Mucho más que una final

por el 7 junio, 2014 • 12:30

TENNIS - INTERNATIONAUX DE FRANCE 2014

Un hueco en una final de un Grand Slam es un nicho reservado para unos pocos elegidos. En este caso, para dos. Se trata de hombres con un plus en todo, empezando por la ambición, pasando por el tenis y acabando por el corazón. Dos titanes nacidos para reinar en su especialidad, llamados a gobernar durante muchos años el deporte de la raqueta. Solo la naturaleza ha obligado a Rafael Nadal y Novak Djokovic a repartirse los trozos de una tarta compuesta por cuatro centros universales. Este domingo se pone en juego el segundo de la temporada, en la Philippe Chatrier. Roland Garros elevará a uno de los dos contendientes a lo más alto, literalmente. La Copa de los Mosqueteros trae consigo el premio más deseado por cualquier profesional: el número uno. Doble recompensa en un partido de infarto celebrado como siempre en la Ciudad de la Luz. No se puede diseñar un plan mejor.

En esta ocasión no saltaron las sorpresas. El pronóstico de todos los especialistas se vistió de realidad y dejó por el camino a todo aquel que intentó escribir un futuro alternativo. Las dos últimas bajas, Ernests Gulbis y Andy Murray. El primero abrirá el lunes la puerta de los diez primeros por primera vez en su carrera; el segundo se marcha de París igualando su mejor resultado y con el quinto escalón del ranking dibujando su nombre. Un tipo de éxito que nada tiene que ver con el de sus dos verdugos. Tanto como para Rafa como para Nole, ganar es el único resultado permitido en su maleta de viaje. Todo lo que no cumpla esa meta será una carga que les aleje del objetivo principal. Así se refleja en sus 41 enfrentamientos previos, donde el 22-19 muestra la gran semejanza entre los dos mejores tenistas del circuito. Un balance que funciona a rachas, pero que siempre acaba desembocando en el mar de la igualdad. En las últimas cuatro citas el viento sopló favorable al de Belgrado, ya fuera en superficie dura o en lenta, algo que no deja dormir al español, quien para recordar la última vez que logró derrotar a su rival debe remontarse hasta la final del US Open del 2013. Desde aquel mes de septiembre, imposible hincarle el diente al serbio.

Si por algo son tan grandes es porque su éxito no depende de lo que se esconda bajo sus zapatillas. Esta vez tocaba arcilla y ahí están los números: Nadal llega a la final habiendo cedido solamente un set (contra Ferrer) y 40 juegos, una media de seis por partido. Alucinante. Djokovic, por su parte, ha dejado escapar dos mangas (ante Cilic y ante Gulbis) y 66 juegos, unos once por encuentro. Del mismo modo, estadísticas espectaculares que resaltan la gran superioridad de estos dos monstruos sea cual sea la plaza y el rival. La única diferencia remarcable y asombrosa es que el balcánico se ha mantenido sobre la pista durante 67 minutos más que el de Manacor, algo que extraña debido a que es el serbio el que suele resolver sus combates por la vía rápida. El camino de Djokovic ha sido más duro, con hombres como Tsonga o Raonic antes de llegar a semifinales. Las lesiones y tempranas eliminaciones (Almagro, Haas, Wawrinka) han beneficiado descaradamente al español, quien no se tuvo que enfrentar a ninguno de los sesenta mejores tenistas hasta que David Ferrer apareció al otro lado de la red en cuartos de final. Aunque esto, una vez el juez de silla tire la moneda al aire, no influye absolutamente nada.

El público francés se rinde a un jugador que ha alcanzado nueve veces la final durante la última década. Rafa Nadal presenta un balance de 65-1 en la suma de todos sus encuentros en París (Robin Soderling impidió el pleno eliminándolo en octavos de final en 2009), un cómputo de 89-1 en partidos a cinco sets sobre tierra batida, una bestia que encadena 34 triunfos consecutivos en la arena parisina desde la edición de 2010, en la cual repitió sus cuatro triunfos previos con otros cuatro entorchados más. Aquí nadie ha ganado más que él, nadie ha disputado más finales, nadie ha levantado más veces el trofeo. Englobando los cuatro grandes torneos, nadie en la historia ha salido victorioso en ocho ocasiones, ya sea en Melbourne, París, Londres o Nueva York. Nadal buscará este domingo ganar su novena Copa de los Mosqueteros. Extraterrestre. Solo el paso de los años dará el valor que se merece a estos datos pertenecientes a alguien de otro planeta.

Hay un hombre que daría lo que fuera por uno de esos ocho Roland Garros que brillan en las vitrinas del balear. Un preciado tesoro que se le resistió en 2012, precisamente ante Nadal, y que significa la última pieza del puzle para conformar el codiciado Grand Slam. Cuatro Abiertos de Australia, un Wimbledon y un Abierto de Estados Unidos. Seis majors que lloran por recibir al galardón olvidado, aquel que solo se obtiene midiéndote al mejor tenista de la historia sobre polvo de ladrillo. En caso de ganar, el serbio sería el primer jugador capaz de ganar al español en los cuatro torneos grandes, aumentando un poco más, si cabe, esa maldición que persigue a Rafa cada vez que el cuadro le ordena jugar contra el oriundo de Belgrado. Las molestias de espalda parecen superadas por parte del octacampeón en París, pero el miedo a salir derrotado de la Philippe Chatrier ante su archienemigo puede acarrearle una lesión definitiva sobre su mejor arma de trabajo: la cabeza.

Por si fuera poco, tras el telón de esta gira de tierra batida de 2014 se esconde un camino cubierto de tierra que lleva hasta el paraíso tenístico: la cima del ranking. El ganador del encuentro se llevará el trofeo a manos del mismísimo Björn Borg, la ovación de casi 15.000 presentes, un nuevo Grand Slam y, lo más importante, el número uno del mundo. Uno defiende corona, el otro oposita al trono. La batalla se espera repleta de alicientes, incluso desempatará, de paso, sus enfrentamientos en finales en torneos de esta categoría: 3-3. La última cayó del lado del español en Flushing Meadows.

La rivalidad más repetida de la Era Open tiene un nuevo capítulo mañana en el corazón de Francia, donde ocurra lo que ocurra presenciaremos un episodio histórico. Rafa Nadal, con 28 años, podría ser el primer hombre en ganar en nueve ocasiones un título, al mismo tiempo que empataría los catorce grandes de Pete Sampras. Por su parte, Novak Djokovic lucha por ser el cuarto hombre en la época contemporánea en reunir el poker de grandes títulos. Una segunda oportunidad en París frente al mismo rival, con el ingrediente especial de poder situarse por tercera vez en su carrera como número uno. Ya conocen a los protagonistas, ya saben lo que hay en juego, ya forman parte del espectáculo. Domingo, tres de la tarde. No hagan planes.

* Fernando Murciego es periodista.


– Foto: Fédération Française de Tennis




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