La Juventus ha conquistado Italia. Y con eso no hablamos de la consecución de su segundo Scudetto consecutivo tras demasiados años de angustias, descensos y demás. No. Más bien me refiero a cómo los ha conseguido, qué les ha llevado a volver a ser el equipo más admirado del país mucho tiempo después. No es fácil que un club italiano guste incluso a un italiano por su estilo de juego, por su forma de tratar al balón, de jugar al calcio sin tratar más de frenar al contrario que de crear por cuenta propia. Dos años llevamos hablando de la bella Juve de Antonio Conte y más que hacerse pesada, cada día que pasa gusta más al aficionado imparcial, ajeno al apasionado fútbol italiano, ese futbolero que se sienta delante de la televisión o el ordenador y se ve encantado los partidos de la Juve sólo porque le gusta su forma de jugar y, por qué no admitirlo, porque son los que tienen a Pirlo. Ay, Pirlo. Si Conte supiera qué hacer cuando no está el de la barba de presidiario, cuyo físico pertenece más a la era de Georgie Best que al presente de la gomina y los tatuajes, entonces la Juventus estaría entre los cuatro o cinco favoritos para ganar la Champions en Lisboa. Bueno, y si Prandelli lo supiera, Italia llegaría a la Euro de Francia como candidata número uno.
El complicadísimo reemplazo para Pirlo es quizás el único punto flaco de la Juventus gestionada por Andrea Agnelli. Superior a todos en la Serie A, Italia se le empieza a quedar pequeña. Ya no vale con ganar el título un año más y conseguir los 30 scudetti legales. Los tifosi bianconeri empiezan a ansiar algo más, y no me refiero a la Coppa, aunque sea un título que no ganan desde que Del Piero era apenas una joven promesa. Dieciocho años han pasado desde entonces, fue una temporada antes de que Gianluca Vialli levantara la Orejona vestido de azul tras ganarle al Ajax en los penaltis. Esa es la imagen que quiere repetir el mundo de la zebra y cada semana que pasa se sienten más preparados, a pesar de que Conte dijera que ningún italiano ganaría la Champions en al menos cinco años. Nordsjælland, Shakhtar, Chelsea y Celtic pasaron por el rodillo juventino el año pasado y sólo el mejor Bayern de la época reciente le echó el freno en cuartos en un camino que podía haber tenido un final mucho más tardío.
Conte sabía desde hace meses dónde estaban los defectos de su equipo. Más que defectos, carencias, y este verano decidió ponerles una solución drástica e inmediata. Lo primero que chirriaba era la falta de gol de sus delanteros. No es normal para un equipo que aspira a ganar la liga y la Champions que sus atacantes apenas lleguen a los diez goles en la competición local y a los quince entre todas las competiciones, y más extraño es que su máximo realizador sea un interior como Vidal. El 3-5-2 de Conte (que varía repetidamente a un 3-3-4) permite abrir mucho el campo y así facilitar la incorporación de los interiores Vidal y Marchisio, que entienden perfectamente cuándo y cómo tienen que percutir sobre el área rival. Con eso y algún detalle más vale para ganar en una débil Serie A, pero no en Europa. Vucinic y Giovinco se han repartido la mayoría de minutos como pareja atacante con un rendimiento medio-alto, nunca excelso. Los recambios, Quagliarella y Matri, han demostrado ser capaces de entrar en cualquier momento, ya sea desde el banco o de inicio, y rendir. Y luego estuvieron los fichajes de Bendtner y Anelka, que siguen sin una explicación clara por parte de la directiva. Ninguno alcanzó una cifra de goles suficiente para ser el delantero titular de la Juventus. Es decir, faltaba pólvora arriba.
El trabajo para buscar un ‘9’ comenzó hace muchos meses, doce para ser exactos. Fue hace un año cuando la Juventus se puso por primera vez en contacto con el Athletic Club para fichar a Fernando Llorente. Por aquella época, el riojano había confirmado que no renovaría su contrato con los leones y que sería libre a final de la pasada temporada, y como tal ocurrió. El Athletic, por medio de su presidente Josu Urrutia, se remitía a la cláusula, pero la Juve fue paciente, no se desesperó y comenzó a tantear al jugador. Llorente tenía un grandísimo cartel en Europa y muchos grandes lo perseguían. Pero fue la Juve quien se llevó al Rey León a Turín, a disfrutar del precioso otoño del Parco del Valentino, con las hojas de los frondosos árboles tornándose rojas, y de los aperitivos de media tarde en el Quadrilatero Romano. Y bueno, también lo convenció el hecho de jugar en el campeón de Italia, claro. Llorente viene para ser la referencia en ataque y lo hace a coste cero. Permitirá a Conte dos cosas: la primera, mantener el juego de posesión y control del tempo gracias a la genial lectura de los partidos del exrojiblanco (como ya demostrara su primer año con Bielsa, se desenvuelve de maravilla en ataques posicionales), y a la vez le permite la alternativa del juego directo, el desahogo ante la presión sobre Pirlo en forma de balones en largo que Llorente baje para habilitar a los interiores.
