Con tres entrenamientos en las piernas se apuntó a la Supercopa de España y ya no paró hasta Navidad. En su fortaleza se esconde también su veneno. Messi necesita al Barça y el Barça necesita a Messi, pero el pequeño héroe no posee la fórmula de la energía infinita. También él necesita, de vez en cuando, oxigenarse en abundancia, respirar hondo, olvidarse del balón y quebrar la dieta. Aunque creamos lo contrario, también Leo es humano y su mente (más que su cuerpo) exige pequeños reset.
Hizo uno en Navidad, cuando encadenó 10 días sin fútbol, dieta, ni ejercicio. Reposo, sueño, desconexión absoluta. Cuando regresó era un mini Messi, un jugador fuera de forma. Fuera de forma, el argentino es capaz de casi todo, pero un poco menos. En vez de ser Maradona cada cuarto de hora, sus primeros partidos del año solo fueron correctos, incluso con notas de pesada discreción. “¿Qué le pasa a Messi?” fue la pregunta tras jugar contra Espanyol y Betis. Ocurría que, lentamente, estaba regresando de su reset. En el Bernabéu ya se le vio más próximo al Leo de siempre. Y la puesta en forma ha proseguido en Málaga: se acabaron las vacaciones; volvió Messi.
Regresó para reencontrarse con los que no se tomaron descanso: con ese Valdés agigantado, capaz de sostener a su equipo aunque le bombardeen por tierra, mar o aire; con el Busquets imperial de los últimos meses, autor de una progresión sorprendente en la que combina la clarividencia posicional con las mejores artes del regate corporal e incluso el pase combado; con el Iniesta fecundo que vive entre líneas, ofreciéndose de manera continua, espejo pálido del propio Messi; o con ese Alexis colosal, reformateado en atacante completo, barriendo todo el frente para que Leo encuentre desnudos a los defensas contrarios.
Con todos ellos, Messi ha interpretado otra sinfonía de querencia por el balón, la auténtica alma del Barça. Transitando con fluidez desde Piqué y Busquets para encontrar huecos gigantes entre el doble pivote malacitano, carente de Toulalan, su barrendero mayor. En ese territorio, Iniesta y Messi se han ensañado a partir del nuevo paradigma blaugrana: ser profundo (a partir de Alexis) para ser muy anchos. De este modo, lo que antes buscaba anchura para conseguir profundidad, ahora se ha invertido gracias al gran rendimiento de Alexis, que se basta para fijar a tres defensores y empujarlos hacia su portero.
Ese aguijón tan arriba facilita que el equipo se extienda por las bandas. Alexis sujeta, Iniesta y Messi mariposean por el centro y los exteriores construyen las amenazas desde fuera. Con goles de frentazo o maradonianos, lo cierto es que Leo ha terminado las vacaciones.
– Foto: Miguel Ruiz (FC Barcelona)
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