Lost in translation

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Lost in translation

por DIEGO BASADRE el 13 diciembre, 2015 • 0:39

Como Bill Murray en Lost in Translation, el Barça no se concentraba bien desde Japón. Porque pese al aviso de Luis Enrique, el equipo ya había viajado. No estaba en ningún guion, salvo en el suyo, el atrevido planteamiento de Víctor Sánchez del Amo, que con un 4-3-1-2 le complicó mucho la digestión al conjunto azulgrana. La complicó a base de dificultar la salida de balón de los centrales con los dos delanteros presionando muy arriba y con un Faiçal Fajr encargado de molestar a Sergio Busquets siempre que podía, sabedor de que es uno de los factores que más influye en este Barça, justo detrás del tridente.

Todo esto, junto con dos líneas formadas por siete jugadores que achicaban espacios y practicaban ayudas en la mayoría de las jugadas, provocó un colapso inicial en el juego al que tiene acostumbrado el FC Barcelona. Eso sí, el Depor tenía que conceder algo a cambio: permitía las incorporaciones de los laterales con facilidad y tanto Dani Alves como Jordi Alba percutían constantemente, y sus interiores encargados de defender no mordían lo suficiente. En un mapa de calor durante la primera parte, tanto Iniesta como Messi habrían puesto el rojo-fuego. El balón siempre pasaba por ellos. El primero, trazando sobre el campo los pases más dolorosos para la espalda de la defensa gallega y el segundo buscando conectar uno de esos alley oops con Luis Suárez o Sandro que tan bien se le dan al argentino.

Pero poco a poco, el conjunto de A Coruña iba metiendo el miedo en el cuerpo al respetable cuando lograba estirarse gracias a un Lucas Pérez que generaba molestias cada vez que salía con ventaja de un cruce. Mediada la primera parte el equipo azulgrana empezaba a probar más cosas, consciente de que no estaba llegando de manera fluida. Sandro se movía de banda, Suárez caía a la izquierda y la presencia de la pelota en tres cuartos a manos de los catalanes era constante, pero no efectiva. Cuanto más llegaban, menos seguros se sentían de lo que estaban haciendo.

Mientras tanto, el Depor seguía creyendo en lo que hacía. Tras un primer tiempo de perfección táctica, el Barça solo habría logrado aventajarse de balón parado. Messi había repetido dos veces la misma falta. La primera fue un poco más lenta de lo habitual y la paró Germán de Lux. Para la segunda ya no hubo tiempo. Al iniciarse el segundo período volvieron los nervios en el Camp Nou. Fue un encuentro de momentos. Con un Jonathan Rodríguez más acertado, el Deportivo habría empatado más temprano en el marcador, pero seguía sin ver puerta y el plan cada vez necesitaba más esfuerzo físico. Una vez pasados esos minutos iniciales, el Barça encontró su momento más plácido del partido. Con el Depor más abierto, Iniesta encontraba más huecos y Rakitic se apresuró a aprovechar unos metros para cargar la pierna y colocar en la red uno de sus disparos lejanos que ya son marca de la casa.

Antes, Suárez había marcado de manera plácida a pase de Alba, pero el juez de línea lo estimó en posición adelantada al balón y lo anuló. Con 2-0 surgió otro de esos momentos que decantan un partido. El Barça ya se sabía ganador y Luis Enrique, pese a su mensaje previo, confirmó las sospechas con los cambios. Munir por Sandro, Sergi Roberto por Rakitic y Mathieu por Jordi Alba.

Con la entrada de este último se acabó de complicar la tarde. El Depor no había tenido tanto el balón en el campo blaugrana en todo el partido como con el 2-0 en contra. Aprovechando un momento de desconcierto, un francés frío y a un Jefecito aturdido, Lucas Pérez batió a Bravo. Lucas ya había avisado antes, con un gol anulado tras un rechazo del larguero a disparo que se había envenenado de Cardoso. No habían dejado de creer y lo tenían más cerca que nunca. De ahí hasta el gol del empate todo fue un despropósito culé.

Messi y Suárez hacían la guerra por su cuenta, mientras el resto del equipo se sumía en un letargo de esos que solo despierta un gol. El de Bergantiños, que cerró así su gran partido en tierras catalanas. El caos a partir del minuto 75 costó dos puntos, que recuerdan demasiado a los abandonados en Mestalla la semana anterior.

Con una sensación, eso sí, de no haber sido tan superiores como en Valencia y de haberse dejado ir hoy más de lo que el equipo puede permitirse en una competición tan dura como es la liga. Por suerte para el FC Barcelona, toca desconexión en Japón, conquistar el mundo y volver con una dinámica diferente a la que ha mostrado tras Bernabéu, ya con Arda Turan y Aleix Vidal en plantilla. Y quizás alguien más.