1.- El primer triunfo de Ancelotti, que no título, siguiente peldaño a escalar por el equipo con mejor progresión de Europa, solo después del Bayern de Guardiola. La supremacía de los bávaros el curso pasado, tan abrumadora, hace que su progreso parezca menor, menos evidente, pero existe. Infinitamente más claro es el madridista, inocuo en septiembre, indescifrado aún en octubre, pero muy solvente en febrero. Más que solvente, hasta contundente.
2.- El techo aún parece lejos, puesto que alguna pieza queda todavía por entender su labor dentro del tablero, como el alfil Bale y el caballo Isco. A diferencia del solemne ajedrez, donde sufrir una baja es irrevocable, el Madrid, a pieza caída, sí tiene reemplazo, y esta siempre inspira confianza, proceda de la cantera o de la cartera. Los futbolistas acatan su rol, desarrollan su función según lo aprehendido y multiplican el nivel medio de una plantilla ya de por sí soberbia que, sin embargo, apenas está iniciando la ascensión al Tourmalet. Quedan varios puertos de primera categoría para aspirar a subir el de categoría especial, con cima en Lisboa.
3.- Cuando las cosas vienen bien dadas, los puertos de inferior categoría se allanan, el viento sopla de espalda y las ruedas giran solas. No se preveía un esfuerzo excepcional para superar el envite del Calderón, más bien se esperaba un suave descenso hacia la meta del 19 de abril, para cuando no podían quedar rezagados con amarillas de más. El Atlético de Madrid era sabedor de la imposibilidad material de grabar a fuego una noche gloriosa en la historia rojiblanca, por lo que dispuso frente a los blancos parte de lo que tenía y parte de lo que no usa con regularidad.
4.- Las sorpresas no siempre reclaman una sonrisa en el beneficiado, y por eso que Ancelotti, con Riazor grabado en el cerebro, no se molestó en cambiar el diseño de un equipo ya equilibrado y equilibrador de partidos. Solo necesita que Xabi Alonso pulse la tecla del modo economizador y todo el sistema operativo empieza a ahorrar energía a través de la posesión prolongada, pausada y comedida del balón. Alonso es el eje, hablando de la forma más literal, sobre el que se apoyan los radios que se desprenden de la circunferencia en torno al donostiarra. Ese economizador transforma al Madrid vertical en el Madrid horizontal.
5.- Como decimos, al Madrid le vienen bien dadas. Qué más se puede pedir y obtener de una vuelta de eliminatoria casi amistosa que un par de penaltis tan ingenuos como claros al cuarto de hora de empezar a jugar. Es un tres en uno: por si existe la más mínima duda, se sentencia la eliminatoria con goles fuera de casa; se elimina de un plumazo la potencial ansiedad de Cristiano de anotar su golito; y se frena en seco el pequeño ímpetu remontadista que pudiese tener el Atlético. Ah, y permite sestear ricamente durante 75 interminables minutos.
6.- La autocomplacencia merengue (y un mínimo orgullo torero) era la vía de desahogo rojiblanco hasta el final del partido. Dos Atléticos hubo en el Manzanares esta noche. El primero, directo, vertical e impaciente, que percutía impaciente sobre Casillas por el ímpetu de Raúl García y el Cebolla. El segundo, tremendamente más pausado, concienzudo y deprimido que gestionó Gabi. No ha sido uno mejor que otro, han sido diferentes, de lo cual se desprende una conclusión positiva: la variedad de planteamientos del Atlético según situaciones.
7.- En lo puramente futbolístico, el Real Madrid no jugó con falso nueve como se podía intuir tras las palabras hace unas semanas de Ancelotti sobre la futura demarcación de Isco y la ausencia hoy de Benzema. Jugó literalmente sin nueve. Isco nunca fue referencia ofensiva, ni siquiera partió de forma constante desde el medio para buscar otras zonas hábiles para compartir juego. Isco ha sido un mediapunta de toda la maldita vida. Es decir, lo que es Isco. Necesita estar en contacto con la pelota, participar en el juego de posesión y desde ahí girarse para ver el frente de ataque al completo, sin perspectivas erróneas laterales ni demasiado adelantadas.
8.- Ojo, no ha sido su mejor partido. De hecho, si a alguien le ha perjudicado la ausencia del ariete, ha sido a él. Los delanteros del Madrid en el Calderón han sido los extremos. Mejor dicho, extremo, en singular. Bale ha ejercido de forma más continuada de interior en la conservación de la pelota que de atacante lateral. A Isco solo le quedaba Cristiano Ronaldo por delante de su línea de pase, con muchos metros vacíos por el centro.
y 9.- Cuando la eliminatoria se enfrió tanto como el ambiente madrileño, Sergio Ramos se despidió hasta la final y entró Nacho para correr, o hacer como si tal, con Adrián. Por fin le llegó el premio de 25 minutos de descanso a Modric, merecidos hasta el extremo por tres meses de fútbol de niveles balondeorísticos. El Atlético movía la pelota con la misma fe que profesa una piedra sin que así peligrara la marca de Casillas. Y, mecherazo deleznable inclusive, el Real Madrid se fue a pensar dónde le gustaría jugar la final. A partir de mañana ya escuchará opiniones al respecto de Barcelona o Real Sociedad.
* Jesús Garrido es periodista.
– Foto: Claudio Álvarez (El País)
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