Dice Steve Hansen -seleccionador neozelandés- que «el puesto de seleccionador sudafricano es, posiblemente, el más complicado de todos«. No le falta razón, todos los elementos que puedan interferir en el funcionamiento de un equipo están presentes en el caso del equipo de la gacelas: cuestiones políticas, raciales, presiones mediáticas de toda índole… Ese es el ambiente con el que tiene que lidiar el máximo responsable técnico del equipo a la hora de realizar su trabajo.
Allister Coetzee está afrontando una profunda renovación, en el aspecto deportivo, de unos Springboks que habían agotado un ciclo tras el Mundial 2015. Heyneke Meyer había enrocado al equipo en un estilo de juego anacrónico, sustentado en una parte importante de los jugadores que habían sido campeones del mundo en 2007, y Coetzee ha afrontado la titánica misión de trasladar el juego sudafricano al siglo XXI.
Durante el Super Rugby 2015 certificamos que los Stormers (dirigidos por Coetzee) y los Lions de Ackermann estaban proponiendo un estilo de juego muy alejado de lo que Sharks y Bulls (base del equipo de Meyer) seguían manteniendo. Todo ello sin dejar de lado a esos Cheetahs que -pese a ser privados de sus mejores jugadores año tras año- siguen manteniendo una filosofía claramente ofensiva en su juego. El supuesto modelo de juego sudafricano tenía bastantes más fisuras de las que a priori se podía presuponer.
El cuerpo técnico sudafricano tiene claro que para intentar hacer frente a los All Blacks (el único rival con el que se comparan los Springboks) hay que mejorar el nivel de destrezas, la precisión de las mismas y la velocidad de ejecución tiene que aumentar exponencialmente. Ello no implica renunciar al trabajo de delantera ni a los réditos que les reporta, simplemente se trata de abrir el abanico de recursos existentes en una generación de jugadores con mucho talento.
Haciendo un repaso a vuelapluma nos encontramos entre los backs a jugadores como: Goosen, Mapoe, Serfontein, Engelbrecht, le Roux, Combrinck, Senatla, Kolbe, de Allende, de Jongh, van Rensburgh, Lambie, Pollard, Jantjies, Jesse Kriel, Faf de Klerk… Las opciones de juego que ofrecen son practicamente infinitas.
Pondremos el foco de atención sobre Faf de Klerk:
El 9 de Lions es la gran aparición del rugby sudafricano en los últimos años; su ausencia en el Mundial 2015 resultó paradigmática y Coetzee no ha dudado en ponerle al frente del timón del equipo. Las virtudes ofensivas del «pequeño» Faf (1,73m, 80 kg) saltan a la vista y no merecen más comentarios de los que ya hemos hecho con anterioridad. Lo que en realidad resulta impresionante es el trabajo defensivo que realiza; en lugar de ser una «presa de caza» es un «cazador» que no tiene el mínimo reparo en poner en juego su integridad física a la hora de lanzarse a placar a jugadores que le sacan una cabeza y treinta kilos.
La velocidad que Faf de Klerk imprime al juego exige que la delantera sudafricana sea mucho más dinámica de lo que hasta ahora se mostraba. Existen serias dudas sobre la compatibilidad de Duane Vermeulen y Faf de Klerk como pareja 8-9; el de Toulon es un 8 clásico de esos que empujan desde el fondo del scrum, agarran la pelota, se levantan y lanzan una carga destemplada para provocar otro agrupamiento y fijar a la delantera rival. Mucho más a gusto se encuentra de Klerk con Warren Whiteley (compañero de equipo en Lions) cuyo estilo de juego se aproxima mucho más al de Kieran Read que al modelo tradicional sudafricano.
Las opciones en la 3ª y 2ª línea también son muy amplias:
Whiteley, Vermeulen, Arno Botha, Cotzee, Kolisi, Jaco Kriel, Tecklenburg, Ackermann, Mohoje, Daniel y Jean Luc du Preez, Snyman, du Toit, de Jager, Etzebeth…
Eben Etzebeth jugó a las órdenes de Allister Coetzee en Stormers y el actual seleccionador ha retomado en los Springboks una idea ya esbozada en la franquicia: busca que el 4 evolucione en su juego hacia el modelo de Brodie Retallick. Las aptitudes como 2ª línea clásico sudafricano de Eben están fuera de toda duda: hábil en los lanzamientos desde el lateral (tanto propios como ajenos), durísimo en los puntos de encuentro (defensivos y ofensivos), placador excelso… El cuerpo técnico sudafricano quiere convertirle en un recurso ofensivo como ball carrier ya que puede generar muchas superioridades tan pronto perfeccione el dominio de la pelota a la hora de realizar las descargas.
Respecto a la primera línea… ¿Hace falta a estas alturas ensalzar las virtudes y la cantidad de variantes que hay del 1 al 3 en Sudáfrica?
Allister Coetzee está intentando llevar a cabo la revolución más profunda del rugby sudafricano en los últimos años. Requiere trabajo, tiempo y paciencia: proyecto a medio/largo plazo y eso en Sudáfrica es muy complicado. Ya lo decía Steve Hansen.
* Javier Señaris es analista de rugby.
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– Foto: Gianluigi Guercia/AFP/Getty Images
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