La ruleta ha dejado de girar en el Gran Casino de Montecarlo. Como si de repente el glamour y las apuestas se hubieran congelado o vivieran un compás de espera antes de reanudar la Marcha Radetzky del juego y el azar para que los focos vuelvan a posarse en el Principado. El ajetreo de este verano poco o nada tiene que ver con el pasado, cuando algunos de los mejores buques atracaban en la Costa Azul para colocar su fútbol a la altura de una dinastía de película. Se avecinaba un nuevo proyecto faraónico y algunos de los principales jugadores del continente se dejaron seducir por las bondades (deportivas y fiscales) de un club recién ascendido a la Ligue 1. Hoy, la estrategia ha cambiado y el AS Mónaco elevado a golpe de rublo ruso por obra de Dmitry Rybolovlev mantiene su apuesta encallada a la espera de mejores manos. Estas son sus bazas.
Los orígenes y ascensión del multimillonario empresario ruso Dmitry Evgenevich Rybolovlev (Perm, 1966) fueron ampliamente analizados en la revista 5 del Club Perarnau. Este coleccionista de grandes obras de pintura, propietario de una isla griega y que aporta importantes sumas de dinero a obras benéficas en su país, compró el Mónaco a finales del 2011, cuando el equipo vagaba por la Segunda División francesa. A través de la sociedad Monaco Sport Invest (MSI), el magnate pagó 100 millones de euros para hacerse con el 66 % de las acciones del club monegasco, convirtiéndose en el mayor accionista. Su objetivo era devolver al AS Mónaco a la Ligue 1 y convertirlo en el principal rival del PSG por el título liguero. Rybolovlev prometió invertir más de 200 millones de euros durante los siguientes cuatro años, y el propio Alberto II de Mónaco se congratulaba con la llegada del ruso: «Las exigencias del fútbol moderno enfrentan a numerosos clubes a grandes exigencias financieras, era inevitable que el AS Mónaco buscara un socio para desarrollarse».
Una vez logrado el objetivo deportivo –el ascenso a la Ligue 1– llegó el turno de Rybolovlev para hacer crecer al equipo. En el banquillo siguió confiando en Claudio Ranieri para continuar con el proyecto en la máxima categoría del fútbol francés. Para hacer el equipo más competitivo se guió por los consejos y la experiencia de Jorge Mendes, quien se convirtió en uno de sus principales socios para hacer llegar a Mónaco a algunos de los jugadores más deseados del fútbol mundial. Los nombres de Radamel Falcao, Joao Moutinho, James Rodríguez, Geoffrey Kondogbia, Jeremy Toulalan, Ricardo Carvalho o Éric Abidal elevaron las expectativas y confirmaron la apuesta de Rybolovlev. Todo al rojo. Quedó segundo en la Ligue 1 a nueve puntos del todopoderoso PSG, sobreponiéndose incluso a la lesión de su delantero estrella, Falcao, a mitad de temporada.
Las trabas comenzaron a llegar fuera de los terrenos de juego. El Consejo Constitucional de Francia autorizó al gobierno de François Hollande a aplicar el impuesto del 75 % a todos aquellos empleados que ganaran más de un millón de euros. En los últimos días del año 2013, el presidente francés cumplía así una de sus principales promesas electorales. Este nuevo impuesto, que el ejecutivo declaró como excepcional y transitorio para un momento de crisis, estará en vigor los dos próximos años y supone un gravamen a las empresas del 50 % sobre esos grandes salarios, que se suman al 25% de las cargas sociales. En la letra pequeña se subraya que la tasa recae sobre la empresa y no sobre los asalariados, y en ningún caso podrá superar el 5 % de la facturación de la compañía. Esta ley levantó ampollas en los terrenos de juego y sobre todo en los despachos. Los clubes amenazaron con declarar una huelga que finalmente no se produjo. Las estimaciones situaban en 44 millones de euros más al año lo que los equipos Ligue 1 tendrán que pagar.
