"Cada acto de aprendizaje consciente requiere la voluntad de sufrir una lesión en la propia autoestima". Thomas Szasz
En un reciente episodio de Cleveland Brown, el spin off de Padre de familia, puro delirio en dibujos animados, el prota recriminaba a un sabihondo diciéndole: “Eres más enterao que las mujeres afroamericanas”. Y el guión saltaba a un gag de diálogo tal que así: “¿Ves? Ya te lo decía yo que esto iba a pasar. Yo ya te lo había dicho” y hala, minuto y medio de rollo similar, cortado según patrón de manual chungo en autoafirmación primaria. Antes de corregir al bonachón de Cleveland, comprendamos por solidaridad humana que el personal necesita autoestima, reconocimiento y darse palmaditas en la espalda, ya que nadie se las brinda al ritmo deseado. Con perdón, pero ésta es la auténtica patria del ‘ya te lo decía yo’, desde aquí se patentó el copyright y los derechos de autor salen a escote entre los poseedores de pasaporte español. Aquí también, última aportación de peso al mundo mundial, mantiene radicada su sede el laboratorio donde se coció la manía de comenzar las frases con un ‘la verdad es que’ para sonar sinceros y rotundos. Todo lo dicho con histórica anterioridad, pues, mentira. También existe el modelo ‘lo que yo te diga’ llevado al extremo de la humillación verbal: ‘Si es que no te enteras’. O esa variante de ‘¿me entiendes?’, con su capacidad de considerar tarado al interlocutor, inferior al sacerdote del oráculo que pronuncia su infalible alocución.
Situados, ¿no? Pues ese deporte nacional ha resurgido hoy con fuerza. Y lo que te rondaré, morena. ¿Veis cómo había Liga? ¿No te lo había dicho? Donde dije digo, digo Diego y ahora, apuntados los sabios al eterno carro ganador del oportunismo, el Madrid pinchará en todos aquellos lugares donde el viernes te dije que ganaría. ¿Qué yo dije eso? Vamos, anda, me entendiste mal, que no te enteras, Contreras, que se te van la pinza y la olla, las dos. Y acuérdate de lo que te digo, el Barça ya no perderá ni un punto más. ¿Que el sábado daba la Liga por perdida? Te equivocas, chaval, no era yo, yo siempre te he dicho que aún quedaba tela por cortar, ¿lo ves ahora?, ocho puntos y temblando. Quienes han jurado en arameo al recibir esos gallináceos epítetos del canguelo, cagómetro y otras lindezas que tanto elevaron el nivel intelectual de la celebrada dialéctica, ahora serán los primeros en creerse ingeniosos para elevar la catapulta que envíe tales pseudoargumentos de vuelta a la casilla de salida. ¿Fin de ciclo? Del Barça o del Madrid, según pierda uno o el otro, qué más da. El caso es que yo ya te lo decía. Mourinho es un genio. No, hoy toca la consideración de megalomaníaco incapaz de interesarse por nada situado más allá de su propio ombligo. ¿No defendía tan bien el abolengo madridista? ¿Cómo? A ver, cuándo te he dicho yo eso, si queda claro de qué pie cojea el personaje. Guardiola es un genio. Qué listo al lanzar la toalla al ring en señal de rendición. Eh, yo nunca me lo creí, conste, que me conoces y ya sabes. Claro, el Madrid ha aflojado las tuercas de la maquinaria. Y el muy pillo del meacolonias, con esa estrategia retorcida, ha conseguido desarmar al adversario. Ya ves, los tiene a tiro. ¿Ocho puntos? Nada, tres partidos perdidos. Eh, no te pases, yo nunca te he dicho que el Madrid iba a ganarlo todo, no sé de dónde sacas eso.
Y tal que así, ad infinitum. Cuando don Antonio Machado habló de las dos Españas se refería a la madridista y la blaugrana, que no le pillásteis el punto al poeta. Por suerte, una pasta que se ahorra la Seguridad Social en psicólogos, tratamientos psiquiátricos, sesiones de terapia y similar, gracias a la pasión por el fútbol, eso que tanto valor infunde en la victoria de tu carro ganador y tantas probabilidades de despiste proporciona si empiezan a caerle chuzos de punta a tu equipo. ¿Qué quedan? ¿Diez partidos? Pues fácil, ya te lo decía yo y no me haces caso, atontao, hazte tu propia versión del artículo según convenga y dale la vuelta al calcetín a la que compruebes el último marcador. Y siempre acertarás: La táctica del pez de colores, con sus dos segundos de memoria y feliz cuando le echas comida en la pecera, como si fuera la primera vez. Total, te acaba de conocer y le das manduca, ¿qué más quiere?
¿Los árbitros? Si me favorecen, el balón que va a la mano sin voluntad. Si me perjudican, ¿no tienes ojos en la cara o qué? ¿No ves que le da con la mano? Pues eso es penalty, aquí y en Lima. Voluntariedad, involuntariedad, acierto, error, el color del cristal con que se mire. Tiembla, Madrid. O tiembla, Barça. O que tiemble alguien, qué más da. El caso es que tengo otra vez razón. ¿Qué razones expongo? Bueno, las que te he dicho un montón de veces, lo que pasa es que te olvidas, chaval, y no me haces caso. La Liga la gana el Madrid, fijo. O el Barça, según toque pares o nones, depende del día de la semana y para ya, no me toques las narices. Y te diré más: Escúchame bien, este país lo arreglaba yo en un pispás, mira qué es fácil, lo que pasa es que no me dan bola, que sólo hay enchufados allá donde mires. El día que me ponga, verás… Se iba a enterar la Merkel.
Lo extraño, realmente sorprendente, es que el Euromillón no toque a cuarenta millones de paisanos visionarios en cada sorteo. Y todos, millonarios, hala, se acabaron el paro y las angustias de la crisis. Expuestos los ingredientes para el barrido, el fregado y el desaguisado, pillen este manual de instrucciones ligueras y girenlo del derecho o revés según convenga después de cada jornada. Vamos, lo que yo te diga. Si es que acierto por sistema, sin fallo. El problema es que no me escuchas. Y el que no llora, no mama. Y el que no mama es un gil. Y el mal viene de fuera. Y porque me tienen manía, que si no, verías. La envidia es muy mala, te lo tengo dicho. La Liga la ganará quien yo te diga, ¿vale? Pues no sé yo de fútbol ni nada, chavalín… ¿Que no expongo ni un solo argumento? Pero, bueno, ¿tú eres tonto o qué pasa contigo? ¿O es que no sabes leer? Encima que te doy las claves para acertar las veinte próximas Ligas, vas y te quejas. Si es que este país no tiene remedio, bueno, lo que yo te diga… Como no me hacen caso, no vivimos en Xanadú. O en Shangri-La. Bah, ellos se lo pierden. Por tontos.
* Frederic Porta es periodista. En Twitter: @fredericporta
– Fotos: EFE
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