Mi vida después del cupón

por DAVID BLAY el 12 mayo, 2014 • 15:52

«Muchos pensarán que por ser ciego mi vida está llena de problemas. Sí, es verdad, pero son problemas como los de los demás. Todos los días sale el sol, y no sale, ya me encargo yo de sacarlo».

Con estas palabras da comienzo el corto Una luz diferente, que en tan solo diez minutos resume la vida de David Casinos: trabajador de una multinacional hasta los 25 años, una retinopatía diabética le dejó repentinamente ciego. Tuvo que reeducarse de manera integral en un centro de Barcelona y, tras numerosas vivencias, emerge hoy como un referente. Deportivo, como demuestran sus cuatro medallas de oro paralímpicas. Vital, con una vida hecha junto a su mujer Celia y su hija Cayetana. Y, al contrario que muchos atletas de élite, también laboral, pues sus miras están puestas desde 2011 en qué aspecto tendrá su día a día cuando no esté compuesto de entrenamientos, masajes y competiciones.

Hubo años, muchos, en los que para entrenar debía cumplir primero con su obligación laboral. Esto es, vender el cupón de la ONCE, la organización que le permitió ser el hombre que hoy es. Alguien que por su condición de invidente no se considera un excluido de la sociedad y que vive como si no hubiera barreras.

Y, sin embargo, para los mal llamados deportistas de élite paralímpicos siempre las hubo. Entre otras razones, porque no dispusieron de un plan ADOP hasta 2008. Lo que significa que el valenciano ganó sus primeros tres metales compaginando su actividad laboral con entrenamientos de altísimo nivel.

De cara a Río de Janeiro 2016, David alberga tres cosas prioritarias en su cabeza: la primera, igualar las condiciones de su colectivo a las de los olímpicos. La diferencia de percepción económica anual y por medalla entre unos y otros es hasta de un 80 %. Y no se recibe ayuda alguna del Estado, porque todos los contribuyentes provienen de la empresa privada.

La segunda, luchar contra el victimismo de su colectivo. Es cierto que disponen de muchos menos espacios en medios de comunicación que otros deportistas, pero no lo es menos que él y apenas algunos más han apostado por contratar profesionales para esta tarea. Y sus números son esclarecedores: más de 600 apariciones entre prensa, radio, televisión e internet en dos años y un libro sobre su vida.

La tercera incide directamente en su futuro. El motivo por el que apostó por su marca personal fue el de demostrar a la sociedad que puede trabajar en cualquier puesto. Sin excepción. Pero lejos de esperar a cerrar su ciclo en Río 2016, ya ha ido demostrándolo. Casinos ha realizado charlas de motivación y superación ante directivos de multinacionales, alumnos de institutos o incluso en cárceles.Pero también ha hablado de su preocupación por integrar a los alumnos ciegos en el deporte de las escuelas, del que a veces les alejan sus padres. Algo, por cierto, que impide su normalización y que además evita la creación en España de una adecuada cantera paralímpica

Pero, por encima de todo, no quiere volver a vender cupones. Y no porque no se sienta orgulloso de ello, pues en esos ocho años consiguió forjar su carácter de interacción con las personas. Aun así, hay etapas en la vida que deben dejarse atrás para crecer. Y David quiere crecer. Deportivamente, agrandando su leyenda con una quinta medalla que le retire en lo más alto del podio en Brasil. Y laboralmente, por encontrar al fin su camino.

Y demostrar a la sociedad que no hacer falta ver para tener una visión clara del futuro que quiere cada uno.