Las presiones, no obstante, ejercidas desde la Costa Azul surtieron efecto. Desde Mónaco hicieron valer privilegios históricos firmados por el príncipe Rainiero, y crecieron los rumores sobre posibles pagos a plazos a la Federación Francesa de Fútbol por un valor total de 200 millones de euros para mantener su régimen fiscal. Apenas un día después de aprobar esta ley en diciembre de 2013, el gobierno francés promovió una segunda votación para ratificar o no que al club monegasco se le aplicara el impuesto para las altas remuneraciones. Fue el ministro delegado del Presupuesto, Bernard Cazenueve, el encargado de explicar el riesgo que suponía que el Consejo Constitucional no anulase la tasa del 75 % al ser aplicada a una empresa no domiciliada en Francia. Esto podría ser considerado anticonstitucional y por tanto podría anularse la ley por completo. Una mayoría corta (12 votos frente a 8) decidió mantener los privilegios fiscales del AS Mónaco, pero que la ley se aplicara al resto de clubes franceses.
Cazenueve reiteró que la voluntad era «lograr el objetivo de igualdad de trato» entre los clubes, aunque nadie entendió sus palabras a tenor de los hechos. En Mónaco, mientras tanto, respiraban más tranquilos porque su proyecto y su apuesta económica seguía siendo viable (algo que habría sido bastante más complicado aplicando la tasa). Ya tenían bastante en el Principado con respetar el Fair Play Financiero que la UEFA ha impuesto a todos los clubes a partir de la temporada 2014/15. Estas nuevas normas incluyen el análisis de los tres años anteriores (2011-2014), en los que no debe haber pérdidas superiores a los 45 millones de euros en total. Pero no solo eso, ningún propietario podrá aportar directamente 55 millones de euros o más hasta 2015 y 37 millones o más de 2015 a 2018. Las sanciones podrían llegar a la exclusión de las competiciones europeas. El AS Mónaco jugará esta temporada la Champions League tras quedar segundo en la Ligue 1, pero estas condiciones dificultaban su política de crecimiento.
A pesar del gran equipo construido por Rybolovlev la pasada temporada y de los buenos resultados obtenidos en su vuelta a la Ligue 1, el equipo de Ranieri nunca contó con el favor del público. El estadio Louis II de Mónaco es un recinto multiusos que cuenta con pista de atletismo y tiene una capacidad de 18.500 espectadores. Desde el principio, llenarlo fue una prioridad para los dirigentes rusos. Un objetivo fundamental para arraigar el sentimiento monegasco y que la afición, la audiencia y, por tanto, los ingresos crecieran. Este fue siempre uno de los principales obstáculos con los que se encontraron, ya que la asistencia media rondó los 8.000 espectadores en la temporada 2013/14 y ni siquiera en el encuentro contra el PSG el estadio se llenó (16.384). En cualquier caso, las aspiraciones de crecimiento siempre fueron reducidas porque la población del Principado apenas alcanza los 36.000 habitantes y su particular ubicación impide una ampliación del estadio, que a todas luces parece por ahora innecesario. Con estas condiciones, tanto la repercusión mediática como la creación de grandes ídolos resultan muy complicados en esta orilla del Mediterráneo.
No obstante, Alberto II de Mónaco no perdía la esperanza de crecer y crear un gran club bajo su reinado de la mano de Rybolovlev: «Este es un proyecto ambicioso que busca llevar al AS Mónaco a otra dimensión. Esto requiere una gran inversión de nuestro mayor accionista, pero no podemos pasar por alto la labor preeliminar de nuestro centro de alto rendimiento de entrenamiento». El monarca ya daba pistas en febrero de este año de por dónde se desarrollaría el club, mientras su principal accionista veía cómo sus cuentas corrientes sufrían un importante pellizco. El multimillonario ruso debía pagarle a su exmujer 3.300 millones de euros, según la sentencia de divorcio dictada por un juzgado de Ginebra el pasado mes de mayo. Eso suponía casi la mitad de la fortuna de Rybolovlev, lo que convertía a este divorcio en el más caro de la historia.
Otra separación, esta deportiva, llegó también al final de temporada. Rybolovlev prescindió de Claudio Ranieri, al que pagó 4,5 millones de euros por su despido. Su sustituto no fue ninguno de los grandes nombres que habían sonado para ocupar el banquillo monegasco. Leonardo Jardim, entrenador luso-venezolano procedente del Sporting de Portugal era el elegido. De nuevo, la mano de Mendes se dejaba notar y el AS Mónaco tuvo que pagar 3 millones de euros al club lisboeta, con el que todavía tenía contrato.
