Permítanme una digresión digestiva. El juego que ha hecho legendario al Pep Team es el juego de masticar. La mayoría de sus acciones brillantes y memorables contienen una gran dosis de paciencia y tesón en las mandíbulas. Masticar las jugadas más allá de toda norma hasta conseguir triturar al rival. Es cierto que, de vez en cuando, alguna acción individual sobresale por encima de esta pauta que menciono: un slalom de Messi; un cabezazo vibrante de Cesc; alguna cabalgada imperial, incluso con Henry de protagonista; a veces, un contragolpe esporádico pero veloz. Sin embargo, la mayoría de las grandes acciones, esas que al día siguiente menciona el periódico en portada, son movimientos largos, pacientes, dulces como la nana de la cebolla, en los que el fútbol blaugrana va quitando capas a dicha cebolla, al tiempo que desorienta al rival, enfrentado a un vals adormecedor, hipnótico e, inevitablemente, letal. Esas portadas vienen a decir, más o menos: gol de fulano tras seis docenas de pases en los que participaron los once jugadores, incluido Valdés, durante dos minutos y medio. Son goles fruto de la masticación. Goles rumiantes, símbolo de un estilo. El de masticar hasta triturar. En expresión feliz de Juanma Lillo, el Barça marca los goles que marca y recupera los balones del modo que lo hace porque antes “construye un almacén de pases” que lo hace posible.
Naturalmente, hay otros modos de comer y todos permiten obtener pareja satisfacción. El Real Madrid es más de engullir. Comerse al rival a bocados. Es un juego cuyo eje vertebrador transcurre por conquistar el balón, avanzar al área contraria y finalizar. Durante los meses brillantes del equipo en los que Xabi Alonso se erigió en líder de todas las líneas, el Madrid evolucionó hacia un modo más atemperado de engullir. Pero en las últimas semanas ha regresado a un modo que podríamos denominar “natural”: conquistar, avanzar, finalizar. No necesariamente son acciones individuales ni individualistas, pero sí son dinámicas, verticales y directas por lo general. Lo opuesto a la masticación: engullir a bocados.
Al mismo tiempo, al Barcelona le ha dado por masticar menos y ya se ha atragantado dos veces, aunque de la segunda salió airoso. Desconozco si la causa de esa variación es provisional y casual o si obedece a un plan estudiado para modificar la paciente tarea de masticar que el equipo posee como seña de identidad, pero lo cierto es que el equipo ha arrollado a Xavi en busca del marco rival. Este hecho ha permitido incrementar la velocidad colectiva y mostrado una versión más “corredora” de los jugadores, pero a cambio ha generado descontrol y precipitación. Es posible que solo haya sido un ensayo más en la probeta de Josep Guardiola.
– Foto: Miguel Ruiz (FC Barcelona)
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