1.- Hay noches que invitan a fiesta y otras en las que es mejor calentarte desde el sofá de casa. El frío extendió sus dominios a orillas del Manzanares y a la estrella invitada no le favoreció que en el cartel del evento apareciera que el equipo de Simeone tenía prácticamente resuelto su futuro a corto plazo dentro de la competición. Combinación explosiva cuya suma de conceptos facilitó que pocos fueran los valientes que se acercaran al Calderón para vestirle con color.
2.- Desde la trinchera al campo de asalto. Los que estuvieron presentes fueron testigos, desde la grada, de un nuevo cambio de timón en el cuaderno de bitácora de este Atlético de Madrid. Simeone no recela a la hora de dar minutos a cualquiera de sus efectivos, con lo que se garantiza una profundidad de armario que resultará tan atractiva como útil, sobre todo en el tramo de competición comprendido entre enero-marzo.
3.- Alternativas que aparecen como soluciones potenciales. Sería absurdo entrar a examinar el valor real de la actuación de la segunda línea en la cita que le propuso el Hapoel. En un escenario carente de motivación, el Atlético simplemente se limitó a transitar por él a una cadencia de tempo lento. Aun así, hubo momentos en el que ciertos chispazos dieron brillo a toda una paleta monocromática de grises.
4.- El capitán, al mando. El rol de Mario Suárez sigue creciendo a un ritmo vertiginoso, tanto como para haberse hecho imprescindible dentro de todos los dibujos de Simeone. Las finales ante el Athletic y el Chelsea vislumbraron la ventaja competitiva que ofrecen sus aptitudes en una posición de vital importancia. Destaca por delante de la defensa, sin balón, barriendo el terreno que pisará más tarde Gabi y esta noche, sin él, volvió a ofrecer galones de mando, pero con balón. Bajaba y se ofrecía para conducir y descargar sobre Emre y un Raúl García más participativo y, en ciertos momentos, lejos del carril del 10.
5.- Guiño forzado contra el aburrimiento. Partido soporífero de los que a ciertas horas cansan a la vista e invitan a la reflexión profunda con la almohada, pero sobre el que Adrián dejó detalles para no perder la confianza sobre su futuro habiendo disfrutado de su temporada pasada. Simeone lo volcó en la derecha y desde allí supo cómo percutir: bien pegado a la cal o intuyendo la conquista del espacio por dentro. Su cambio de ritmo en el primer gol es el único instante de ruptura sobre la linealidad con la que se ejecutaron los 90 minutos. Raúl García ejecutó a la red una jugada inventada por una imaginación privilegiada, la de Adrián.
6.- Una defensa de cinco que en la segunda mitad se creció. El conjunto israelí se atrevió a salir de la cueva al ver que el tren no llegaba a su destino. Sin opciones para clasificar, los de Abukasis intentaron, tímidamente, a su manera, salir al encuentro del gol. Intentos que quedaron mitigados, más por propia inoperancia rival que por acierto colchonero, pues estos parecían invitar a semejantes acciones por la pasividad y poca intensidad con la que afrontaban cada trance del encuentro.
y 7.- Finalmente y sin más, misión cumplida. Los de Simeone necesitaban un punto para afianzar la clasificación y han conseguido sumar el máximo, haciendo lo mínimo. La segunda línea consigue una victoria que permite seguir confiando en la profundidad de banquillo de este equipo para conseguir los objetivos al final de temporada, pero denota una falta de intensidad alarmante de la que adolecen los verdaderos hombres de fuego. Los próximos partidos se encargarán de determinar si ese factor fue solo cuestión de una fría noche de noviembre.
* Fernando Sosa es periodista.
– Foto: Ángel Gutiérrez (Atlético de Madrid)
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