La hinchada de Boca siempre apreció a Mario Boyé, y uno de los cánticos en su honor decía lo siguiente: «Yo te daré, te daré niña hermosa, te daré una cosa, una cosa que empieza con B. ¡Boyé!». Hoy en día los más viejos del lugar aún recuerdan sus cañonazos y se mantiene como el quinto máximo goleador de la historia de la entidad. Nacido el 30 de julio de 1922 en el barrio de Colegiales, en Buenos Aires (Argentina), se desempeñaba como extremo derecho y destacaba por la potencia de sus disparos y tremendos cabezazos. Además, era rápido y muy hábil en los desmarques, buscando los espacios libres entre los defensas para rematar. Su gran defecto fue que no tenía una especial habilidad con el balón en los pies. Se le puso el apelativo de Atómico por sus tremendos latigazos y, según cuenta la leyenda, porque en una ocasión anotó un tanto rompiendo la red del marco y, en otra, debido a que causó un esguince al portero de Vélez Román cuando intentó detener un lanzamiento de falta suyo desde 40 metros.
Ingresó en la cantera de Boca Juniors en 1936 y jugó prácticamente en todas las categorías hasta llegar al primer equipo con 18 años. Debutó el 8 de junio de 1941 frente a Independiente, en un partido que terminó 2-1 a favor de El Rojo. Su entrada en el plantel vino a ocupar el hueco dejado por Varallo y Tarascone, ya retirados, a los que sustituyó con éxito. Rápidamente se convirtió en un referente de Boca en una época en la que tuvieron que lidiar con el magnífico River Plate de los años 40 comandados por la delantera mítica de La máquina. En sus dos primeros años en la élite vio cómo Los millonarios conquistaron el campeonato argentino, pero las cosas cambiaron en 1943 y 1944. La primera liga la consiguieron tras vencer a Ferro Carril Oeste por 0-2 en la última jornada y mantener la ventaja que tenían de un punto sobre River, mientras que en la segunda aventajaron en dos puntos al conjunto de la banda roja y se proclamaron campeones al derrotar a Racing por 3-0 en la trigésima fecha del torneo.
Durante los años posteriores no corrieron la misma suerte y se tuvieron que conformar con el segundo puesto en 1945, pese a que Boyé fue el máximo goleador con 24 tantos, y en 1947, aunque al mismo tiempo lograron otros trofeos de importancia como la Copa Carlos Ibarguren (1944), la Copa Competencia Británica (1945) o Copa Fraternidad (1946). Atómico permaneció en las filas xeneizes hasta 1949, cuando fue traspasado al Genoa italiano, donde pronto confirmaron sus dotes de goleador y le pusieron el apelativo de Il matadore. Disputó una única campaña con la entidad genovesa, en la que se proclamó mejor artillero del equipo con 12 tantos, ayudando a que no pasase apuros para mantenerse en la Serie A. Tras jugar unos amistosos con Millonarios de Bogotá regresó a Argentina para incorporarse a Racing Club de Avellaneda. Con La Academia levantó dos títulos de liga consecutivos en 1950 y 1951, este último tras un desempate con Banfield que se decidió en el partido de vuelta gracias a un gol suyo, en el minuto 46, que puso el 0-1 final. Más tarde, en 1954, fichó por Huracán, con el que jugó la temporada 1954-1955 y a continuación volvió a Boca para retirarse con 33 años en marzo de 1956 dejando un bagaje total entre las dos épocas de 208 partidos y 112 goles.
Con la Selección argentina fue internacional en 17 encuentros y marcó 7 goles. Convocado para la Copa América de 1945, allí hizo su estreno con la albiceleste en el segundo partido ante Ecuador, que vencieron por 4-2. También estuvo presente en el once contra Colombia en el que anotó un gol (9-1), frente Chile (1-1) y ante Uruguay (1-0), que les dio el título por delante de Brasil. También estuvo presente en las dos siguientes Copa América obtenidas por Argentina de forma consecutiva en 1946 y 1947. En la celebrada en casa únicamente jugó 40 minutos ante Paraguay y, en la edición con sede en Ecuador, fue un fijo disputando todos los encuentros y consiguiendo 4 goles (dos ante Bolivia y uno frente a Perú y Colombia) para que Argentina aventajase en dos puntos a Paraguay. Un partido muy recordado suyo fue el amistoso celebrado en Londres ante Inglaterra, en 1951, en el que marcó un gol pero no sirvió para derrotar a los ingleses, que vencieron por 2-1. Según unas declaraciones posteriores de Boyé, no ganaron ese partido debido a la corta estatura de los jugadores argentinos frente a la altura y fuerza de los ingleses. Su última aparición con la seleccion tuvo lugar días después, en la victoria ante Irlanda (0-1) en el Dalymount Park de Dublín.
Tras su carrera como jugador ejerció como mánager en Boca Juniors en 1960, además de dirigir a Temperley, Tigre, All Boys, Morón, Chicago y Newell’s. Después se dedicó a la hostelería siendo dueño de una pizzería llamada La guitarrita, en el barrio de Belgrano.
Falleció a punto de cumplir 70 años el 21 de julio de 1992.
*Alberto Cosín
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