desmarques verticales. Con Francia hay que ser optimista, darle tiempo. Se gusta, pero aún no termina de gustar. Hoy pareció algo similar a lo que describía George Sand: «La belleza exterior no es más que el encanto de un instante. La apariencia del cuerpo no siempre es el reflejo del alma». Ojalá no todo sea fachada.
* Fran Alameda es periodista. En Twitter: @Fran_Alameda
– Foto: Reuters
©2024 Blog fútbol. Blog deporte | Análisis deportivo. Análisis fútbol
Aviso legal