El Málaga acude a una nueva realidad con la ropa del niño estiloso, animoso, incluso pijo, pero bajo una nueva percha. La relación manifiestamente directa que existe entre el fútbol y la economía ha cambiado al Málaga. Cuando llegó el jeque Al-Thani, allá por 2009, el club saltó tres escalones de golpe. El salto se multiplicó cuando, además, cayeron Pellegrini, Cazorla, Isco, Joaquín, Rondón o Demichelis. Comenzó la Champions sabiendo que era su temporada. Porque podía ser la única. O la última, en vistas del receso económico del máximo mandatario. Pero, como dijo Herbert, no todo resbalón significa una caída. El Málaga supo sufrir en un silencio casi sepulcral y saludó a la Champions. El primer día dio con su Zénit y después fue eliminando a Anderlecht, Milan y Porto. Incluso al Dortmund. De aquel (triste) día en el antiguo Westfalen solo queda el regusto a la crueldad. En La Rosaleda nadie quiere mirar atrás para no volver a llorar.
Y en junio de 2013 llegó Schuster, bajo una realidad económica, y por ende, deportiva, absolutamente distinta al legado de Pellegrini. La parada en la inversión del jeque por algún problema económico-empresarial en África y Asia, por las dificultades para invertir (burocráticas, fundamentalmente) encontradas en España y alguna que otra razón desconocida, han dejado un proyecto que se convirtió en éxito en un duro camino a largo plazo. La inversión está, pero los pasos serán cortos, ajustados, según Abdullah Ghubn, al Fair Play Financiero que propone la FIFA. El Málaga de Schuster no tiene un objetivo marcado más allá de competir. El objetivo, en una frase de entrenador, lo marcarán los partidos. Y nunca mejor dicho. Este Málaga es un embrión con algunas arrugas.
LOS FICHAJES
Forman parte de la nueva realidad económica del club en la que el presupuesto total de la identidad ha pasado a ser algo menos de la mitad del año pasado. Y, evidentemente, una parte ínfima del que invirtió en Cazorla, Toulalan y Monreal, por ejemplo, en un mismo mercado de traspasos.
Roberto Chen: con su selección da un salto de calidad desde la sub-17 hasta la absoluta, pasando casi de manera testimonial (por escaso tiempo) por la sub-20. El Málaga lo descubre, gusta y, por recomendación de los hermanos Dely Valdés (Julio César jugó en el Málaga y es seleccionador de Panamá), el defensa acaba en La Rosaleda. Es un central que trata bien el balón, con un tren inferior bastante desarrollado pese a su corta edad y la posibilidad de ser central diestro, zurdo e incluso lateral derecho. Apuesta a (muy) largo plazo.
Bartlomiej Pawlowski: Jugador polaco. Sub-21 y recién estrenado el salto a la absoluta. Él se define como una especie de Kuba (Dortmund), pero la realidad le sitúa como un jugador más anárquico tácticamente, con mayor capacidad ofensiva para inventar cerca del área y una presencia de gol más cercana a la de un nueve que a la de un interior largo o extremo. Pawlowski puede jugar en la derecha, en la izquierda o incluso escoltando al punta. Otra apuesta de futuro. En Polonia lo estiman, sobre todo por el salto fulgurante que dio de ser un total desconocido a destacar en Primera, fichar por el Widzew Lodz y saltar al Málaga.
Flavio Ferreira: defensa central (o pivote defensivo). Llega de ser titular e importante en el Académica de Coimbra, lo cual no significa demasiado. Simplemente, que ha competido bajo la exigencia de ser el capitán con solo 21 años. Defensa físico, interesante en el juego aéreo y correcta salida de balón. El perfil de jugador recuerda a Camacho, aunque una posición por detrás.
Bobley Anderson: costamarfileño. Otra apuesta de futuro. De momento, la menos asentada en cuanto a continuidad en el equipo de Schuster. Ha alternado alguna suplencia con alguna no convocatoria. Técnica para regalar, continuidad para pedir. Interior con aspecto de mediapunta, aunque él se reconoce como segundo delantero o atacante. Puede jugar prácticamente en todas las posiciones del frente ofensivo, pese a no destacar especialmente más que en la técnica depurada y el pase corto. Jugador para un contexto muy marcado. La sensación, pese al poco tiempo que lleva en España, es que con responsabilidad puede dar cosas; sin ella, de momento, le cuesta. Pero el Málaga no se puede permitir ese lujo.
Fernando Tissone: conocido y experimentado mediocentro. Antes en el Mallorca y en la Sampdoria, por ejemplo. El principio de temporada con el Málaga ha sido de un nivel muy por encima de lo esperado. Le ha acompañado Darder como interior más suelto en una figura que se parece al 4-1-4-1 con algunos amagos de doble pivote. Colocación, sentido del juego y primer pase limpio. No es Toulalan, pero se le parece. Y compite muchísimo. De hecho, es argentino, pero tiene pasaporte italiano. Ahí es nada.
Marcos Angeleri: Discreto lateral que llegó desde Estudiantes de la Plata. Perfil muy marcado para la plantilla. Tiene experiencia y puede jugar de lateral o de central, pese a su discreto uso de la pierna izquierda. Sobrio en el despeje y correcto en la colocación. Llegó por si el rendimiento de Sánchez o Gámez no estaba a la altura. Se ha encontrado con el puesto de Weligton, lesionado. Viene a ocupar un rol de defensa polivalente. Es una apuesta para consolidar la idea.
Mounir El Hamdaoui: La esperanza. En su primer partido en La Rosaleda prendió en llamas: tres goles y una asistencia. Movimientos de apoyo, alguna ruptura y conducciones de calidad para un equipo necesitado de imaginación. Se podría incluso decir que a éste le sobra. Llega cedido de la Fiorentina, que ahora se tira de los pelos, tras la lesión de Mario Gómez. Puede jugar escoltando a Santa Cruz o como punta único en el mencionado 4-1-4-1. Su técnica está fuera de toda duda, pero su rendimiento está en el aire. Gusta y se gusta. El peligro es que se guste y deje de gustar, algo a lo que es proclive el bonito marroquí.
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