La teórica pareja titular de Llorente será Tévez. Es el fichaje estrella que necesitaba la afición de la Juventus para sentirse de nuevo importante, para creerse otra vez la Vecchia Signora. Tévez es mucho más que un jugador de fútbol: es puro carácter ganador, adrenalina en vena. Será el que entre por Giovinco en el once. Dará más sangre al ataque, que aunque perderá la visión del pequeñajo, ganará más mordiente y mucho más gol. El Apache es mucho menos ‘9′ que Llorente, por lo que no deberían tener problemas para acoplarse el uno al otro. Tévez caerá bastante a la banda, sobre todo la izquierda, desde donde partir para buscar el tiro a giro, como dicen en Italia. Ese costado, en asociación con Marchisio y Asamoah, promete ser de lo mejor de la Serie A. El problema de Tévez será su dorsal. Pocos pueden llevar el ’10’ de la Juventus, y mucho menos después de que su último dueño fuera Del Piero. Se le mirará con lupa y se esperará un rendimiento alto muy constante.
Ellos serán titulares, pero decir Conte es decir rotaciones, sobre todo arriba. Raro era el partido que repetía pareja. Vucinic-Giovinco; Giovinco-Quagliarella; Giovinco-Matri; Matri-Quagliarella; Vucinic-Quagliarella; Vucinic-Matri. Incluso acabó la temporada con un solo punta y con Marchisio por detrás, introduciendo a Pogba como interior. Variará mucho de nombres, pero nunca cambiará el estilo.
En esas rotaciones entrará con fuerza Angelo Ogbonna. Uno de los líderes en la vuelta del Torino a la máxima categoría, cambió de bando en Turín para marcharse a la Juventus. Odiado por la mayoría granata turinesa, Ogbonna dijo que no se considera un traidor por irse al enemigo íntimo, sólo es “un paso adelante” en su carrera. Y no le falta razón. Internacional con Italia, Ogbonna llega a un grande (por desgracia, el Toro hace tiempo que perdió tal estatus) para servir de relevo de plenas garantías a Giorgio Chiellini. El físico del central zurdo está fallando últimamente. Muchas lesiones de varias semanas mermaron su temporada y le impidieron ayudar al equipo como Conte hubiera deseado. Contrató a Peluso para suplirlo, pero Ogbonna le dará mucha más confianza. Firme al corte, suficiente por alto y hábil al sacar la pelota, ideal para la Juventus. Ogbonna es una alternativa a Martín Cáceres, cumplidor nato. Marrone quedará para ocupar el puesto de líbero, el de Bonucci, cuando haga falta.
Cubierto el centro de la zaga de forma formidable, Marotta sigue trabajando para reforzar los extremos, o laterales largos, según se quiera ver. Es una figura fundamental para la Juventus: la salida de la mayoría de jugadas para su inicio y posterior finalización. Lichtsteiner y Asamoah aparecen por sorpresa por los costados al ser un efectivo de más sobre la defensa rival. El estado de forma de ambos tiene que ser excelente para cubrir tanto recorrido durante tanto tiempo. Por la derecha, Conte tiene a Padoin e Isla como repuestos del suizo, contando más con el italiano que con el chileno, que podría salir al Inter. Padoin, aunque tiene su beneplácito, no alcanza en ningún caso el nivel de Lichtsteiner. En la izquierda, las alternativas son Peluso y De Ceglie, ninguno excesivamente ofensivo, quizás más De Ceglie, pero su calidad es más bien baja. Así pues, se pensó en Juan Camilo Zúñiga para la banda. Es diestro y juega por la izquierda en el Napoli sin que su condición le reste lo más mínimo. Podría jugar en cualquier costado en la Juve y entiende de maravilla su rol de carrilero. El fichaje no está cerrado y les costará, pero sería ideal para los bianconeri.
No mucho, a decir verdad. La plantilla de la Juventus es de las pocas en Italia que se puede permitir no dejar marchar a sus estrellas, como ya hicieran Inter, Milan y Napoli. De hecho, sucede lo contrario: mantienen a sus mejores jugadores y amplían la profundidad de la plantilla. Más allá del punto débil de la potencial ausencia de Pirlo, la Juventus es una máquina casi perfecta, muy engrasada y ensamblada. Saben a qué juegan y cuál es su objetivo. En público hablarán de que sólo piensan en volver a ganar la Serie A, a triunfar todavía en Italia antes de probar suerte seriamente en Europa. Pero en el interior del Juventus Stadium se sienten capaces de luchar contra los mejores en la Champions League, y los mimbres son excelentes para ello. La paciencia y la frescura en las piernas de los hombres clave será lo que defina su futuro entre los grandes del viejo continente.
* Jesús Garrido es periodista.
– Fotos: AFP – EFE
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