Nicolas N’Koulou se ha perdido esta temporada 19 minutos de liga con el Olympique de Marsella, o lo que es lo mismo, ha jugado 3.401 de los 3.420 que el conjunto provenzal ha disputado en la Ligue 1. Si nos atenemos sólo a los números, ha sido el futbolista de campo más importante para Elie Baup. Cifras más que merecidas, puesto que el camerunés tiene una influencia clave en el juego del equipo. Siempre central en Marsella –su demarcación ya natural tras llegar procedente del Monaco, donde jugaba de mediocentro–, rol que le ha hecho asentarse como uno de los mejores defensores del campeonato francés.
No tiene un cuerpo como para marcar diferencias a través de una superioridad física manifiesta, lo que no quiere decir que no sea un futbolista más que competente en los choques, gracias a una buena musculatura en el tren superior, pero desde luego su eficiencia defensiva no depende en absoluto de su exuberancia física. Su potencia de salto le permite ser competitivo en el juego aéreo, pero para nada hablamos de un central dominante en esta faceta. En cuanto a su velocidad, habría que diferenciar entre distancias cortas y distancias largas. Cuando ha de cruzarse para corregir situaciones de pocos metros, es bastante explosivo, lo que le convierte en un seguro a espaldas de sus compañeros de zaga cuando se filtra algún balón interior con el equipo replegado. Sin embargo, si la distancia es larga, su velocidad sostenida es más limitada y depende mucho de su lectura para no verse superado si ha de realizar disputas a campo abierto. Quizá su gran virtud en términos físicos sea la agilidad. Su facilidad para situar cualquier parte del cuerpo para despejar balones le convierte en un buen defensor de área. A esa agilidad hay que añadirle una velocidad de reacción brutal para extender las piernas, por lo que también es complicado superarle si el poseedor de balón está cerca y pretende activar algún pase a su espalda.
Otra de las grandes virtudes de N’Koulou es su comprensión del espacio. Hemos de partir de la base de que hablamos de un futbolista con una serenidad tremenda, que no suele tomar decisiones arriesgadas –incluso por momentos parece demasiado conservador–, y esto le permite estar casi siempre bien posicionado. Sus cualidades físicas hacen que su mayor eficacia sea en situaciones de defensa organizada, pero lo cierto es que para nada resulta un futbolista fácilmente superable en acciones de transición. Cuando ha de correr muchos metros hacia detrás, y si ha de enfrentarse a un delantero rápido, lo probable es que vaya perdiendo progresivamente metros en la disputa, pero la gran ventaja que tiene es que es capaz de quedar lejos del rival y aprovechar su agilidad y lectura para escupirle a zonas exteriores. En resumen, al mejor N’Koulou lo veremos en una defensa continuada de área, sobre todo si esa defensa no le exige constantes duelos aéreos, pero su lectura y comprensión del espacio le convierten en un tipo eficaz en transición. Realmente es un defensor bastante completo en general y, por lo tanto, resulta más fácil encontrar un jugador con características muy concretas –envergadura, zancada, anticipación– para que sea su pareja defensiva.
El defensa del Olympique de Marseille es un futbolista técnicamente poderoso en varios conceptos, tanto con el balón en los pies como en técnica puramente defensiva. Con balón es ágil para girarse, conduce con limpieza –haciéndolo además con mucha naturalidad hacia zonas despejadas–, y esa sangre fría le hace un central competente en el inicio del juego. Hay que matizar que no es brillante para batir líneas con su pase raso, pero este problema lo resuelve con su conducción y consecuente atracción de rivales. Su técnica de pase es más limpia cuando ha de desplazar y, sin ser tampoco excesivamente eficaz en esta faceta, sí es cierto que tiene un golpeo con el empeine interior y frontal bastante pulcro como para encontrar varias veces por partido la banda opuesta con solvencia. Su falta de agresividad para abandonar la posición no le hace un anticipador demasiado brillante, pero sin embargo sí lo es una vez el rival ha obtenido la recepción de espaldas. Sabe medir la distancia y su técnica defensiva para meter el pie y robar es uno de sus grandes argumentos defensivos.
* David de la Peña es periodista. En la web: letrasyfutbol.blogspot.com.es
– Foto: AFP
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