Hay anécdotas que retratan a sus protagonistas. Kilian por fin había conseguido despegarse de Iker Karrera, obligado a ceder terreno por las puñaladas que sentía en su rodilla. Tal vez por verse ya ganador, entendió que podía dar una alegría a sus seguidores y firmó algunos autógrafos en el último avituallamiento de la Diagonale des Fous (170 km, 10.000 metros de desnivel positivo, 26 horas), su última carrera de la temporada.
Karrera, por cierto, no se retiró de la competición, sino que esperó a su compañera de equipo, Nerea Martínez, para acompañarla un tramo y que así se encontrara más animada.
El gesto no es una excepción en este deporte. En la Cavalls del Vent del pasado año, el mismo Kilian Jornet tuvo que retirarse de la carrera y decidió quedarse en un margen del recorrido para ir animando a otros corredores, en su mayoría populares. ¿Alguien se imagina a una figura del atletismo o del ciclismo en semejante gesto?
Dice en su blog que la que termina ha sido su temporada más trabajada, con los mayores volúmenes de trabajo y con las mejores sensaciones físicas, que se han traducido en su cuarto título mundial de skyrunning y 17 victorias y dos terceros puestos sobre 19 carreras disputadas, que incluyen tres ultratrails (pruebas de 100 millas o más con desniveles acumulados superiores a los 6.000 metros).
Son registros sin parangón en el mundo del deporte, ya que en su palmarés se mezclan competiciones que duran más de un día con carreras de kilómetro vertical, que Kilian cubre en menos de una hora. Añádanle sus triunfos en esquí de montaña y compárenlo con sus competidores. Su primera carrera de la temporada fue la Transvulcania (83 km), en la que quedó tercero. La semana siguiente venció en la Zegama, una maratón alpina, y se quedó a dos minutos de su récord. Fue él único corredor que repitió entre los diez primeros clasificados en las dos pruebas.
Lo variado y lo constante de su dominio lo equipara con otros mitos del deporte, como Emil Zatopek, que ganó el oro en 5.000 m., 10.000 y maratón; Michael Phelps en natación; o Carl Lewis y Jesse Owens, referentes en la velocidad y la longitud en su época. Aunque no es justo comparar entre deportes, y él es el primero que lo reconoce.
Jornet nunca se ha visto tentado por el asfalto, que es donde está el dinero y donde, por capacidad cardiovascular y condiciones, tendría posibilidades de acudir a unos Juegos Olímpicos. No envidia a los tótems del deporte y hasta hace poco contestaba él mismo sus mails y llamadas de periodistas. Hace lo que hace porque es para lo que vive. Es un ejemplo de autosuperación, de sacrificio como algo positivo y de humildad ante los demás y ante la montaña. Por ello, tampoco muestra resquicios cuando le preguntamos sobre el dopaje: “¿El objetivo de hacer marcas o ganar competiciones es tener una beca, ganar dinero y ser famoso? ¿O ver que eres capaz de ello? Si te tomas el deporte como una forma de vida y no como un medio para algo ajeno, te estarás engañando, y si es lo segundo, no estás respetando a los rivales”. No digan deporte, digan Kilian Jornet.
* Pau Farrás es periodista.
– Foto: Monica Dalmasso
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