El 26 de enero del 2011, un terremoto sacudió Europa. Su epicentro, Siena. Por fin, después de un tiempo esperándolo, hizo aparición el mayor fenómeno emergente del baloncesto europeo.
Durante el mes y medio anterior ya había habido avisos. Una buena actuación en un intrascendente partido contra el Spirou Charleroi en la Euroliga y grandes encuentros contra el Granada, el Cajasol o el Fuenlabrada en la ACB. Ettore Messina, en teoría un entrenador complicado para que un jugador tan joven encontrara su sitio, sabía lo que tenía entre manos y lo había estado cuidando desde que llegó al Real Madrid. Pero llegó un momento en el que el mimo con el que siciliano había tratado a su jugador tuvo que dejar paso a lo evidente: aquello comenzaba a ser imparable y la prudencia, lejos de ser una ayuda, podría convertirse en un obstáculo.
Sin embargo, la explosión de Nikola Mirotic iba a llegar en el momento más inesperado, como el que no quiere la cosa. Un «Venga, que salga el chaval que aquí no hay nada que hacer». Y así fue. Aquel 26 de enero, en la segunda jornada del Top 16 de la Euroliga, el Real Madrid visitaba a uno de los mejores equipos de Europa: el Montepaschi Siena. Al comienzo del último cuarto, el Real Madrid perdía por 62-52, tras rondar los 20 puntos de diferencia. A dos minutos para el final, el marcador era de 64-72, el Real Madrid tenía el partido en el bolsillo y Mirotic nos había ganado a todos.
En el último cuarto, el ala-pívot anotó 13 puntos, para acabar con 17 y un 4/4 en triples. A partir de ahí, iba a ser imposible esconderlo. Fue seguramente el mejor jugador del Real Madrid en el resto del Top 16 y en el siguiente mes de la Liga ACB. Luego, es cierto, no mantuvo el nivel y tuvo un flojo final de temporada. Pero eh, tenía solo 20 años.
Mirotic llegó al Real Madrid con apenas 14 años. Ya entonces se le auguraba un futuro brillante. Y a fe que las previsiones no estaban equivocadas. Paso a paso fue destrozando a sus rivales en todas las categorías inferiores hasta llegar a los profesionales, donde con la misma facilidad ha ido dejando víctimas detrás de él. Lo hace todo de una manera tan natural que asusta. Y nunca se cansa de ganar. Más allá de sus impresionantes condiciones técnicas y físicas, de Mirotic destaca su ambición.
La que demostró para venirse a España. O la que demostró para dejar ‘tirado’ al Palencia Basket para irse a Estados Unidos a jugar el Nike Hoop Summit, consciente de que parte de su futuro NBA pasaba por ese partido. O la que ha demostrado en los últimos meses desafiando públicamente a Sergio Scariolo y la FEB por su no convocatoria con la selección española. Igual que Serge Ibaka, recibió la nacionalidad española por carta de naturaleza. Pero solo puede jugar uno de los dos. Y el de los Thunder es mucho pívot. Incluso ha dejado caer la posibilidad de jugar con Montenegro, su país de nacimiento. Permitir eso sería un error histórico para el basket español.
Si el baloncesto fuera el deporte nacional, el debate Ibaka-Mirotic coparía portadas, no les quepa duda.
Las estadísticas pueden engañar. De hecho, la historia del baloncesto está llena de jugadores a los que no les hacen justicia. No es el caso de Mirotic, cuya influencia en el juego de su equipo tiene su correspondencia en el boxscore. Suyas son algunas de las actuaciones más espectaculares de los últimos años, empezando por el partido de ayer contra el Blancos de Rueda Valladolid, en el que con 46 de valoración viajó hacia atrás en el tiempo hacia los días de Sabonis y Arlauckas. Un partido adelantado, entre semana y sin televisión en directo. Parece que al ala-pívot madridista tiene querencia por los partidos clandestinos. Su salto a la fama se produjo el día de Reyes del 2008, cuando en un partido del Torneo Junior de L’Hospitalet hizo ¡84 de valoración! (un poco dudosos, eso sí).
Donde sí pudimos verlo fue en el EuroBasket sub-20 de Bilbao, celebrado en el verano del 2011: 27 puntos y 10 rebotes de media para colgarse el oro. O también la temporada pasada, con partidos espetaculares contra el Maccabi o el Partizan, por ejemplo. Pero eran solo fogonazos, interesantes destellos de lo que esa mente privilegiada es capaz de hacer. Podíamos verle ganar partidos sobre la bocina o ajusticiar al rival desde el triple, pero nos quedábamos con ganas de más. Y seguramente él también.
Fuera de los Juegos Olímpicos, se puso manos a la obra para mejorar. Y se nota. Fue el mejor de la pretemporada y ha empezado la ACB como un tiro. El Real Madrid tiene que apoyarse en él, y en Rudy Fernández, para conseguir su gran reto: reconquistar la Euroliga. Además, no puede demorarse mucho en la empresa. Aún no ha terminado con Europa y Mirotic ya piensa en Estados Unidos. Hace dos años fue elegido en el draft de la NBA por los Chicago Bulls, que esperan verle jugar junto a Derrick Rose en el United Center. Allí está su futuro, más tarde o más temprano.
Pero si tardan mucho en traerle su menú europeo, Mirotic decidirá irse a probar el americano. Y no le va importar porque tiene mucha hambre.
*Darío Ojeda es periodista.
– Fotos: EFE – Real Madrid
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