Luis Cubilla: el monstruo de Paysandú

por el 22 septiembre, 2015 • 6:23

Futbolista y entrenador de leyenda. El charrúa logró en cinco ocasiones la Copa Libertadores (tres como jugador y dos como técnico) y jugó en los dos grandes de su país, Peñarol y Nacional. Además también militó en River Plate y tuvo una breve aventura en Europa en las filas del F. C. Barcelona. Nacido el 28 de marzo de 1940 en Paysandú (Uruguay), se desempeñaba como extremo o delantero. Jugador de muchos recursos y enorme talento, poseía un fabuloso regate y una gran habilidad que le hacía imprevisible para los zagueros rivales. En el panorama futbolístico se le conoció como el Negro o el Monstruo.

Las primeras patadas a un esférico las dio en su ciudad natal y en las filas de Colón. Allí pasó la mayoría de su juventud, donde además también jugaba en ocasiones al baloncesto. Con 17 años se incorporó a Peñarol y al principio fue un habitual del conjunto de 5ª División. Sin embargo, ascendió con celeridad y debutó con el primer equipo en 1957, previo paso por el cuadro reserva del conjunto manya.

A partir de ahí se erigió como una figura en ciernes que explotó todo el fútbol que llevaba dentro. En 1958 y 1959 levantó sus dos primeros campeonatos uruguayos y en 1960, además de revalidar el título, fue campeón continental. El Peñarol de los Maidana, Gonçalves, Spencer o Borges venció a Jorge Wilstermann, San Lorenzo y Olimpia y se retó con el Real Madrid en la Copa Intercontinental. Sin embargo, los merengues fueron superiores y alcanzaron la primera edición del nuevo título.

En la campaña siguiente, la entidad carbonera consiguió un histórico triplete al aventajar en tres puntos a Nacional en la liga, coronarse de nuevo campeón de la Copa Libertadores tras vencer a Palmeiras en la final por un global de 2-1 y doblegar al Benfica de Eusebio en la Copa Intercontinental. Cubilla vio terminada una época en 1962 y después del mundial decidió aceptar la oferta del F. C. Barcelona. En la Ciudad Condal se encontró con los Fusté, Pereda, Garay, Ré, Kocsis y Segarra, pero apenas contó con regularidad y partidos para demostrar su valía. Disputó quince encuentros entre liga y Copa de Ferias y logró tres goles: dos contra el Estrella Roja y una ante el Córdoba. El cuadro culé se proclamó campeón de copa al imponerse al Real Zaragoza, pero Cubilla al ser extranjero, no pudo jugar ningún choque de la competición. Al inicio del curso 63-64, el nuevo entrenador, César, siguió sin confiar en él y después de jugar cinco duelos ligueros y perforar la red del Atlético de Madrid hizo las maletas con destino River Plate.

Con los millonarios recuperó parte de la confianza perdida y muy pronto se convirtió en uno de los preferidos de la hinchada. Tuvo como compañeros de vestuario a Carrizo, Gatti, Roberto Matosas, Óscar Más u Onega, pero desafortunadamente es una época de sequía en la entidad porteña. Su entrenador, el mítico Renato Cesarini, se enamoró de su juego y en más de una ocasión declaró que era el mejor extremo de todo el continente. Pasó en Buenos Aires cuatro grandes años en los que firmó 31 goles en 130 partidos. En 1969 fichó por Club Nacional de Montevideo.

Con su llegada, Nacional comenzó una época de gran dominio en Uruguay que duró cuatro cursos y además se trasladó al continente. Manga, Ubiña, Montero Castillo, Espárrago o Artime también formaron parte de una plantilla que conquistó cuatro ligas consecutivas, una Libertadores y una Intercontinental. En la competición sudamericana derrotó a Peñarol, Palmeiras, Universitario y Estudiantes de la Plata en la final. Y en el torneo para dilucidar al mejor conjunto del planeta doblegó al Panathinaikos de Puskás.

Con 34 años, en la parte final de su carrera, firmó un año Santiago Morning de Chile, aunque en 1965 volvió a su país para retirarse en la disciplina de Defensor Sporting. Su despedida no pudo ser más perfecta, al colgar las botas nada más proclamarse campeón nacional con el club violeta, que había superado en la clasificación a los dos grandes: sus exequipos Peñarol y Nacional.

