"Lo que equilibra a un equipo es la pelota. Pierde muchas y serás un equipo desequilibrado". Johan Cruyff
La derrota del Valencia en Vallecas no hace más que confirmar que dirigir a este equipo es intentar dar forma al barro. Es sucio, se escurre entre los dedos y el resultado puede ser impredecible. Retomar el tema extradeportivo es tan reiterativo que termina hastiando a cualquiera, pero el Valencia es así: solucionar un problema solo sirve para descubrir un saco lleno de otros tantos.
Tras desmontar el ingenuo sueño de convertir al club en el nuevo rico de Europa de la mano de un multimillonario –sea Peter Lim o un jeque de nombre impronunciable– y seguir el modelo de City, PSG o Mónaco, se ha vuelto al pragmatismo puro y duro. Ni Bankia está dispuesto a complacer los deseos de Amadeo Salvo ni los accionistas del Valencia están dispuestos a dejar que un banco sospechoso de haber estafado a miles de clientes venda el club al mejor postor, sin importar que sea este un fondo buitre o un mesías con promesas de fichajes como carta de presentación. Parece que la Fundación, Salvo y Bankia también han sido pragmáticos. Ahora está en sus manos y en las de la consultora KPMG el futuro del Valencia: entre el 4 de marzo y el 1 de abril se recibirán las “ofertas vinculantes” y el club acabará perteneciendo a quien ofrezca un “mejor proyecto deportivo, social y económico”. Fango o barro primordial, da igual: eso será el Valencia.
En estas, Pizzi hace lo que puede con el material que le ofrecen. La limpia del mercado de invierno ha tenido un efecto doble: el positivo, deshacerse de jugadores menos comprometidos o menos útiles para el juego del argentino, pero a costa de perder calidad y profundidad de plantilla. Mandar a Banega a cumplir el sueño de jugar con los leprosos es un lujo que el Valencia no debería permitirse, pero el rosarino parece estar empeñado en no cuajar como futbolista de primer nivel. El resultado es que Pizzi ha fabricado un equipo competitivo, pero algo disfuncional. A día de hoy, sin Parejo el Valencia es inofensivo. La salida de Banega y la lesión de Oriol Romeu lo dejan a él como único mediocentro en la plantilla con capacidad para ejecutar el juego que tiene en mente Pizzi.
La marcha de Canales o que Jonas sea un fijo en el banquillo lo confirma: el fútbol de Pizzi no requiere de un fino mediapunta con tendencia a trotar en el repliegue defensivo o la hora de presionar. Los delanteros tienen que hacer kilómetros y apretar a la defensa rival. Con Vargas, Paco Alcácer y Feghouli la idea funciona. En una delantera con físico y velocidad, Jonas llega tarde y Postiga era un estorbo. Alcácer, con sus limitaciones, es el delantero con mejor desmarque de la plantilla, y con Vargas, Piatti, Feghouli y las subidas de Bernat se vuelve a ver juego por las bandas en Mestalla. Los resultados mejoran cuando un equipo sabe a qué juega y el vestuario ya no mira con recelo a un entrenador superado como Djukic, pero en defensa sigue faltando un central de nivel que acompañe a Mathieu –la chapuza del traspaso Otamendi ha ayudado– y el centro del campo es un erial creativo sin Parejo.
Parejo ha aparcado su indolencia en las últimas temporadas y, sin competencia en su puesto, ha comandado al equipo contra el Barcelona, el Betis, el Dinamo de Kiev o el Granada. No estuvo en Vallecas y el Valencia desapareció con Míchel, Keita y Portu. Con el 4-2-3-1 tipo de Pizzi, el juego se ha simplificado y Parejo lanza al equipo en menos toques, transiciones más rápidas y pases más largos. El Valencia pierde menos balones y en zonas menos comprometidas. Se abre el campo con las subidas de dos laterales tan ofensivos como Bernat y Barragán para generar superioridades en las bandas, pero genera huecos en la defensa y obliga a perder el sitio a los centrales. La velocidad de Mathieu como central corrige muchas situaciones de peligro, pero Ricardo Costa y Senderos sufren tapando más metros a pesar de las ayudas de Javi Fuego. Tras la lesión de Romeu, Keita o Míchel tendrán que cumplir su papel en el doble pivote que da consistencia a la línea de tres que alinea Pizzi con Feghouli, Parejo, Piatti o Vargas.
El calendario va a medir hasta dónde puede llegar el Valencia de Pizzi en la liga, aunque aún le queda el comodín de la Europa League. Jugar de forma consecutiva contra Athletic, Real Sociedad y Villarreal es un enfrentamiento directo con la realidad del equipo, que tiene imposible alcanzar la Champions, pero confía en estar entre los siete primeros para competir el año que viene en Europa.
* Alex Argelés es periodista.
– Foto: Víctor Lerena (EFE)
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