Llegó el día de la última parada para los rezagados con destino a Brasil con Rumanía y Grecia compartiendo objetivo, pero también una sola plaza. El 3-1 a favor de los griegos en el partido de ida condicionó totalmente el de la vuelta, como es lógico, y ambas selecciones saltaron al campo con las ideas tan claras como diferentes.
Varios fueron los cambios realizados por Piturca en el once inicial de los rumanos, debido a las bajas por sanción y a que recueró a Chiriches. Además debía salir de un modo totalmente ofensivo para intentar conseguir un gol lo más rápido posible que llevara a los griegos a cometer errores.
Por su parte, Fernando Santos confió en el mismo bloque del partido disputado en Grecia y la única modificación en el once inicial fue la inclusión de Karagounis en lugar del sancionado Katsouranis.
Ambas selecciones cumplieron el guión esperado y los de Piturca salieron a por todas desde el principio, mientras que los de Santos sabían que tenían que defenderse del acoso inicial rumano para poder manejar el ritmo del partido posteriormente.
Dicho y hecho. Rumanía comenzó apabullando y fruto de ello provocó algún saque de esquina además de algunas jugadas individuales que, aunque ponían de manifiesto sus intenciones, tampoco intimidaban demasiado la portería de Karnezis. Esos serían los minutos clave del partido. Grecia se sacudió después el acoso y comenzó a controlar el ritmo. No concedía ocasiones, paraba cualquier intento de ataque y, siempre que podía, salía al contragolpe. Fruto de ello llegó la primera ocasión con un tiro cruzado de Holebas que Tatarusanu mandó a saque de esquina.
Y llegó el minuto veinticuatro. Karagounis tenía el balón en la zona de tres cuartos, lo picó por encima de la defensa rumana y Mitroglou, que se había desmarcado muy bien, lo recibió. El resto es un clásico ya en el jugador del Olympiacos: encaró al portero y marcó. Grecia lograba un gol que obligaba a Rumanía a marcar tres para poder forzar la prórroga, algo que tal y como se estaba desarrollando el partido parecía improbable.
Mitroglou marcó su tercer gol en la eliminatoria de repesca, fue corriendo al banderín de corner, lo arrancó y simuló disparar con él. Es su gesto, por eso le llaman el pistolero; una vez más su puntería le valía un gol. Eso sí, no se libraría de la tarjeta amarilla por su celebración.
Golpe duro para Rumanía, que intentó volver a la carga, pero Grecia lo tenía muy claro desde el principio: la línea defensiva plantada en el borde del área con el trivote formado delante de la misma y con Salpingidis y Samaras ayudando siempre. No fue por ganas de Rumanía desde luego, pero se llegó al descanso y el partido donde lo quería Fernando Santos.
Salieron los equipos de vestuarios para afrontar los que serían los últimos cuarenta y cinco minutos en esta fase clasificatoria. Grecia lo tenía todo a su favor y continuaría con su plan previsto. En la reanudación Grecia no quería volver a pasar por lo mismo que al comienzo del partido y se vio un intercambio de golpes con ocasiones para ambos equipos ,pero sin llegar a poner en peligro a los porteros rivales.
Y a los diez minutos de la reanudación llegaría la acción que animaría el resto del partido. En una jugada más que desafortunada para el equipo griego, Torosidis metió el balón en su propia portería al intentar despejar. Lo que no habían conseguido los rumanos se lo concedieron los propios griegos: la vida y la esperanza.
Treinta fueron los minutos que Grecia concedió a Rumanía poniendo interesante la eliminatoria con el autogol de Torosidis. Piturca quitó a Torje y metió a Niculae, un delantero más. Tenían que comenzar a llegar con auténtico peligro, pero no fue así. Rumanía llegaba a la zona de ataque con facilidad, pero la disciplina y entrega griegas volvían a aparecer, y hoy ya había concedido todo lo posible con ese desgraciado gol en propia meta. El partido comenzaba a engrandecer a jugadores clave como Holebas, Karagounis o Tziolis, todos con un rendimiento defensivo espectacular. Los intentos rumanos, como mucho, terminaban en algunos saques de esquina que los griegos terminaban despejando para poco a poco ir enfriando el partido. Grecia se sacudía el agobio, buscaba algún contragolpe que tampoco ya necesitaba con urgencia, pero lo que sí encontró fue el descontrol rumano a medida que los minutos se iban consumiendo.
Así se llegó al pitido final. Grecia se había sacudido cualquier intento rumano de remontada. La selección helena fue más fiel que nunca al guión por todos esperados de saber competir hasta el último segundo y plasmó sobre el terreno de juego un partido táctico impecable. La Rumanía de Piturca lo intentó durante la mayor parte del encuentro, pero fue inútil, en realidad en ningún momento llegó a estar cerca de conseguir dar la vuelta a la eliminatoria, ya que sus ocasiones se ahogaban en la defensa griega y Karnezis apenas tuvo trabajo.
Quedó patente la importancia del partido jugado en Grecia, donde el balón parado fue el protagonista de la victoria griega. Hubo talento en ambas selecciones, no fueron malos partidos, ni mucho menos, pero al final se impuso la más fuerte. Grecia demostró su valía en este tipo de partidos y volverá a estar en el mayor acontecimiento futbolístico del planeta.
Los griegos ya acudieron a la cita de Estados Unidos en 1994 y a Sudáfrica en 2010, ahora en Brasil 2014 intentarán superarse y poder pasar por fin la fase de grupos. Sería una crónica incompleta si se cerrara sin ensalzar el gran momento por el que atraviesa Konstantinos Mitroglou, quien con sus goles se ha convertido en la estrella griega del momento. Consiguió dos goles en los ocho partidos que disputó en la fase de clasificación, pero en la repesca sus tres tantos en los dos partidos ante Rumanía lo colocan en el centro de las miradas de las grandes ligas europeas, puesto que la temporada del, por ahora, jugador de Olympiacos está siendo de sobresaliente.
* Manuel Troncoso.
– Foto: Reuters
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