Con la selección uruguaya fue internacional en 38 ocasiones y marcó 11 goles en un periodo comprendido entre 1959 y 1974. Se estrenó el 2 de mayo de 1959 en un amistoso contra Paraguay que la celeste perdió por 1-3. Aquella tarde se despidió del equipo nacional Juan Hohberg y además también debutó el arquero Luis Maidana. Un año más tarde jugó en la Copa Atlántica frente Argentina (perdieron 4-0). En 1961 disputó los dos encuentros de clasificación para el Mundial de Chile ante Bolivia. En La Paz empataron con un gol suyo y en Montevideo el triunfo por 2-1 les dio el pase a la Copa del Mundo.

Antes del torneo, el cuadro charrúa se vio las caras en varios amistosos con selecciones de gran nivel como la URSS, Chile, Hungría, Argentina o Alemania Occidental. Cubilla se había convertido en un fijo y elevó su cuenta goleadora en los choques ante chilenos y soviéticos. El técnico Juan Carlos Corazzo le incluyó en la lista del mundial y allí participó en dos de los tres partidos de la liguilla. Uruguay compartió grupo con la URSS, Yugoslavia y Colombia, pero no pudo acceder a cuartos. En la primera jornada, con el Negro en la cancha, doblegaron a los cafeteros por 2-1 y además él hizo el primer tanto del choque. En el siguiente encuentro no jugó y el equipo plavi les venció con claridad. Para la última jornada, en la que se jugaban la clasificación, Cubilla regresó a la alineación, pero la URSS se llevó el triunfo en los instantes finales.

Su salida de Peñarol para marcharse a España y luego a Argentina le tuvo casi siete años sin enfundarse la camiseta celeste, justo hasta que regresó a Nacional en 1969. En junio de ese año, en varios duelos amistosos semanas antes del inicio de la clasificación para México 1970, regresó al equipo. Primero ante Inglaterra en Montevideo y luego en dos encuentros contra Perú y Colombia. Ya en julio dio comienzo la liguilla en búsqueda de un billete para el mundial, con Ecuador y Chile como adversarios. Cubilla era uno de los fijos del esquema junto a Rocha, Ubiñas, Mazurkiewicz, Cortés o Montero Castillo, y la celeste acabó comandando la tabla con 7 puntos. Todos sus partidos se contaron por victorias salvo en Santiago, y de esta forma confirmaron su presencia en el torneo más prestigioso del mundo.

En tierras mexicanas la fortuna les emparejó en el grupo con Italia, Suecia e Israel. Juan Hohberg alineó a Cubilla en los dos primeros choques. Uruguay se deshizo de Israel por 2-0 y empató con Italia a cero. En la última jornada, un tanto postrero de Grahn les condujo a la derrota ante Suecia y por ello finalizaron segundos. En cuartos  de final jugaron contra la URSS de Khurtsilava, Shesternyov o Bishovets. A Cubilla los soviéticos no le traían buen recuerdo de Chile, pero esta vez la historia fue diferente. Tuvieron que jugarse 120 minutos tras el empate en el tiempo reglamentario, pero una diana de Espárrago a poco del final certificó la victoria. El hueso que esperaba en semifinales era el Brasil de Pelé, Jairzinho, Rivelino o Gerson. El Monstruo metió el miedo en el cuerpo a la verdeamarela cuando el minuto 19 batió a Felix tras un disparo suave y colocado al palo largo. La primera parte de la celeste fue magnífica, pero un gol de Clodoaldo en el 44 hizo que al descanso se llegase con empate. En la segunda mitad, Brasil fue muy superior y los hombres de Hohberg quedaron fuera de la final. Tres días más tarde, en la lucha por el tercer y cuarto puesto, Alemania Occidental les derrotó.

