Cuando Valdano dijo aquello de que tendrían que apiadarse del que viniera detrás de Guardiola, nadie pensó que quizás, algún día, la víctima del adiós de Pep no sería su sucesor, Tito, sino su rival, Mou.
Cosas del futbol, de momento, sin Pep ha perdido más Mourinho que el propio Barça. Así lo dicen los números, pero también se deduce del comportamiento del entrenador portugués.
Sin Guardiola, Mourinho transmite confusión. Ha perdido su referencia competitiva. Ya no encuentra la motivación con tanta facilidad. Sus mensajes malintencionados y premeditados pierden fuerza por el camino.
En momentos de dudas, antes tenía suficiente con algunos dardos hacia Barcelona para encontrar estímulos fuera del campo. Pero sin Pep todo ha cambiado. Curioso dilema el de Mou hoy en día: no le motiva el cara a cara con Vilanova, aunque sigue necesitando enemigos para vivir. Anda loco buscando un leitmotiv para competir, para ir en contra y no a favor. Para mantener viva la llama de la motivación necesita alguien a quien llevar a su terreno y desafiar. Se alimenta de conflictos. Ese es su partido, el futbol es secundario.
Acertó Piqué cuando dijo que Mourinho buscaba en casa lo que no encontraba en Barcelona. Pasan los días y todo es más evidente. El portugués sigue siendo el centro de la polémica, pero sus enemigos ya no están en Barcelona sino en Madrid. Primero fue Valdano, después Casillas, luego Sergio Ramos, ahora es Toril y mañana será cualquier otro. Lo que no le importa es que su fórmula pudra las entrañas del madridismo. Esa no es su guerra. Él está de paso.
Mientras Mou se pierde en sus luchas, avanza la temporada y el equipo transmite las mismas dudas que su entrenador. Lo fácil hubiera sido escribir esto después de una derrota, pero ni las victorias cambian la realidad de este Madrid. Mourinho sigue siendo ese niño mimado por Florentino y el madridismo que nunca reconocerá que vivía mejor con Guardiola.
* Artur Vilalta es periodista.
– Foto: EFE
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