"Lo que equilibra a un equipo es la pelota. Pierde muchas y serás un equipo desequilibrado". Johan Cruyff
Nadie conoce a nadie. En apenas dos jornadas de juego se desbarataron todas nuestras certezas. Los favoritos fallaban y las claves fueron diferentes a las que señalábamos. La primera ronda de playoffs, posiblemente la mejor primera ronda de todos los tiempos, se ha saldado con 50 partidos en total (26 victorias para equipos locales y 24 para equipos visitantes) y la sensación de que cualquier cosa puede suceder en el camino hacia el anillo. Solo una certeza bien grande: LeBron James y sus Miami Heat. Otra posible lectura de este mundo incierto es que, en el Este, los equipos aspirantes a desbancar a los Heat han mostrado más defectos que virtudes, mientras que el Oeste sigue en plan salvaje y las virtudes de un equipo pueden ser superadas por las de otro. En un lado se teme perder; en el otro hay hambre.
Después de una temporada regular en la que los Blazers ya demostraron que podían ganar en San Antonio, y tras el repentino salto de madurez de sus estrellas dejando en la cuneta a los Houston Rockets, un hueso duro de roer, todo parece indicar una serie igual de larga y fatigosa. Ambos equipos se adaptan bien a jugar de corrido o en posesiones largas, lo que podría repercutir en una batalla táctica apasionante. Ya solo el duelo entre Damian Lillard y Tony Parker puede valer una entrada. De la maestría de Popovich para reducir a Aldridge y su capacidad para mantener físicamente entero a su equipo saldrá el ganador. Los Blazers podrían tener problemas de fatiga física y mental si la serie se alarga, pues llegan a las semifinales con el depósito a la mitad. El plan de Popovich, pese a las enormes dificultades en las que le puso Dallas, parece ir por buen camino.
Si pese a la eclosión de la bomba Sterling y la tenacidad de Stephen Curry y los suyos los Clippers pasaron de ronda, cualquiera sabe ahora dónde está su techo. No sabemos si se trata de una excelente reconducción del factor emocional por parte de Doc Rivers, una lógica consecuencia de su talento o una mezcla de ambas cosas. En cualquier caso, va a ser difícil tumbar a un equipo que ha superado una prueba así. Algo para lo que los Thunder parecen contar con las armas, pero se duda de su lectura táctica de los momentos. A Chris Paul le costará sujetar al hiperactivo Westbrook, y Durant viene de ser minusvalorado por la prensa local y tiene el orgullo tocado. En la zona, el duelo entre DeAndre Jordan y Serge Ibaka amenaza con hacer temblar los cimientos del Oeste.
Reto mayúsculo para LeBron y los suyos, que fueron superados en cuatro ocasiones por los discípulos de Kidd durante la temporada regular, quizás el mejor aval que les precede en un año convulso. Lo que queda del orgullo celtic que caracterizó a Pierce y Garnett, bajo la batuta de un Williams que se está jugando la credibilidad en esta liga, se enfrenta a un equipo descansado y con toda su potencia física asegurada. Allen será pieza clave en el juego exterior de Miami, pues abrirá (o no) la zona a sus compañeros. En Brooklyn tendrán que hacer sacrificios y jugar inteligentemente para parar a LeBron en la zona. De los Livingston, Teletovic, Plumlee, Blatche y cía. va a depender la supervivencia de los Nets en la serie.
Indiana pasó de ronda, pero se llevó consigo todas las dudas que le precedían tras un tormentoso final de temporada. La química entre el grupo no es buena, sus fichajes no aparecen y han desaparecido hombres de la rotación (y aparecido otros). No es un gran presagio para enfrentarse a unos Wizards que han sabido combinar juventud y veteranía hasta conseguir un estilo reconocible. La velocidad de Wall y Beal junto a la experiencia y determinación de Nene y Gortat. Indiana tiene los nombres, pero no el ánimo. Los Wizards tienen el ánimo y se sienten más hombres que nunca. Una cuestión de feeling.
* Javier López Menacho.
– Foto: Danny Moloshok (AP)
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