Análisis / Fútbol 2011-2012 / Eurocopa 2012
¿Cuál fue la principal diferencia entre la España campeona del mundo y la que jugó ayer? Que jugó Cesc en vez de Villa (“¡Un falso 9 en vez de un 9, menudo ataque de entrenador!”, apuntan). Ésta es y será la causa que la mayoría de “expertos” apunten como causante de no haber sido superiores a Italia (“Como deberíamos haber sido”, añadirán…). Al hablar de ello, obviarán el, para ellos, poco relevante detalle de que Pedro reemplazó en las últimas alineaciones a Silva y cualquier otra discusión en torno a cualquiera de los demás que fueron fijos en la cita de Sudáfrica (“¡Pero si con ellos se ganó el Mundial!”, zanjarán).
Al decir lo primero, se olvidan de que hasta Messi necesita un determinado contexto para poder rendir como falso 9. Sí, el técnico salmantino ha alineado jugadores con los que Cesc podía combinar, pero se ha olvidado de dar amplitud y profundidad para que el experimento pudiera resultar. El 9 mentiroso no es el encargado de hacer esto, sino de hacer exactamente lo que hizo Fàbregas: tener una movilidad constante, combinar y golear. Esa amplitud y profundidad se consigue con delanteros en las bandas (el único que la da por dentro y por fuera de los convocados es Pedro; por fuera también Navas y Jordi Alba), ¿o es que alguien piensa que el canario, Villa o Alexis sólo son importantes cuando marcan goles? Si juegas sin 9 y tampoco pones delanteros por las bandas, no queda nadie para ir en profundidad ni para estirar la defensa, y un equipo técnicamente inferior como Italia puede juntar sin preocupación su línea defensiva con la del centro del campo a una altura elevada y discutir la posesión a España, ya que nadie amenaza su espalda. Ni Llorente ni Negredo, ambos tan buenos rematadores como exentos de velocidad, habrían cambiado esto. Probablemente sí Torres, si bien sigue con el desacierto que lleva casi tres años persiguiéndole. Mención aparte merece cuando ocasionalmente la azzurra se ha cerrado, ya que aún más complicado es atacar una defensa cerrada sin nadie que la estire por dentro ni por fuera.
Por otra parte, cualquiera que hubiera seguido a la selección italiana y que conociera mínimamente a sus jugadores sabía que su táctica no sería defensiva al conocer la alineación. De hecho, el planteamiento de Prandelli ha sido más atrevido que el de Del Bosque, al colocar de inicio a dos delanteros, dos centrocampistas eminentemente creativos y dos carrileros, más extremos que laterales. Huelga decir que, incluso para alguien que no hubiera sabido quién era Pirlo, saltaba a la vista que Italia no es jamás un equipo fácil, como desde aquí se subrayó, por mucho que viniera de una situación controvertida y de una goleada en contra en un amistoso.
Cambiando de tercio, Silva nos parece indiscutible, como hemos apuntado. La referencia a la titularidad de Pedro en Sudáfrica en su detrimento está provocada por la importancia de su ausencia en la alineación, pues, no estando Villa, es el único que va al espacio, por dentro y por fuera, y además combina. Claro que el jugador del Manchester City está a un nivel superior, pero no da esa profundidad que sí que aporta Rodríguez y que fue clave para entender la mejora del combinado nacional en los últimos partidos de la Copa del Mundo. Está de más recordar que serían perfectamente compatibles en la alineación, pero para ello habría que apuntar hacia otros titulares.
¿A qué otros jugadores? Es aquí donde entra en liza la actuación del seleccionador. Veamos con un ejemplo la respuesta a muchas de las preguntas que se plantean. Luis Aragonés, tras la lesión de Villa, por delante de la defensa utilizaba a los siguientes 6 hombres: Senna; Xavi; Silva, Cesc, Iniesta y Torres. ¿Qué ha cambiado? Busquets por Senna y Alonso por Torres (cambio que ni siquiera sé cómo se podría definir). Pero lo peor de esta modificación no es la pérdida de un teórico goleador, como inicialmente se podría pensar, sino que Xavi, Silva, Cesc e Iniesta (probablemente, los cuatro jugadores más determinantes de España) juegan un escalón más arriba, quedando a una altura en la que su rendimiento disminuye notablemente, sobre todo el de Hernández. No obstante, más que por la altura, es por la ausencia de compañeros a los que asistir en profundidad, la cual es, en mayor o menor medida, una de las especialidades de los cuatro. También porque el peldaño extra introducido (Alonso) está aquejado de una grave dislexia.
Para muchos, la realización de estos apuntes está provocada por ser aficionado del Barça. No podrían estar más acertados, siempre que no cambien la palabra “aficionado” por “forofo”, pues el segundo se limita a pedir la titularidad de los jugadores de su equipo sin que ésta obedezca necesariamente a ninguna causa lógica. En cambio, muchos de los que hemos seguido al Barça de Guardiola hemos realizado un esfuerzo extraordinario (cosa que no han hecho muchos de los “especialistas” que infestan los principales medios de comunicación) por comprender la maravilla futbolística que protagonizaba nuestro equipo, si bien probablemente ni siquiera nos hayamos acercado a ello. Aún así, sí que nos hemos percatado de lo suficiente como para saber que centrocampistas (que siempre son los que definen el juego de un equipo) como Xavi, Iniesta, Silva, Busquets, Cesc, Cazorla o Mata encuentran su cénit futbolístico en el juego de posición, el cual ha tenido al Pep Team como mejor intérprete en su historia.
Por ello, parecerse lo más posible a dicho conjunto sería la manera de la que el rendimiento de la Roja alcance cotas más altas, y para ello Vicente del Bosque debe recordar (o aprender) algunos principios básicos como que sólo haya un pivote o atraer por fuera para atacar por dentro. ¿O acaso sería mejor volver a la furia sin tener ningún centrocampista físico? ¿O un juego más directo buscando constantemente el balón al espacio como el del Real Madrid, cuando los únicos atacantes rápidos son Navas, Torres y Pedro, cuyo nivel es muy inferior al de los jugones? Definitivamente, de estas formas la Selección no estaría a un nivel superior al de sus rivales, pues cuenta con peores jugadores para la práctica de dichos estilos.
Sin embargo, sólo unos pocos apuntaremos a estos factores y, para el resto, si se gana (lo que ahora mismo parece poco probable), todo será maravilloso; y, si se pierde, clamarán por la que considerarán evidente necesidad de desechar un estilo que se practica muy heterodoxamente cuando mediante su práctica ortodoxa España, con Luis Aragonés, encontró la mejor versión de su historia. Paradójicamente, los reproches que se harán al equipo “que debía levantar la moral” de un país hundido adolecen de los mismos defectos que los que se hacen a una sociedad en crisis, al igual que las reformas que se realizan: se reprocha y/o corrige lo más visible, lo superfluo, lo superficial, olvidando las causas estructurales cuya corrección evitaría que cualquier mejora fuera efímera.
*Rafael León Alemany.
– Foto: EFE – fernando9torres.com
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