1.- El fútbol vive un tiempo hecho para las cenicientas, como en baloncesto ocurre con el taiwanés Jeremy Lin. Ese Mirandés de Pablo Infante en Copa y el APOEL en Champions han sabido entonar la música de los sueños posibles. El Basilea también. Y llegó al Allianz para revivir las gestas ante el Manchester en la fase de grupos y en la ida de los octavos en Sankt Jacob-Park. Sin embargo, la situación y el escenario sobrepasaron a una generación de suizos repleta de talento. El Bayern sabía de qué iba la historia, tiró de galones y desplegó su juego electrizante de siempre.
2.- Era la despedida de soltero para Shaqiri, que se ha casado con los bávaros para las próximas temporadas. También la puesta de largo en la que será su nueva casa; se quiso lucir y se olvidó de iluminar a sus compañeros. Lo que apuntaba a fiesta fue un suplicio para los helvéticos. Si los amigos Müller, Ribéry y Robben se ponen a jugar, poco o nada se puede hacer. El Basilea, desbordado en todo momento, fue leal a su estilema y, al menos, no perdió su identidad al jugar con dos arietes como Streller y Frei que no inquietaron a la defensa del Bayern, ni a Neuer.
3.- Suiza votó esta misma semana ‘no’ al aumento de vacaciones. Les va la dedicación y la tarea. A este Basilea no se le puede acusar de no currar. El Bayern pasó por encima con unción, de forma pasional. Robben recupera sensaciones en este torneo. Continúa sin levantar en demasía la cabeza y solo emplea la pierna izquierda. Es un tiovivo. No hay explicación a sus subidas, pero son caviar futbolístico. También las del francés Ribéry que fantasea por Alemania. Y Müller, uno de los favoritos de Vicente Del Bosque (lo votó tercero en el Balón de Oro). ¿Será porque tiene la sobriedad que a veces les falta a las filigranas de los dos extremos del conjunto dirigido por Jupp Heynckes?
4.- Mario Gómez se coloca como pocos y se hincha a comilonas que le ponen en bandeja sus compañeros. El ariete vive en el alambre para marcar la diferencia. Se asocia con la red porque su socio preferido es el gol. El balón es una bola de cristal que nos muestra al hombre en su vida cooperativista. Mario Gómez no es suizo sino alemán, pero con raíces andaluzas. Sus abuelos y su madre son de la localidad granadina de Albuñán. El abuelo escapó de una tierra oprimida y se dejó la piel en Alemania para trabajar en un vivero. Para romper con falsos tópicos, el rey del trabajo por el gol tiene sangre andaluza.
5.- Otra seña de la dedicación y el destajo es Luiz Gustavo. Tiene guasa que un brasileño sea el equilibrio en un club alemán que acostumbraba al juego pétreo. El medio, en lugar de bicicletas, ha traído, desde la tierra de la samba, la cadena para el Bayern. En este deporte se necesitan pintores de brocha que se sacrifiquen para que los artistas de pincel pinten cuadros para adorar. En el Basilea del mazazo no tuvieron tiempo para coger ninguno de sus instrumentos y se quedaron sin recursos.
y 6.- Desnudos los suizos, la goleada fue por arrastre romántico. No iba a ser el cuento del pequeño rebelde, así que la maquinaria bávara contó otro diferente: el camino del grande hacia la gloria. Sin miramientos ni excusas. A por todas. Para el que dudara, el Bayern expuso su candidatura. En fútbol, al Real Madrid y Barcelona le sigue este bloque que no olvida sus raíces clásicas del trabajo metódico y disciplinario y que innova a través de un holandés y un francés pegados a la cal. Ni Robben ni Ribéry tienen corona en Europa. El Inter de Mourinho se la arrebató. Un Inter que no endereza el rumbo sin el técnico portugués. Los que se han atado los cordones para los quehaceres del fútbol son los jugadores del Bayern. Mejor no enfadarlos.
– Fotos: Reuters – AFP.
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