En cualquier caso, todo hacía pensar en una gran inversión o al menos en que grandes jugadores recalarían en el Principado este verano. El primero iba a ser Víctor Valdés, quien había firmado un precontrato con los monegascos tras no renovar con el F. C. Barcelona. La noticia saltó cuando el cancerbero catalán no pasó el reconocimiento médico tras la rotura del ligamento cruzado anterior de su rodilla derecha. «Víctor Valdés está lesionado y no vendrá al equipo», sentenció Vadim Vasilyev, vicepresidente del AS Mónaco. Valdés iba a cobrar una importante prima de fichaje por llegar libre y el contrato era de los más elevados de la plantilla monegasca. Ese mismo día se anunció la renovación de Éric Abidal, quien, según se deslizó desde su entorno, no estuvo muy conforme con el trato ofrecido por los mandatarios del Principado a su compañero y amigo Valdés y decidió aceptar la oferta que tenía del Olympiacos de Míchel.
Las bajas continuaron tras el Mundial, cuando James Rodríguez fue vendido al Real Madrid por 70 millones de euros que podrían alcanzar los 80 con los variables. Los monegascos tampoco pelearon por hacerse con los servicios de Sergio Romero a pesar del gran campeonato realizado en Brasil. El portero argentino estuvo cedido la pasada temporada por la Sampdoria y aunque apenas disputó minutos con Ranieri, el Mónaco tenía una opción de compra por 6 millones de euros. Otro que hizo la maletas fue el prometedor delantero Emmanuel Riviere, traspasado al Newcastle por 6,5 millones. Ya lo había advertido Vasilyev a principios de julio: «Nadie es intransferible en el Mónaco». ¿A qué responde este cambio de rumbo?
En Francia aseguran que la estrategia ha cambiado en el Principado. Conscientes de los rigores económicos Rybolovlev ya sabe que no puede seducir a grandes jugadores solo con grandes contratos, por lo que se ha decantado por descubrir a jóvenes talentos y crear una red de ojeadores para que crezcan en su centro de alto rendimiento y den el salto a los grandes de Europa dejando importantes sumas de dinero en las arcas del club para recuperar parte de la inversión y seguir creciendo. La intención es que el equipo siga siendo competitivo en la Ligue 1 y que se asegure puestos en Champions en las próximas temporadas para tener una fuente más de ingresos. En Mónaco se han fijado en el Porto y quieren copiar su modelo de negocio y explotación del club. Para llevar a cabo su nueva apuesta los monegascos ya han fichado al ojeador Admar Lopes, de 31 años, procedente del club portugués.
La inversión este verano se reduce a 24 millones de euros gastados en tres jóvenes jugadores: Aymen Abdennour, Tiemoué Bakayoko y Paul Nardi. Lejos de los nombres sonoros del año pasado y sobre todo de las cifras que se movían en el Principado. Los 166 millones de euros invertidos la pasada campaña no se van a repetir esta, y los futuribles (Nico Gaitán, Diego López o Sneijder) no terminan de ilusionar a la (escasa) afición. Incluso no se descartan más ventas de ilustres como Falcao, que siempre aparece en todas las quinielas, o de veteranos como Toulalan. Las preguntas se acumulan y las certezas solo están en la cabeza de Rybolovlev, que parece que en el nuevo contexto ha rediseñado su apuesta para fabricar estrellas en vez de comprarlas. Apuesta más barata, con un riesgo más bajo y unos réditos no tan inminentes. La paciencia parece ser la nueva fórmula instaurada en el Principado, y habrá que ver si la constancia acompaña al magnate ruso en la ruleta del fútbol para dirimir el estancamiento o crecimiento del AS Mónaco.
* Emmanuel Ramiro es periodista.
– Fotos: Getty Images – AS Mónaco
©2024 Blog fútbol. Blog deporte | Análisis deportivo. Análisis fútbol
Aviso legal