Era un día más de colegio para José. En la hora de plástica le hicieron pintar un paisaje cualquiera. Compartiendo estuche con su hermano Juanmi, empezó a dibujar en el blanco folio el típico manzano que dibujan todos los niños. Al lado iría una casa andaluza, supuestamente la suya de Motril, de desproporcionado tamaño respecto al árbol. Como el pequeño José ya era muy futbolero a esa edad, se dibujó a sí mismo, dos veces, junto a una pelota. Sí, dos veces. Uno era él y el otro su hermano gemelo. Siempre fue difícil distinguirles, también en esos autorretratos de lápices de colorines. Antes de entregárselo a la profesora, dibujó en lo alto del papel un sol. Un sol amarillo. Como son todos los soles dibujados por los niños.
Anoche, el ya no tan pequeño José volvió a teñir de amarillo un sol. Pero no un sol cualquiera, sino todo un Derby del Sole. Esta vez, en el lienzo no estuvo su hermano, sino un argentino de nombre Gonzalo con quien aterrizo casi en el mismo avión desde Madrid. Los dos fueron los protagonistas en una noche mágica en el estadio San Paolo. Una noche en la que había que remontar un resultado adverso (3-2) cosechado la semana anterior en el Olímpico de Roma si querían volver al mismo lugar el 3 de mayo.
Ese 3-2 de la ida dejó todo muy abierto. Demasiado si uno recuerda que ese día se llegó al descanso con 2-0 para los romanistas. De esta manera, tanto Rafa Benítez como Rudi Garcia tenían tan cerca como lejos la primera final desde que llegaron a sus nuevos equipos. El español, con su típico 4-2-3-1, volvió a colocar a Inler y Jorginho en la sala de máquinas, Mertens en la banda izquierda, Hamsík de enganche y en la derecha a José Callejón. Arriba estaría Higuaín. El técnico francés dejó en el banquillo a Maicon y Totti (tres partidos en ocho días son demasiados para Il Capitano), colocando a Torosidis en su posición de origen y otorgando a Bastos su primer partido como titular. Para suplir a Francesco escogería jugar con una referencia como Destro.
Fue un partido muy vivido, con disparos a puerta desde el primer minuto. La Roma, aun sin Maicon (que viene a cumplir las funciones de lateral ofensivo que cumple Alves en el Barcelona, por ejemplificar), atacaba por la banda derecha con la tendencia de Pjanic a asociarse con Ljajic y Torosidis. Pero cuando había robo y posibilidad de contraataque, la consigna de buscar a Gervinho era clara. El costamarfileño, una vez más, fue el más desequilibrante de su equipo. Fue cambiando de banda durante el partido (incluso jugó de nueve), superó a Maggio y Ghoulam, pero nunca tuvo premio. Ni él ni el resto de la Roma, que, como está siendo costumbre en los últimos partidos, erra demasiado de cara a puerta.
El centro del campo fue napolitano durante la primera media hora. Aunque Reina había salvado los muebles con 0-0 en dos ocasiones y Strootman sujetaba de cerca y bien a Jorginho, fue el conjunto de Benítez el que salió jugando con mayor autoridad. Entre Inler y Hamsik se apañaron para buscar siempre un dos contra uno ante De Rossi. A su vez, Hamsík o Higuaín caían a la banda derecha para, junto a Maggio, buscar el dos contra uno al pobre Bastos, que vivió un debut como titular difícil. Mientras sus compañeros buscaban esas superioridades, Callejón iba apoyando o abriendo huecos. Eligiendo bien siempre qué decisión tomar con y sin balón. Un agente libre. No es casualidad que cabecease a gol (33′) el centro de Maggio y que estuviera colocado entre Torosidis y Benatia, los defensores del costado contrario al suyo. Los de Rudi comenzaron a ganar en posesión a partir del gol, pero ya el Nápoles apenas cometería errores hasta la segunda parte.
Una segunda mitad que empezó con la entrada de Maradona en el palco y con una buena jugada a la contra entre Higuaín y Callejón con tacón incluido del argentino. La jugada acabaría en córner y el saque de esquina en gol de Gonzalo (48′). Prolongación en el primer palo, Higuaín se escapa de su marca (Torosidis) y marca el 2-0 para celebrarlo con rabia. El gol hizo reaccionar a Rudi y al minuto Torosidis, que había fallado en varios controles y pases, dejó su puesto a Maicon. El brasileño entró justo a tiempo para ver desde cómo Bastos no tiraba bien la línea de fuera de juego, cómo Mertens lo aprovechaba asistiendo a Jorginho y cómo el compatriota de Maicon y Bastos batía a De Sanctis. Dos goles en tres minutos. 3-0 y eliminatoria casi resuelta.
Casi resuelta porque quedaba media hora y la Roma únicamente tenía que hacer dos goles. Hizo uno, pero no contó porque el linier vio el fuera de juego de Destro, y pudo hacer más, pero nunca definió bien. Seguía intentándolo por la banda derecha, ahora sí con Maicon (cubierto por Callejón, que se cambió varias veces de banda), pero ni con la entrada de Florenzi y Totti y el paso al 4-2-3-1 la Roma pudo anotar. Para redondear la noche negra, como la camiseta de la Roma, Strootman vio la roja por aplaudir al árbitro, que ya le estaba amonestando. El Nápoles, vestido de amarillo, ganó y remontó la eliminatoria para estar en la final de Coppa ante la Fiorentina. El Derby del Sole, como mandan los cánones de dibujo infantil, fue amarillo.
* Rafael Medel.
– Foto: Ciro Fusco (EFE)
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