Más allá de los detalles anecdóticos, Messi marcó el sábado su territorio ante Neymar. Desconozco lo que sucederá con el presumible fichaje del brasileño por el Barça. Si ocurrirá en 2014 tras el próximo Mundial; si se adelantará un año, tal como se le ha recomendado para adelantar su adaptación al más robusto fútbol europeo; si llegará por sorpresa dentro de mes y medio, para pasmo de propios y extraños; o si, simplemente, no ocurrirá nunca y todo resultó ser un artificio más. Pero si llega algún día, cresta incluida, el territorio del jefe Messi ya está señalizado. Por si el Mundial de clubes no hubiera sido suficiente, este Argentina-Brasil de hace tres días lo ha certificado.
Todavía con la sonrisa en los labios por su aplastante triunfo en Wembley sobre el Manchester United en la final 2011 de Champions, Pep Guardiola dibujó su plan para la siguiente temporada, la que ha sido su última como entrenador del Barça. El plan era sencillo: seguir construyendo un hábitat adecuado para que Messi explotara sus grandes cualidades. El resultado está ahí: la veintena de goles que promediaba el argentino en 2008 se ha multiplicado por cuatro. Cierto que ello no ha permitido al Barça ganar Liga y Champions (aunque sí los otros cuatro títulos en juego), pero ahí deberíamos analizar otros factores que no vienen al caso. El rendimiento de Messi, no solo como goleador, sino también en cuanto a su influencia y peso en el colectivo, ha sido gigantesco, mayor que nunca. El plan que dibujó Guardiola se cumplió con creces. Otra cosa es que alguien quiera discutir si dicho plan fue el adecuado.
No parece que vaya a ser Tito Vilanova, precisamente, quien lo discuta, pues también él considera a Messi como centro del universo blaugrana y ahí hay cuerda para años, lo que Neymar parece haber comprendido a la perfección, vistas sus manifestaciones públicas. Sin duda, este es un “trauma” que intuye cualquier delantero a la vista de la experiencia con Ibrahimovic, a quien el ego le impidió doblegarse al “hábitat Messi”. Más tarde vimos a Villa adaptarse “demasiado” a dicho sultanato, pero hacerlo no solo con buena disposición, sino con acierto importante. Los futuros atacantes que lleguen deberán entender, asumir y apoyar esta tendencia rotunda del juego volcado hacia Messi, lo que no dejará de ser un reto para ellos, sobre todo si se trata de alguien como Neymar. Al hilo del brasileño, anotemos un pequeño detalle: el movimiento que se realice esta temporada en cuanto a incorporar algún delantero sólo tendrá sentido en función de la realidad que exista con Neymar. Si ha de llegar en dos años, tendrá sentido incorporar a alguien más este verano. Si ha de llegar antes, quizás no lo tendrá. Pronto lo sabremos.
– Foto: Reuters
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