En Renania del Norte de Westfalia, hay buena competitividad. En Baviera, su principal equipo tiene historia, buenos jugadores y sigue igual, ganando partido tras partido: ya van 37 sin que el Bayern bese la lona. Retomando el curso hacia el oeste de Alemania, hubo un equipo, fuera de Dortmund, Gelsenkirchen y Leverkusen, que le rivalizaba el fútbol y la época al todopoderoso bávaro. Ahora, con unos objetivos más humildes, acordes con sus recursos y sus capacidades, el Borussia Mönchengladbach intenta virar hacia un rumbo más ambicioso y emocionante, uno que practicaba en los años 70 y al que se atrevió a volver a mirar hará dos temporadas.
Aquellas partidas en el Bökelbergstadion quedaron en el olvido, como las luchas por conquistar alguna Copa de Europa en 1977 –sí dos Copas de la UEFA–, como también jugadores para no olvidar como Bergi Vogts, Heynckes o Günter Netzer que ayudaron en los cinco títulos ligueros en los años 70. Todo queda muy lejos, empezando por el estadio, que fue sustituido por el magnánimo Borussia Park. El antiguo Bökelbergstadion, ahora un solar desvencijado al lado de una zona residencial, fue una plaza que vivió las mejores noches de los ‘potros’. Desde 2004, se espera que el nuevo mausoleo del Gladbach pueda repetir, al menos, noches de goles, victorias y, por qué no, títulos que entonces fueron normales.
La actualidad del Borussia Mönchengladbach tiene un principal protagonista. Lucien Favre, un suizo con carácter e intenciones de generar estabilidad a través de un proyecto focalizado en la cantera y en las necesidades del colectivo, quiere tocar con la punta de los dedos la historia del equipo con lo que tiene. Quizás, en su época de jugador en el Servette, un tal Karl-Heinz Rummenigge le hablara de los potros como un equipo que podía valerse por sí solo con sus propios medios, ya que la hegemonía bávara tuvieron que compartirla con ellos en los 70.
En su llegada en febrero de 2011, tras la salida de Michael Frontzeck, Favre supuso agua de mayo. Reflotó al equipo llevándole a superar la Relegation ante el Bochum, sirviéndole para tener un crédito y una confianza de peso, y más ofreciendo una posterior temporada para el recuerdo como fue la 2011/2012, cuando no sólo alcanzó Europa, sino que soñó con luchar por la Orejona.
Esa campaña con Marco Reus, Dante y Neustädter hacia soñar a cualquiera, sin desmerecer al resto del colectivo. No obstante, con sus salidas y con el poderío que desempeñaron demás clubes en el campeonato, se empequeñecieron en la siguiente campaña, ayudando a Lucien Favre para reflexionar sobre su colectivo y ver cuál era ese plus para reflotar. Había cambiado su fútbol de un año para otro, perdiendo esa chispa de fútbol asociativo y dinámico para apagarse paulatinamente, dejando actuaciones más que discretas -sin infravalorar los cuatro empates en el tramo final de la temporada frente a Bayern, Leverkusen, Dortmund y Schalke 04-.
Con la competencia entre Klopp y Pep Guardiola por la Bundesliga, las dos posiciones restantes son las alternativas a soñar con la Champions League, un objetivo a considerar para Favre en esta campaña. El Borussia ha arrancado con fuerza en la presente, comenzando su trabajo en pretemporada con las contrataciones de rigor para la optimización de la plantilla. La estabilidad del centro del campo, un enganche con imaginación y gol y un delantero para certificar la cuota goleadora fueron las prioridades del suizo.
Max Kruse, un teutón de buena zancada y gran movilidad, así como con capacidad goleadora por su gran pegada con ambas piernas, ha potenciado la punta de la lanza de los potros. El que fuera una estrella para Streich en el Freiburg lleva siete goles, cerca de superar los 11 que realizó con los de la Selva Negra. Favre, considerando su polivalencia en la delantera, lo ha fijado como referente, algo que agradecen ambas partes.
También, el alemán se beneficia de Raffael, otra de las incorporaciones de la temporada. Su anterior año en el Schalke, intentando recordar ese buen sabor de boca que le dejó el Hertha durante cuatro campañas, le ha servido para firmar con el Gladbach y así servir de nexo en la línea de tres cuartos, aunque acompañando a Kruse arriba. Inteligente, con talento y mucha capacidad asociativa –jugadores como Herrmann y Arango se están valiendo del brasileiro–, ha supuesto una revolución importante para el colectivo.
Por último, otra de las piezas claves que arribó en Mönchengladbach ha sido Cristoph Kramer, jugador lozano que llega en calidad de cedido de Leverkusen. Se ha convertido en un pulmón para los potros, además de ser un centrocampista con buen trato de balón. El joven alemán es uno de los jugadores que más kilómetros hace durante un partido. Su capacidad de abarcar es una virtud aunque Favre ya avisó que su impetuosidad, propia de la juventud, ha de ser controlada. No es bueno tener a un potro desbocado aunque sea de buena raza.
Ante estas piezas que han sido auténticas claves en lo que llevamos de temporada, Lucien Favre continúa valiéndose de otros que ya tienen ciertas credenciales con el colectivo. Herrmann, que ha recuperado el nivel que se le exigía la temporada pasada, parece volver a ser un bala por la banda derecha, incisivo y con más jerarquía. También, Marc-André ter Stegen sigue manteniendo la vitola de ser uno de los guardametas con más futuro de Alemania, aunque el precipicio del estancamiento a veces avisa, que se le requiere mejorar en ciertos aspectos. Y, cómo no, Juan Arango, que aguanta los arreones de la edad y, en ocasiones, se deja ver con notable importancia.
Favre, en su 4-4-2 o 4-2-3-1, ha recuperado las transiciones rápidas y los fugaces contraataques –aunque con algo más de equilibrio en la mitad del campo– que años atrás nos tenía acostumbrados. Laterales profundos, centrocampistas de recorrido y delanteros con acierto de gol, el técnico suizo se puede aventurar al pensar que lidiará por esa cuarta plaza tan ansiada que lleva a Champions, que un día le arrebató la Lazio cuando consiguió el billete en la Bundesliga.
El Borussia Mönchengladbach querrá aguantar los empujones de Wolfsburg y Schalke 04, sus rivales directos para la cuarta posición. El sueño de parchearse con el emblema de la Champions League se antoja viable en este inicio de temporada, algo que hace rememorar buenos momentos para los seguidores de los potros. Algunos pensarán que están en el Bökelbergstadion, aunque eso puede ser demasiado.
* Guillermo González es periodista.
– Fotos: Borussia Mönchengladbach
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