Fútbol / Crónicas 2013-2014 / Inglaterra
Todavía se sentía el resquemor de la pasada jornada de la Premier League, considerándose una semana trascendental para los equipos punteros de la competición. El Manchester City, viviendo con el alivio que le otorga tener partidos pendientes por jugar, concretamente dos. Mientras tanto, el Arsenal decía adiós a la machada que en el primer tramo se parecía gestar, tirando de verdad las oportunidades recibiendo un set del Chelsea. Citizens y gunners se citaban sobre el césped del Emirates Stadium para certificar su lucha particular.
El Arsenal ha sufrido el calendario y ha parecido volver a una condición que arrastra desde su último título. La clasificación se aprieta e incluso la presencia en la Champions League del próximo año no está asegurada. Vemos a un Arsène Wenger más pragmático, aunque ante el Manchester City era una necesidad dadas las incesantes lesiones del colectivo. Flamini por delante de Vermaelen y Mertesacker como hombre escoba, para proteger la espalda de los centrocampistas. Rosicky, con el francés y Arteta, se liberaría. Mientras tanto, Podolski, por la izquierda, dejaría toda la referencia a Giroud.
El Manchester City, desde la lesión de Agüero, ha preferido potenciar la elaboración, aprovechando el estado de forma de Edin Dzeko para darle la delantera, arrebatándosela a Álvaro Negredo, que desde el 21 de enero ante el West Ham no ha vuelto a marcar. Jesús Navas volvió al once para dar profundidad por la derecha. Por dentro, David Silva y Yaya Touré con muchas expectativas sobre ellos.
El partido comenzaba con un empate en datos. El Arsenal era el quinto mejor equipo de la competición en defender los puntos en el Emirates, mientras que el Manchester City también ocupaba el mismo puesto a domicilio. No obstante, la confianza en los primeros quince minutos la depositó el equipo de Pellegrini. David Silva, en un momento excelso, focalizó todo el juego en la zona de tres cuartos, aprovechando el costado derecho para atacar a Gibbs y Podolski, que sufrían al replegar. El contraataque fue la mejor arma de los visitantes.
David Silva, como máximo protagonista, cortó de cuajo la fluidez que encontraban los de Wenger. El de Arguineguín aprovechó un rechazo tras un disparo de Dzeko para poner la ventaja para los suyos. La jugada del gol nació de las botas del español, tras una pérdida de Podolski en el centro del campo, ejemplificando así una de las grandes debilidades que tiene el Arsenal cuando pierde la pelota. Flamini, en su intento de corrector, no pudo cortar el ataque citizen.
El marcador no apagó los ánimos. Wenger quiso arriesgar más, dándole más libertad a uno de sus dos mediocentros para conectar con Rosicky o Cazorla. El jugador checo dio ese plus de explosividad que necesitaban los londinenses, sobre todo cuando conseguía ganar la espalda a Fernandinho y Yaya Touré. El Arsenal adelantó las líneas aceptando el peligro, aunque no sufrió demasiado.
Mucha pausa en la primera mitad, dejando el ritmo y el frenesí para la segunda parte, tanto que el árbitro Mike Dean se vio obligado de sancionar lo más grave del encuentro. Tanto Pellefrini como Wenger pudieron pedir más tensión en el encuentro, pues aumentó en revoluciones.
El encuentro sintió la necesidad de volverse loco, ya que el Arsenal quiso arriesgar. Flamini adelantó su posición, llegando a la frontal del área del Manchester City con frecuencia. Además, acentuaba las jugadas desde segunda línea, incentivando la capacidad de sorpresa. Tal fue así que, tras un centro desde la izquierda de Podolski, el francés entró desde atrás para empatar.
A partir de entonces, Pellegrini vio el peligro de poder perder un resultado favorable en el Emirates Stadium, un campo siempre complicado. Apostó por el oficio de James Milner y Javi García –en sustitución por Navas y Nasri–, para así cortar la elaboración interior de los de Wenger. El inglés, más flexible a las alternativas, se proyectaba por la izquierda, mientras que el español apuntalaba la medular, exigiendo menos sacrificio a Touré y Fernandinho. El brasileño, hasta entonces, no se había dejado ver mucho en tres cuartos de campo.
Gibbs y Sagna fueron menos productivos de lo que debieron, ya que se encontraban demasiado estáticos sobre el césped. Solamente Podolski, en una labor algo más atípica, se abría más hacia la línea de cal. También por ello Wenger apostó por Oxlade-Chamberlain a falta de diez minutos, con vistas a poner una marcha más cuando los citizens quisieron mantener el resultado.
No sirvió de mucho la pizarra en el tramo final. Partido en tablas que dejó un suspiro de alivio para ambos. El Manchester City todavía depende de sí mismo para poder ser campeón, mientras que el Arsenal no se tiene que preocupar de su asidua cuarta plaza. Los objetivos se mantienen y quedó el fútbol. Lo importante.
* Guillermo González es periodista.
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