El día 22 de enero, el proceso iniciado hace meses llegó a su fin. El valor del fichaje de Lucas Silva por el Madrid (14 millones de euros) no es bajo, ya que se trata de un jugador que aún no ha alcanzado siquiera tres temporadas en su plenitud, pero es uno de los más cualificados mediocentros del fútbol brasileño en la actualidad, un tipo que no necesita necesariamente tocar balón en todas las jugadas de ataque pero que, cuando lo hace, expande los horizontes de su equipo.
A corto plazo es difícil que el joven brasileño acumule actuaciones en el once inicial. Incluso con ausencias combinadas de Kroos, Khedira y Modric, por ejemplo, Lucas Silva no parece preparado para ser el único jugador en mediocampo, además de Isco y James Rodríguez (un mediocentro defensivo a su lado, de posicionamiento fijo, aún es necesario). Pero la compañía del alemán, que tal vez sea el mejor organizador de juego de la actualidad, lo hará aprender como nunca.
Lucas Silva deja atrás dos años memorables, en su más alto nivel competitivo, para experimentar una de las mejores situaciones que un jugador de su edad puede vivir. La joya brasileña, orgullosa de su pasado, está ansiosa y llena de ilusiones. Y el Real Madrid, convencido de que adquirió un jugador con un inmenso margen de evolución.
El éxito de Cruzeiro bicampeón (2013 y 2014) no habría sido posible sin su capacidad física –que no llega a ser algo que sobresalga en relación a su visión de juego–, su inteligencia en la toma de decisiones y su alta capacidad técnica, pero sin duda es algo que le permite potenciar aún más sus evidentes méritos.
Es resistente, pero entre sus deficiencias están las jugadas por alto, arma insistentemente utilizada por el Cruzeiro en sus años recientes de supremacía en el campeonato brasileño.El mediocentro era el hombre que creaba esas oportunidades, pero no uno de los que las concluían.
Lucas Silva está en su fase de adolescencia futbolística, pero ya demuestra una notable madurez dentro y fuera de la cancha. A los 21 años, en varias ocasiones fue el eje central de una actuación colectiva más sobria y paciente, características muy necesarias cuando la intensidad física y la extrema velocidad son insuficientes para alcanzar el dominio de las acciones durante los 90 minutos.
Obviamente, el salto que acaba de dar es muy grande y le hace estar más cerca de ocupar un lugar en la selección brasileña de Dunga. La manera en la que lidiará con esa novedad será determinante para su desarrollo.
Además de su dinamismo, sus principales características están en la calidad de pase y en la fuerza de sus finalizaciones de media y larga distancia. En ataques más pensados es el hombre del pase corto preciso. En momentos de aceleración, destaca tanto en los lanzamientos para habilitar a los delanteros en velocidad como en las invertidas de jugada, en búsqueda del lateral opuesto.
Diestro, no utiliza la zurda con frecuencia, aunque se comprometa en casos de necesidad. Lanza bien el balón parado, aunque no es un experto en ello, y en el Madrid tendrá difícil asumir galones en este aspecto.
Delantero de nacimiento, Lucas Silva fue retrasado durante sus años en las categorías de base del Cruzeiro hasta llegar a la función de organizador. Con la ofensividad en su ADN, no es un jugador que arriesgue poco. Aun así, transmite seguridad.
Con el balón en los pies es un pensador que se mueve, calcula el momento exacto para la decisión que solo los menos ingenuos son capaces de tomar y, con su presencia y participación constante, deja claro que es un jugador colectivo.
Defensivamente evolucionó como profesional. Sus primeros momentos fueron frágiles, pero actualmente ya realiza buenas coberturas y tiene una buena capacidad de reacción ante eventuales fallos. En el Real Madrid, un equipo que siempre busca el equilibrio y la excelencia en todas las fases del juego, tendrá todas las condiciones para encajar con naturalidad.
* Gustavo Carratte es periodista y editor del sitio web brasileño ‘Conexão Fut’.
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