Mesut Özil es una de las mayores expresiones de talento del fútbol actual. Entendiendo el talento como la capacidad de desequilibrar la balanza en un momento dado. Özil es capaz de decantar un partido en una de sus escasas apariciones. Los jugadores talentosos pueden no tener mucha participación en el juego, pero sus apariciones suelen ser decisivas. Podríamos decir que la participación en el juego de estos futbolistas puede ser más o menos cuantitativa, pero siempre será cualitativa. Özil aparece bastante en el juego, tiene bastante participación y a partir de tres cuartos de campo suele ser trascendente. También hay que tener claro que no todos los días puede ser decisivo; el talento es intermitente: estar está siempre, pero no siempre aparece. Özil siempre será capaz de decidir un partido, pero no siempre lo hará. Y por esa lógica falta de constancia en la aparición de su talento se le suele llamar irregular.
¿Por qué llaman a Özil irregular si nunca juega mal? Yo no recuerdo un mal partido suyo. Özil es regular, siempre cumple, siempre decide bien y hace lo que toca. Pero Mesut tiene una exigencia máxima, demuestra cada cierto tiempo de lo que es capaz y se pide que haga eso dos veces por semana durante el resto de su vida deportiva. Se le pide ganar partidos usando su inmenso talento, sin entender que el talento no siempre aparece. El talento aparece para ganar partidos mediante genialidades; pero si se tiene ese talento, difícilmente se jugará mal. Siempre se puede aportar algo desde el talento. ¿Acaso recuerdan un día en el que Xavi, Iniesta, Messi, Cristiano Ronaldo o Pirlo no jugasen bien? Yo no recuerdo ni siquiera un partido en el que aportasen menos que sus compañeros o en el que el hombre que los podría sustituir en el once hubiese hecho más que ellos en esos 90 minutos. Por tanto, Özil es muy regular como el que más, aunque sus apariciones trascendentes sí son intermitentes.
El otro día leí un artículo de Ángel Cappa en el que decía que Schuster, como los grandes, valía por lo que jugaba y por lo que contagiaba; que alrededor de él cada compañero encontraba su función y su importancia. Esta gran definición también serviría para Özil. Mesut es un virus bondadoso que va contagiando buen juego allí por donde va. Eleva el valor de las sinergias colectivas a su exponente más alto, haciendo que los que juegan cerca de él lo hagan mejor. ¿Qué es lo que hace Mesut para que sus compañeros crezcan con él cerca? Muy fácil: les facilita la acción. Es un facilitador de contextos que permite que sus compañeros actúen con más espacio y tiempo del que lo hacen normalmente, por tanto es mucho más fácil decidir y ejecutar correctamente, por la ausencia de opositores en esa zona de influencia.
Mesut facilita contextos desde el pase. Sus pases son auténticos regalos. Envía el balón a su compañero con lacito y todo, y el compañero recibe el regalo de Mesut con la ilusión de un niño, sabiendo que puede hacer cosas grandes en la siguiente acción por el gran regalo que el bueno de Özil le ha hecho. Mesut es el pasador por excelencia. No suma 100 pases a lo largo del partido como sí hace Xavi Hernández, pero sus envíos tienen tanta o más trascendencia. Tiene el rol de organizador (rol y no posición), pese a jugar en la zona de tres cuartos. Sobre todo en la selección alemana, ya que en el Real Madrid comparte ese rol con el hombre del catalejo, Xabi Alonso. Mesut lleva el sentido de juego del ataque organizado de su equipo. Cuando él recibe, decide si se progresa en el juego o si se lleva el balón al lado débil, donde la presencia de opositores es menor. Özil es el que se encarga de organizar a su equipo porque sus pases son regalos y su toma de decisiones suele ser acertada en un alto porcentaje. Hace lo que toca, sin errores, porque interpreta el juego fantásticamente; por tanto siempre juega bien y no es irregular. El talento le permite jugar bien a esto.
Su toma de decisiones es tal por su increíble visión de juego. Suele estar a la altura de la línea de balón, a veces por delante. Cuando está por delante se perfila muy bien para recibir, de manera que desde el control de balón saca ventaja a su defensor y puede ver el fútbol de cara, donde su peligro es aún más serio. Una vez está de cara a portería, analiza la situación en centésimas de segundo. La cabeza siempre arriba, girando el cuello y mirando lejos, sabiendo en qué situación se encuentra cada uno de sus compañeros.
Como observa tanto y tan bien, dispone de muchas opciones a la hora de decidir. Como sabemos, en el fútbol no sólo hay una respuesta correcta para cada situación del juego; por tanto, de esas múltiples opciones de las que dispone, posiblemente haya varias que puedan beneficiar al colectivo. La inmensa cultura táctica que tiene y la cantidad de vivencias (más que vivencias, experiencias, porque aprendió de ellas) que tiene en ese contexto, le permiten interpretar mejor el juego y decidir correctamente. Su excelente toma de decisiones permite a sus compañeros vivir en situaciones más confortables, de las que pueden sacar gran ventaja, y por tanto crecen gracias a Özil. Y esa impresionante capacidad para hacer lo correcto, para escoger aquellas opciones que más convienen a su equipo se basa en la visión de juego y las experiencias que ha tenido en situaciones semejantes. Aunque hay que tener claro que para hacer un buen regalo a un compañero, la toma de decisiones solo es la mitad del trabajo. Para dar un buen pase primero hay que decidir bien a quién dárselo, para luego ejecutar el pase perfectamente, teniendo en cuenta la precisión y potencia del envío, pero por encima de ambas, el timing, porque la línea de pase tiene vida limitada.
También es interesante la bipolaridad en el juego que sufre Özil: tiene tanta influencia en el juego horizontal como en el vertical. Pero es tan bueno que sabe perfectamente cuándo debe cambiar de personalidad en beneficio del colectivo:
Özil ocupa espacios libremente, no se guía por el sistema. Sabe perfectamente qué beneficia a su equipo y no se oprime en el 1-4-2-3-1 del Real Madrid. En el fútbol el sistema es solo el punto de partida, algo orientativo; los que marcan las diferencias son los jugadores. Özil sabe qué hacer y qué espacios ocupar para beneficiar al colectivo. Mesut ocupa libremente los espacios del campo rival. Siempre es una línea de pase activa para el poseedor. Viaja junto al balón cual prebenjamín que lo único que quiere es estar cerca del cuero y tocarlo. Pero viaja junto al balón desde el criterio y con el objetivo de crear superioridades allí donde va. Baja a recibir, cae a la banda, pica a la espalda de la línea de los medios… todo en beneficio del colectivo. Tiene un orden distinto, alternativo, libre; pero no es desordenado.
Mesut Özil es talento en estado puro. Un talento que parte de la excelente toma de decisiones, basada tanto en la percepción de la situación como en el instinto que le proporcionan las experiencias vividas. Juega por donde quiere ayudando a sus compañeros. Es un jugador bipolar que cambia de personalidad según requiera la situación del partido. Es amigo del balón y los extremos y puntas lo son de él. Es un facilitador de contextos, es anticipación mental y precisión en la ejecución. Organiza desde la línea de balón o por delante de la misma. Hace muchas cosas, siempre bien, siendo el más regular de los considerados irregulares. A fin de cuentas: Özil pone todo su talento al servicio del colectivo.
* Enric Soriano.
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– Foto: EFE- Reuters
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