Me pregunto si Robert Pera, propietario de los Memphis Grizzlies desde hace seis meses, ha visto la película Moneyball (basada en el libro de similar título escrito por Michael Lewis), dirigida por Bennet Miller, con guión de Aaron Sorkin y protagonizada por Brad Pitt. Sospecho que sí. La cinta trata de un director deportivo que recurre a un gurú de la estadística para optimizar las decisiones deportivas de su equipo. El sistema que implanta el estadístico, que sigue a rajatabla un soberbio Jonah Hill bajo la piel de Peter Brand, está repleto de decisiones en apariencia incomprensibles, pero catapulta al equipo a competir por el campeonato. Hablamos de béisbol, pero es extrapolable a cualquier otro deporte, sobre todo si tiene el sello Made in USA.
El baloncesto americano se rige por normas similares a las del béisbol. En este sentido, el Peter Brand del baloncesto americano no es economista, sino un periodista deportivo y se llama John Hollinger. Hollinger lleva años analizando la realidad baloncestística a través de las estadísticas para la ESPN. Inventó un particular sistema para medir la eficiencia de un jugador teniendo en cuenta todos sus apartados estadísticos, pero incorporando aspectos más subjetivos, como el ritmo del juego, por ejemplo. A ese sistema lo llamó Player efficiency rating, PER, y hoy día es un referente para medir el impacto en el juego de cualquier jugador. Hollinger es, además, un experto pronosticador de equipos que disputarán los playoffs.
Robert Pera ha conseguido la difícil misión de convencerlo para que cambie la ESPN por los despachos. Ahora, el otrora analista deportivo será vicepresidente de operaciones de baloncesto de la franquicia de Tennessee. Según la misma ESPN, Hollinger será “una voz prominente, a tener en cuenta en la directiva del equipo más allá de simplemente aportar sus análisis estadísticos”.
Lo que no pasaría de ser un movimiento más de cuantos pueblan el mercado de las directivas NBA, tiene un valor simbólico enorme. El orden más frecuente, ese que llevaba a los entrenadores y ex jugadores a ocupar puestos de comentaristas o de columnistas en muchos medios NBA, comienza a invertirse. Hollinger es pionero por su trascendencia mediática. Ahora son los analistas y comentaristas quienes pueden usurpar el puesto de directivos y miembros del staff técnico. ¿Por qué se habrá dejado seducir Hollinger por la oferta de Pera?
Pues, probablemente, porque los Grizzlies forman una de las franquicias con un proyecto deportivo más sólido en la NBA. Los analistas son absolutos devotos del equilibrio y la plantilla del equipo está bien ponderada. Su quinteto titular lleva años jugando junto (Conley-Allen-Gay-Randolph-Gasol) y su fiabilidad en temporada regular está fuera de toda duda. Cuando Pera llegó, no se dedicó a cambiar la casa de arriba abajo como podría haber hecho cualquier millonario excéntrico con una nueva residencia en su poder. Respetó la idiosincrasia de la franquicia, mantuvo a hombres clave en puestos de responsabilidad y dejó que siguiera desarrollándose el espíritu de un equipo que el entrenador Lionel Hollins ha llevado de manera excelente durante los últimos años. Recordemos que en 2009-2010, cuando Allen Iverson y Zach Randolph llegaron a la plantilla, muchos pronosticaban un equipo ingobernable, donde no cabría balón para tanto egoísta. Las dudas se maximizaron al ver quién manejaba el barco, un entrenador novato cuyos sistemas propios eran una incógnita.
Hollins se zampó todas aquellas críticas con un hambre voraz. Dinamizó el conjunto rescatándolo del fondo de la tabla en asistencias por partido (ahora están en una dulce medianía) y dejó caer el peso del vestuario sobre dos profesionales con tendencia a huir de los focos para comandar el impacto deportivo: Marc Gasol y Mike Conley. Del primero se dice que fue uno de los culpables de que no traspasaran al segundo hace un par de años. Se negó en rotundo a la operación y lo hizo público declarando su contrariedad a todo aquel que se cruzara en el camino. Conley se lo agradeció con un crecimiento exponencial en su juego y un feeling en la pista fuera de toda duda.
Luego vino el debate sobre la compenetración (o no) de Randolph y Gasol en una cancha de baloncesto, y resultó que han compatibilizado notablemente su importancia en la pintura, erigiéndose como una de las mejores parejas interiores de la liga. Se dijo que Rudy Gay jamás sobreviviría a un entorno donde no monopolizara el balón y tampoco ha sido así. Para explicar por encima la conjunción a la que han llegado los Grizzlies, bastan 3 estadísticas:
En definitiva, Hollinger llega a una de las plantillas más depuradas de la liga. En un mercado pequeño como Memphis, y después de conseguir una fiel comunión con su público, el analista tendrá que potenciar la plantilla para darle el último empujón cualitativo, la capacidad de vencer a los más grandes. Es un secreto a voces en la NBA que nadie quiere verse en playoffs con los Grizzlies. Con el Moneyball del baloncesto a su lado y la alquimia de los números, se multiplican los motivos.
* Javier López Menacho
– Fotos: EFE
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