Era un sábado de béisbol nacional en Valencia, Venezuela. Al estadio local llegaban los Tigres de Aragua con Miguel Cabrera a la cabeza. Para entonces era un chico de 23 años, con unos cuantos kilos menos de los que luce hoy. Llegó luciendo una camiseta roja con estampado de palmeras, muy al estilo latino de Miami; caminaba con paso firme hacia el ingreso reservado al equipo visitante. Logré hacerme camino entre una marea de gente pidiéndole un autógrafo o una foto y le pedí una entrevista. “Más tarde, ahora tengo que ir a la práctica de bateo”, me respondió.
Tiempo de uniformarse y salió al terreno de juego esperando su turno. Ahí del lado derecho del home, comenzó a dar espectáculo: su práctica consistía en cuán lejos lograba sacar cada pelota del parque (más de una cayó en el estacionamiento). Sus compañeros abandonaban momentáneamente sus rutinas pre-partido para seguir con la mirada cada batazo de “Miguelito”. Al final, lo asediaron los periodistas para las preguntas de rigor hasta que tocó el momento de entrar en el dugout, pero antes se me acercó con un “ya estoy listo para que me preguntes”. Tímido y de pocas palabras, cuando hablamos de sus expectativas y metas, se limitó a decir: “yo me conformo con dejar el nombre de Venezuela en alto”. Aquella entrevista publicó bajo el título de Diamante en bruto.
Seis años después, el nativo de Maracay mantiene su palabra y se convierte en apenas el 16º pelotero de las Grandes Ligas y el primer latinoamericano en conseguir la triple corona: líder en average, cuadrangulares y carreras impulsadas. Cabrera culminó la campaña con promedio de .330, cuatro puntos por encima de Mike Trout de los Los Angeles Angels. Arrasó en carreras remolcadas al totalizar 139 y conectó 44 vuelacercas (home runs). Carl Yastrzemski, de Boston, fue el último jugador en conseguir la triple corona, en 1967.
En el último juego de la temporada regular, el Vinotinto se fue de 2-0 con los Detroit Tigers ante los Royals antes de salir con la stading ovation de rigor en la cuarta entrada. Por ello, para que su hazaña fuese oficial, hubo que esperar hasta que los Yankees sacaran a Curtis Granderson por un bateador emergente en su juego contra los Boston Red Sox. Granderson pegó dos home runs para llegar a 43 en la campaña.
Desde aquel debut en Major League Baseball (MLS) aquel 20 de junio de 2003 con un home run en el último inning para darle la victoria a los Florida Marlins, Cabrera ha deslumbrado en los terrenos de juego. Entre sus números destacan el haber sido el tercer jugador más joven en llegar a 500 carreras remolcadas, el tercero más joven en impulsar 100 o más rayitas en cuatro temporadas seguidas (ambas marcas en septiembre de 2007) mientras que el año pasado ya había sido campeón en bate.
Y paciencia si a veces su nombre ha terminado en primera plana por haber sido arrestado por manejar ebrio preguntándole al oficial de tránsito “¿tú sabes quién soy yo?” o por abuso doméstico. Hoy todos hablan de Miguel Cabrera comparándolo con otras leyendas triple coronadas del beisbol de MLB como Mickey Mantle, Ted Williams y Lou Gehrig. El diamante se ha pulido y tiene luz propia.
* Alessandra Roversi es periodista.
– Fotos: Detroit News
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