En estos tiempos de mazazos e inevitable nostalgia, el hombre que grabó en el mármol de la historia con letras doradas el nombre del F.C. Barcelona, habló por primera vez fuera de una sala de prensa para un público amplio, nada menos que en Colombia. Josep Guardiola. La conferencia, charla o como se le quiera llamar, resultó interesantísima. Pep, haciendo gala de su gran carisma, habló un buen rato acerca de su amor por el fútbol, habló sobre el trabajo en equipo, y sobre liderazgo. Todo esto, matizado por su viaje a bordo del Barcelona de los prodigios. Dejó espacio para las risas, claro. Al iniciar dijo: “Todo lo que he hecho este año es llevar a mis hijos por la mañana al colegio y recogerles por la tarde. Que no es sencillo, ¿eh?“. El auditorio aplaudió y río al unísono. “Sólo he preparado unos cuatro puntos para esta conferencia y aquí tengo mi libreta por si olvido algo“. Guardiola, a pesar de sus rifirrafes o salidas de tono en una que otra rueda de prensa, es de lo más carismático.
Hoy resulta imposible creer que la persona más laureada y querida de la historia del F.C. Barcelona estaba muy asustada al momento de dar la primera charla de su carrera como técnico a sus jugadores. Por allá en 2007, con el Barcelona B, que jugaba en Segunda B. “Es muy complicado pasar del que te digan qué hacer, a tener que decir qué hay que hacer“. Pep no tenía ni idea de qué decir a sus jugadores. Entonces, cuando iba en camino, pensó en el porqué de su amor al fútbol. Rememoró, buscó en sus recuerdos, y encontró el balón. Ama el fútbol desde que pateó por primera vez la pelota. De eso mencionó: “Si es la razón para querer ser futbolista ¿por qué quitársela?” Podemos entender de golpe toda su filosofía. Todo lo que desde un primer momento promulgó. El ideal por el cual formó el mejor equipo de la historia del fútbol.
Afirma que todo el hacer de todo el mundo tiene como motivo el que te quieran. “Todo lo que hacemos es para que nos quieran“. Pero que todo tiene que salir desde dentro. Hay que sentir. “Si yo no lo hubiera sentido, no hubiese sido entrenador”. Otro motivo fue la intuición. Ama el hecho de conjeturar. Imaginar en su cabeza qué pasará en un partido. La intuición lo motiva y esa característica la comparte con Johan Cruyff. Del holandés aprendió mucho.
“Tocar a tus jugadores“. Afirmó sin reparos que más allá de la táctica, que también es importantísima, el saber tocar a tus jugadores, te da un plus. Relató una anécdota con un jugador cuyo nombre no dijo. Comentó que no estaba bien, que no le veía óptimo. El equipo ganó 4-0. Luego de ese partido, y un entreno, Pep lo citó en un bar. “¿En un bar?” le dijo el jugador, algo extrañado. Pep le dijo que sí. En el bar, hablaron casi nada de fútbol, y al final, Guardiola le dijo “Siento que el equipo te necesita“. El siguiente partido, el jugador marcó tres goles (sabemos que fue Thierry Henry).
A lo largo de su periplo como entrenador del primer equipo blaugrana, Pep se sintió un afortunado. Dijo que aprendió de sus jugadores y aprendió a respetarles. Relata que el entreno comenzaba a las 11 a.m. y él llegaba 5 minutos antes a decir qué hacer. Contó que sus jugadores se ponían desde las 10:40 o 10:45 a jugar la pelota, a tirar a darle al palo, y así. No iban al gimnasio, no se quedaban sentados, sino que jugaban. “¡Eran los más amateurs del mundo!” exclamó Pep, entre impresión y felicidad. Y eran así, porque todo les salía de dentro. Porque era lo que querían hacer. Jugar con el balón. Lo aman, como Pep desde sus inicios.
“Encontrar lo mejor para tus jugadores y no intentar cambiarles de forma abrupta es fundamental“. De eso, Pep hizo mucho. Desde la posición de Xavi hasta la transformación de Messi, la creación del ‘messisistema’, y un conjunto más intratable que ningún otro desde que 22 hombres corren detrás de un balón para colarlo en la meta contraria. En estos días se especula mucho acerca de lo que hará Guardiola en el Bayern Múnich. Con esto, zanja toda conjetura de intentar llevar el mismo estilo a Baviera, o de “Götze como falso 9” u otras preguntas que surgen entre los amantes del deporte rey. Pep es pragmático y lo tiene claro: encontrar lo mejor para sus jugadores es idóneo. “Si les quito su pasión, su juego, no llegarán a dar su máximo“.
Josep Guardiola no llegó a la charla a hablar de fútbol, como muchos esperaban. Sobre eso, dijo: “El fútbol se vive. Ve al estadio o míralo en la sala de tu casa con amigos, con una cerveza, no sé. Había recibido muchas invitaciones a eventos como éste. Es la primera vez que lo hago porque no venía a hablar de fútbol. […] No vine para comentar todas esas batallas que tuvimos. […] Igual no sé qué esperan de mí. No vengo a decirles cómo actuar para ser exitosos ni mucho menos“. Pep se hacía percibir con la humildad de siempre. A veces hasta desorientado sobre el cronograma.
Guardiola removió muchos recuerdos. Y dejó claro que era un pesado. Siempre insistente, pasional a más no poder. Tal vez por eso cuatro años fueron demasiado. Demasiado a ese ritmo, a su manera de vivir el fútbol, y más en el club de sus amores. De eso se ha hablado ya mucho. En estos días, se le extraña más que nunca. Cuando nada parece estar bien y hay que resetear muchas cosas, varios se empeñan en empequeñecer a Tito Vilanova, a su gestión, y a olvidar que este grupo de jugadores lo ganó todo. Recordar a Pep con cariño es lo adecuado. Comprender que terminó de escribir la biblia culé, con epílogo incluido, es de agradecer. De momento, el de Santpedor no regresará. Hasta el verano, seguirá más allá de un estadio. Y en el imaginario azulgrana, como la persona a la que dar gracias cada vez que sea posible.
* Sebastián Duque es periodista.
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– Foto: Héctor Fabio Zamora (El Tiempo)
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