Champions League 2013-2014 / Real Madrid / Atlético Madrid / Fútbol
Hay muchos motivos para pensar que el Madrid conseguirá la Décima. Primero, que ya tiene nueve y ese es un aval suficientemente importante. Y después está el famoso deseo de ganarla expresado públicamente por sus jugadores en camisetas recién acabado el partido en Múnich. Las apuestas dicen que ganará y seguramente porque ficha lo que necesita para partidos como este: Cristiano Ronaldo y Bale son un buen ejemplo. También parece que serán mayoría en Da Luz porque la colonia portuguesa que desnivelará las gradas tiene querencia por el delantero del Real Madrid. Sus jugadores están hipermotivados y lo han mostrado en vídeos oficiales del club y en declaraciones repletas de deseo como las de Sergio Ramos. El de Camas quiere el trofeo y probablemente pensará en pasar por encima de quien sea, como hizo en Múnich. Es la esencia de un club ganador que se siente siempre mejor y que representa la antítesis de su rival, deportiva y socialmente. Sí, mucha gente cree que el campeón de la Champions será el Madrid, pero el Atlético de Madrid tiene una verdadera y poderosa razón que lo equilibra todo. Sus jugadores han hecho tanto, han roto tantas veces la lógica, que merecen que se crea en ellos.
El equipo rojiblanco está ante uno de los dos días más importantes de su historia, y según cómo acabe el partido puede ser el más importante. No les ha importado el rival que se ponía por delante ni si su historia era mayor o menor. Ya rompieron los famosos catorce años sin derrotar al Madrid y batieron al inexpugnable Barça. Se han colado en una fiesta a la que no estaban invitados y siempre resisten, pase lo que pase siempre resisten. La tentación es pensar que puede ser el Valencia del año 2000, al que le pueda una cita en la que se siente inferior, pero dudo que este equipo se sienta así. Saben que lo son individualmente, pero como grupo no se someten ante ningún rival. Por todo esto merece la pena creer hasta el final en los héroes de Lisboa y en su cita con la eternidad. Cuarenta años después, Luis Aragonés dejó su legado para subir a los cielos y que este equipo completara el trabajo que él inició ante el Bayern. Estará presente en el cuello de los futbolistas y les dará el aliento necesario. El resto llegará desde la grada, donde quizá sean menos en número, pero al igual que sus jugadores la hinchada nunca se siente inferior como grupo. Cantarán como nadie, soñarán como nadie y creerán en su gente que, latido a latido, les ha hecho creer.
* Alberto Pérez es periodista.
– Foto: Atlético de Madrid
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