En 1973, Cubilla logró su único título con el equipo nacional, al lograr Uruguay la Copa Lipton. El partido ante Argentina en Buenos Aires concluyó 1-1, pero por la regla del conjunto visitante los charrúa se llevaron la antigua competición. Solo dos meses después ya se vieron inmersos en la clasificación para el siguiente mundial, el de Alemania 1974. Cubilla era uno de los veteranos del plantel, pero aún figuraba como uno de los baluartes. Disputó los cuatro encuentros ante Colombia y Ecuador, aunque en esa ocasión los uruguayos sufrieron más que otras veces para ganar el pasaporte mundialista. Comenzaron con visitas a Bogotá y Quito, donde sumaron tres puntos, tras el empate en Colombia y la victoria en Ecuador. Sin embargo, en Montevideo perdieron sorprendentemente ante los colombianos y ello obligó a imponerse a Ecuador en casa en la última jornada.

El mundial alemán supuso la despedida de Cubilla del equipo nacional. El grupo era muy potente, con todos los rivales europeos: los Países Bajos, Bulgaria y Suecia. El delantero de Nacional inició el torneo como titular, pero los neerlandeses, con un gran Cruyff y Rep, que hizo doblete, les aguaron el debut. En la segunda jornada, Cubilla no fue de la partida ante Bulgaria (1-1) y en el choque contra Suecia dijo adiós para siempre a la zamarra celeste. Uruguay no estuvo a la altura y perdió por 3-0.

Tras su etapa como jugador, Cubilla inició su labor como técnico en 1979 en la disciplina del Club Olimpia. El equipo capitalino era el vigente campeón nacional y con el charrúa en el banquillo siguió cosechando grandes éxitos. Ganó el título en la campaña de su debut. En 1979 realizó una fantástica Copa Libertadores en la que eliminó a Bolívar, Sol de América, Jorge Wilstermann, Guaraní o Palestino y en la final se impuso a Boca por un global de 2-0. Aquel equipo, en el que figuraban Roberto Paredes, Miguel Piazza, Evaristo Isasi, Enrique Villalba, Hugo Talavera u Osvaldo Aquino, también conquistó la Copa Intercontinental en diciembre al doblegar a los suecos del Malmö por 0-1 en Suecia y 2-1 en el estadio Defensores del Chaco.

Con la llegada de los años 80, el entrenador uruguayo hizo las maletas con destino Newell’s Old Boys y Peñarol, con el que ganó una liga, aunque en 1982 regresó al Olimpia para alzar otro campeonato paraguayo. Tras este triunfo realizó un peregrinaje por varios conjuntos en los cursos siguientes: Atlético Nacional, al que hizo campeón colombiano en 1983, River Plate o Club Nacional contaron con sus servicios, hasta que regresó en una tercera etapa al Club Olimpia en 1988.

Al igual que en el primer periodo, el trabajo de Cubilla fue extraordinario y de nuevo Olimpia reinó en su territorio y en Sudamérica. Primero ganó la liga en 1988 y 1989 y después la segunda Libertadores de la historia de la entidad. Superaron a partir de cuartos a Universidad Católica y en semifinales al Atlético Nacional. En la final vencieron a Barcelona de Guayaquil por 3-1. Los líderes del equipo eran Jorge Guasch, Raúl Amarilla, el Loco González, Adriano Samaniego, Adolfo Jara o Fermín Balbuena, aunque de la primera copa aún se mantenía el guardameta Almeida. A finales de año, sin embargo, no consiguieron redondear un año fabuloso al caer en la final de la Intercontinental ante el Milán de Sacchi.

Posteriormente, Cubilla se sentó en el banquillo de Racing antes de fichar por Club Olimpia de Asunción en 1995. Se mantuvo cinco años, en los que amplió su palmarés con cuatro campeonatos nacionales más en 1995, 1997, 1998 y 1999. Con el inicio del nuevo milenio entrenó a Cerro Porteño y Libertad y tuvo dos breves aventuras en Centauros de Villavivencio y Talleres de Córdoba.

En 2003, Olimpia llevó a sus vitrinas la Recopa Sudamericana nada más retornar Cubilla. Ganó por 2-0 a San Lorenzo de Almagro gracias a los goles de Hernán López y Enciso. Los últimos años como técnico los vivió entre el Comunicaciones de Guatemala, el Barcelona de Guayaquil, el Colegio Nacional de Iquitos de Perú, el Tacuary de su país y dos etapas más en Olimpia, donde se retiró en 2012. El 3 de marzo de 2013 falleció a los 72 años víctima de un cáncer de estómago.

* Alberto Cosín.





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