Ahora sólo es posible un buen triple si el jugador está parado. El campo ensanchado permitiría una mayor facilidad en los triples en movimiento. (Aíto García Reneses)
La llave para hacer del baloncesto FIBA un baloncesto más atractivo no está en un cambio significativo de las dimensiones y distancias de las líneas de la cancha. Valga como ejemplo la NCAA. Allí, el triple está a 6,32 metros del aro, muy poco más que los 6,25 que hasta hace unos años marcaba la FIBA, y las posesiones son de 35 segundos. Y sin embargo, no es descabellado decir que es la competición más emocionante y espectacular que se puede ver, a pesar de tener tanteos muy bajos en muchas ocasiones. A diferencia de la ACB, la Euroliga, etc., la NCAA es una fábrica de hacer dinero, aunque los jugadores no vean un duro (pero eso es otro tema).
¿Qué quiero decir con esto? Pues que la razón del declive del baloncesto FIBA en los últimos años no está en la inmovilidad de las normas o la poca capacidad de innovación por parte de los organismos que lo dirigen. La clave de todo es la filosofía de juego que desde hace un par de décadas se ha instalado en el baloncesto del viejo continente. En algún momento, Europa se proclamó defensora de una esencia que no existe y unos valores supremos que no son tales. Como si el baloncesto se hubiera inventado a este lado del charco y los americanos estuvieran pervirtiéndolo con sus mates, sus pasos de salida y sus triples a más de siete metros. ¡Qué aberración!
Desde hace un tiempo, una corriente ha ido tomando fuerza para la renovación de las normas del baloncesto. Esa corriente tiene como uno de sus objetivos principales la ampliación de las medidas de la cancha. Argumentan, y puede que no les falte razón, que el crecimiento físico de los jugadores ha ido dificultando el desarrollo del juego en los últimos tiempos, provocando mayores problemas a los ataques en beneficio de las defensas, que han visto como los espacios son cada vez más reducidos. La solución es aumentar el ancho de la pista. Sin embargo, no se ponen de acuerdo en cuál sería la ampliación necesaria. Muchos ni dan una número, otros hablan de medio metro por cada lado, lo que aumentaría considerablemente la distancia entre la línea del triple y la línea lateral, facilitando que haya más lanzamientos desde esa zona. Ahora mismo, y en eso tienen razón, es habitual ver cómo muchos jugadores pisan la línea lateral, quedando invalidada la jugada.
Sin embargo, los mismos que propugnan esta ampliación parece que no han hecho un ejercicio tremendamente sencillo: comparar las medidas de las pistas FIBA con las de la NBA. Resulta que la diferencia es mínima. Tanto, que me atrevo a decir que su influencia en el juego es nula. La pista FIBA mide 28 x 15 metros, mientras que la pista NBA mide 94 x 50 pies, o lo que es lo mismo: 28,65 x 15,24. ¡Sólo 65 cm. más de largo y 24 cm. más de ancho! ¿De verdad creen que una diferencia tan pequeña puede justificar una distancia tan grande entre la NBA y el resto del mundo? Yo lo tengo claro: no. Si la explicación para pedir la ampliación de la pista en el baloncesto FIBA es el crecimiento físico de los jugadores, eso cae por su propio peso si miramos a la NBA. Allí están los jugadores más poderosos del mundo en el apartado físico y tienen unas canchas con una dimensiones casi iguales a las de aquí, lo que no les impide jugar un baloncesto que en ocasiones parece otro deporte.
La principal diferencia, y de ahí deriva todo lo demás, está en la concepción del juego como espectáculo, sin dejar de lado la competitividad y la lucha por la victoria. ¿Creen que si el Barça de Xavi Pascual jugara en una cancha más grande su juego sería distinto? El entrenador de Gavá seguiría con su misma manera de entrenar (con la que ha obtenido resultados excelentes, por cierto) porque no se trata del tamaño de la pista, sino del juego.
Pero hay más. La distancia entre la línea de triple y la línea lateral en el mundo FIBA es de 90 cm. Para muchos, escasa. ¿Saben de cuánto es en la NBA? De 3 pies: 91 cm. Me temo que los jugadores europeos son más torpes…
La FIBA decidió hace unos años dar un paso adelante y alejó la línea del triple medio metro. El objetivo era conseguir una mayor fluidez del juego de ataque, dificultando la defensa, pues habría más espacios dentro de la zona. El resultado se puede decir que ha sido nefasto. Todo sigue prácticamente igual porque, insisto, la clave de todo no está en las normas, sino en la intención con la que se juega. Una buena prueba de ello son los enfrentamientos Estados Unidos-España en las dos últimas finales olímpicas: 118-107 y 107-100. Sin prórrogas y con las temidas normas FIBA. La selección española tuvo que disfrazarse de NBA para poder competir. Era la única forma: jugar como ellos. E independientemente de la calidad de esos jugadores, un mensaje queda bastante claro: si se quiere, se puede.
Dicho todo lo anterior, y a riesgo de parecer incoherente, sí admito que el baloncesto FIBA debe realizar un profundo pero simple cambio en sus normas. Y digo simple porque todo consistiría en copiar el reglamento de la NBA. No puede ser que jugadores que cada verano comparten equipos y competición con sus selecciones jueguen, a lo largo de la temporada, con reglas diferentes. No es bueno para el baloncesto. Urge una unificación de las normas, y esa unificación pasa, inevitablemente, por copiar a la mejor liga del mundo y competición más poderosa del planeta. Ellos no van a cambiar, así que habrá que imitarlos.
*Darío Ojeda es periodista.
– Fotos: AFP – FIBA – NBA – NCAA
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