Los Golden State Warriors consiguieron igualar la serie a dos victorias ante los Cavaliers al ganar el segundo partido en Cleveland con mucha autoridad (82-103). Es el primer duelo que se resuelve de manera clara en estas Finales de la NBA. El técnico de Warriors, Steve Kerr, decidió dar un golpe de timón al juego de su equipo tras lo visto en los tres primeros partidos y el ajuste dio sus frutos. LeBron James tuvo su versión más humana y apenas consiguió anotar 20 puntos, una cifra muy alejada de sus promedios en estas Finales.
El partido anterior, pese a la derrota, había dado bastantes pistas a Steve Kerr sobre lo que tenía que cambiar en sus Warriors para poder ser competitivos contra unos Cavaliers que estaban basando su juego en el liderazgo ofensivo de LeBron James, en una defensa descomunal sobre los Splash Brothers y una rotación muy corta, jugándoselo todo a los hombres de confianza de Blatt en estos playoffs. Sabiendo eso, el técnico de Warriors arriesgó con un cambio en el quinteto titular, un cambio de juego y una decisión en la defensa sobre LeBron James.
Dos hechos importantes pudieron provocar que Steve Kerr decidiera que en este cuarto partido el alero Andre Iguodala, que acabaría siendo el hombre del partido con 22 puntos, fuera titular en lugar de su pívot Andrew Bogut: los rebotes no habían tenido gran incidencia en el resultado de los tres partidos jugados hasta la fecha. En el primero se impusieron Warriors de manera bastante engañosa con apenas tres rebotes más y venció; el segundo se lo llevó Cavs con claridad y el marcador fue para ellos por dos puntos; y en el tercer encuentro se impusieron Warriors en los rechaces y aun así perdieron el partido. Así que el técnico creyó que no iba a ser un gran problema perder algo de rebote al quitarse un interior de encima para sacar un alero muy físico. Por otra parte estaban los síntomas de cansancio que habían dado los Cavaliers en los tres encuentros en el último cuarto. David Blatt había optado por disputar esos encuentros con apenas siete jugadores y un octavo testimonial, lo que en los finales de partido estaba penalizando a su equipo, agotado por el cansancio. Ante esto Iguodala podría darle a su equipo mayor ritmo ofensivo –en vez de un Bogut muy lento en toda la serie– y conseguir cansar al rival antes, dando así más opciones de victorias para su equipo.
Los Warriors formaron con Stephen Curry y Klay Thompson en el exterior, Iguodala y Barnes entrando y saliendo y con Draymond Green de pívot muy móvil. De dos pívots bastante estáticos pasó a un quinteto en el que podían moverse todos por fuera e iba a provocar mayores espacios y más movilidad. La orden inicial de Kerr a su equipo fue clara: ¡están jugando con siete jugadores! Correr cada vez que pudieran iba a ser lo mínimo que les iba a pedir. En algunos casos el encargo fue concreto, como con Draymond Green, a quien le pidió que fuera más agresivo en ataque, que jugara de cara y que buscara ser una amenaza tanto exterior con algún lanzamiento de tres como interior provocando penetraciones si Mozgov se atrevía a salir al triple a defenderle.
El inicio estuvo lleno de dudas, con un 7-0 inicial para Cavaliers que obligó a Kerr a pedir un tiempo muerto y a hacer ciertos ajustes al ver el marcador y el número de rebotes de ambos equipos: los Warriors llevaban en ese parcial tan solo un rebote, por cinco de su rival. Tras el tiempo muerto apareció otro equipo sobre el parqué, pese a estar los mismos hombres dentro de él. Kerr simplificó el ataque para que Curry tomara el mando y el ritmo del partido y le pidió que la subiera para no tener que buscar un pase con Dellavedova encima de él a partir del medio del campo. Además se lo puso sencillo para que pudiera dominar desde su dribling: le plantó un bloqueo frontal de Green que casi siempre se quedaba solo, ya que bloqueado y defensor del bloqueador se iban a por Curry. Por lo que el pase a Green era carta ganadora: el pívot se plantaba en carrera en el tiro libre de cara al aro y si salía alguna ayuda, que tenía que ser larga porque Barnes e Iguodala esperaban abiertos en el triple, iba a ser un lanzamiento sencillo desde la esquina para uno de estos dos. Con esto, los Warriors dominaron el partido y se plantaron al descanso con una ventaja de doce puntos (42-54).
En ese primer tiempo, los Cavaliers no leyeron bien el partido y, pese a que los Warriors presentaron un equipo con cuatro exteriores, no supieron hacer daño por dentro. Las piernas no fueron las mismas que en los tres partidos anteriores y con el listón físico algo más bajo se pudieron ver mayores agujeros defensivos, lo que su rival no perdonó. Aun así, tras el descanso David Blatt pareció tocar con la tecla adecuada y la buena defensa, sobre todo de Dellavedova sobre Curry, el rebote (17-6 en ese tercer período con 7-0 en ofensivos a favor de los Cavs), y un LeBron James al nivel de los días anteriores consiguió poner el partido a seis puntos a falta del último cuarto (70-76). No obstante, en ese último cuarto se vieron las limitaciones y los limitantes del equipo de la conferencia Este.
Quizás la decisión más reprochable de Blatt fue dejar a LeBron James sentado en el inicio del cuarto, lo que aprovecharon los Warriors para abrir brecha y, sobre todo, imponer su ritmo. La estrella de los Cavaliers salió dos minutos después, con 70-80 y una dinámica negativa que no pudo dar la vuelta. James, sobrehumano en lo que llevábamos de Finales, tuvo su partido más normal y en el día en que Kerr solo le puso un hombre a marcarlo (Iguodala fue el único que se encargó de él) no pudo marcar diferencias y de sus 20 puntos ninguno llegó en el último período. Su equipo apenas tuvo respuesta sin él.
El hombre del partido para Cavaliers fue el pívot ruso Timofey Mozgov, que realizó su mejor marca anotadora desde que juega en la NBA (28 puntos). El equipo lo buscó más que nunca visto que LeBron James estaba desacertado y que la posible ventaja ofensiva de los locales en este partido iba a estar en el interior. El ruso puso todo de su parte, aunque no fue suficiente. Y no lo fue porque en el exterior no hubo ningún jugador acertado que pudiera evitar que las defensas se cerraran sobre el pívot ruso: Shumpert, JR Smith, Dellavedova y James Jones firmaron un escandaloso 7/38 en tiros de campo. Shumpert y JR Smith, obcecados, fallaron una y otra vez, y Dellavedova, que mostró la confianza del día anterior para tirar, también enseñó que su nivel de acierto en el partido previo había sido excepcional. Las limitaciones de los exteriore provocaron que un mal LeBron y un Mozgov demasiado solo en ataque acabaran siendo los limitantes del nivel de su equipo, dando consigo a la versión más plana de los Cavaliers en estas finales, sin apenas variedad de jugadas en el último período.
* Iñaki García es periodista.
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